Otra vez el barrio Ludueña como escenario criminal. Otra vez una moto con tiratiros a bordo y una lluvia de balas sobre una vivienda, como bien podría haber sido gente que camina por las veredas o las calles de la zona. Otra vez una víctima fatal de esos balazos que ya no encuentran quién los detenga, ya sean fuerzas provinciales o federales. Lo distinto, y a la vez lo singular de esta otra vez, es que la víctima tenía el mismo nombre de un hombre asesinado hace un mes a pocas cuadras de donde cayó fulminado y con el que tenía cierto grado de parentezco. Así, según los registros de La Capital, en lo que ha transcurrido del año 2022 en el departamento Rosario se sumaron hasta la noche del viernes 170 crímenes.
Ocurrió pasadas las 16.30 del viernes en Tupac Amaru y Solís, a sólo 200 metros de la cuestionada comisaría 12ª. Según las fuentes oficiales Jonatan Emanuel Cabañas, de 31 años, y su pareja, Joana Micaela Soledad G., de 29, estaban frente a la casa de un familiar cuando pasó frente a ellos una moto desde la cual uno de sus dos ocupantes empezó a dispararles sin mediar palabras y provocándole heridas a los dos, quienes según la joven mujer convivían desde hace varios años en una finca de Magallanes al 100.
Cuando los primeros policías alertados por la central del 911 arribaron al lugar supieron que ambas víctimas habían sido derivadas en autos particulares al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Desde el centro asistencial se informó que Cabañas llegó con heridas en el tórax y la región lumbar por lo que debió ser intervenido quirúrgicamente, a pesar de lo cual falleció horas más tarde ya que tenía afectados órganos vitales. En tanto, Joana recibió una herida en la pierna izquierda y quedó internada fuera de peligro.
De acuerdo a los investigadores, la mujer dijo “desconocer por qué paso el ataque”, aunque sí les recordó que el pasado 17 de junio un primo de su pareja que se llamaba igual que él había sido atacado a tiros en Esquiú y Felipe Moré, a unas 18 cuadras de dónde ellos fueron baleados, y donde el barrio Ludueña le da paso hacia el este al barrio Industrial cuando se cruzan las vías del ferrocarril Belgrano. Ese hombre, que también fue identificado como Jonatan Cabañas y tenía 27 años falleció el 9 de julio tras agonizar en la sala de terapia intensiva del Hospital del Centenario. Ante ello, los pesquisas trataban ayer de conectar ambos episodios para delinear una hipótesis que les permita llegar al esclarecimiento de los mismos y confirmar si hay un móvil directo que los una.
La investigación del crimen de este viernes quedó en manos del fiscal Adrián Spelta, quien ordenó a los peritos y pesquisas de la Dirección de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) las medidas de rigor como ser recabar las palabras de posibles testigos presenciales del hecho, tomar medidas planimétricas y relevar las cámaras de videovigilancia públicas o privadas que puedan existir.
El pariente
Respecto a la muerte del primo de Cabañas que tenía su mismo nombre, el muchacho de 27 años había sido baleado la tarde del 17 de junio pasado en la zona de Esquiú y Felipe Moré, un sector donde se erige un asentamiento precario junto a las vías del ferrocarril Belgrano. Ocurrió cuando estaba junto a un amigo en una chatarrería de la zona quien más tarde relató a los pesquisas que charlaban cuando, según dijo, “se escucharon los balazos y nos tiramos al piso, pero de repente Jonatan empezó a gritar que le habían pegado”. Y agregó que él sólo alcanzó a ver a un “pibe con gorrita y barbijo que después de disparar salió corriendo por las vías con el arma en la mano”.
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Así, mientras algunos vecinos alertaban de lo ocurrido al 911 y los primeros policías que llegaron a la zona encontraron al hombre herido de gravedad a un costado de la línea férrea, otra gente del barrio cargó al muchacho en una camioneta policial que cumplía un servicio de custodia en pasaje Franco al 2000 y obligaron a los uniformados a llevarlo al Hospital del Centenario.
En el centro asistencial comprobaron que Cabañas tenía varias heridas de arma de fuego en la espalda por lo que fue operado y quedó internado en terapia intensiva con asistencia mecánica respiratoria hasta la mañana del 9 de julio cuando se comunicó su fallecimiento a raíz de una infección torácoabdominal. La investigación de ese episodio quedó en manos de la fiscal Georgina Pairola.
Zona de guerra
De los 170 crímenes registrados hasta la noche del viernes en el departamento Rosario, 20 de ellos se cometieron en distintos sectores del barrio Ludueña. Un sector de la ciudad que el martes pasado fue presentado en el Congreso por el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, como un lugar donde gracias a la presencia de fuerzas federales, especialmente de Gendarmería, se había retomado “la paz y la tranquilidad”. Sin embargo, los vecinos y los hechos cotidianos desmintieron casi en simultáneo esa afirmación.
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Detrás de esa ola criminal que afecta al barrio y se hace extensiva a la vecina barriada de Empalme Graneros se esconde una disputa territorial por el narcomenudeo y la usurpación de viviendas para la instalación de quioscos de venta de drogas. Y como telón de fondo los nombres de quienes regentean con un ejército de pibes devenidos en soldaditos ese negocio. Una disputa entre la facción liderada por Fran Riquelme, un muchacho vinculado a Esteban Lindos Alvarada y que desde la cárcel sigue manejando los hilos de esta trágica historia; y otra que comandaban Mauro Gerez y Cristian “Larva” Fernández, vinculados a Los Monos. El primero detenido e imputado a principios de junio como miembro de una asociación ilícita dedicada a cometer balaceras y el otro asesinado en abril pasado en el marco de esta misma saga.