Así como el año pasado se registró una merma en el total de homicidios cometidos en el departamento Rosario, hubo un indicador que se mantuvo: en 2017 fueron asesinadas veinte mujeres, apenas dos menos que en el período anterior. Lo que sí aumentó, en función de datos preliminares, son los casos que se investigan como femicidios con agravantes de violencia de género o cometidos en el contexto de violencia familiar; en 2016 fueron seis de 22 y el año pasado fueron diez.
Casos diferentes con denominadores comunes. En febrero Nadia Benítez, de 32 años, murió víctima de golpes por los que apresaron a su concubino. Días después Ester Bustamante, de 67, fue asesinada de un disparo por su marido que luego se suicidó. Se investiga en ese sentido la muerte de Mariela Barbosa, cuyos restos se encontraron enterrados en barrio Las Flores en abril pasado, el crimen de Tamara Merlo en Villa Gobernador Gálvez, y el de Paola Ríos, de 24 años y arrojada desde un séptimo piso el mismo día de noviembre en que apareció muerta por ahorcamiento Sabrina Vallejos en Avellaneda al 4300.
En el contexto familiar causó gran conmoción el doble crimen ocurrido en una vivienda de barrio Acíndar donde un hombre de 34 años mató a puñaladas a su esposa Fernanda Laconca y la hija de ambos, Camila, de 2 años. Una situación similar a la sufrida por la septuagenaria Felicia Apas, asesinada a golpes por un hijo que al parecer es inimputable.
El agravante de violencia de género también podría aplicarse a otros dos crímenes cometidos contra trabajadoras sexuales: si bien las investigaciones no avanzaron aún en ese sentido, no pueden descartarse ese ingrediente en los crímenes de María de las Mercedes Bernárdez, de 56 años, asesinada a golpes en Amenábar al 6200, y Pamela Tabares, una trans de 36 años a quien mataron de cinco balazos en un camino rural de Pérez.
En duda
Esos hechos sin contar casos de violencia que aún no están investigados siquiera como homicidios, como el de Violeta Abregú, una joven de 20 años muerta de un balazo en la cabeza el 3 de diciembre en su casa de Granadero Baigorria. Su pareja, un joven que cumplía arresto domiciliario, aseguró que la chica se quitó la vida mientras que los familiares de ella acusaron al muchacho.
Balaceras ajenas
Sin embargo no todas los crímenes de mujeres se pueden enmarcar en la problemática de la violencia de género, indicador de un problema que va más allá de la seguridad pública. Hubo tremendos casos en los que las víctimas quedaron en medio de balaceras por conflictos de los que eran ajenas, como las niñas Candela Maciel y Micaela Duarte alcanzadas por disparos cuando estaba adentro de sus viviendas, así como Julia Guzmán, de 32 años y baleada en medio de un tiroteo en Tablada.
O los crímenes de Lorena Ojeda, una chica de 16 años baleada en Vera Mujica y Rueda el 16 de diciembre de 2016 y muerta un mes después, ejecutada por un sicario que recibió una orden desde la cárcel para matar, en rigor, a una hermana de la víctima que debía testificar contra Ariel "Tubi" Segovia. Un caso similar al de Yolanda Sánchez, una mujer de 81 años que una madrugada se asomó a la ventana de su casa y recibió un tiro en el pecho que según el vecindario tenía como destinatario a su marido. Y el de Bienvenida Chaparro, de 65 y asesinada por sicarios que al parecer buscaban al novio de una nieta, un doble crimen ocurrido en Constitución al 4300 que también se cobró la vida de un hijo de la víctima.
También se investigan los motivos de otros crímenes de mujeres que no se encuadrarían en femicidios: el de Daiana Jiménez, de 19 años y asesinada de un disparo cuando atendía su quiosco del barrio Gráfico, y el de Isabel Petrona Cantero, de 56, muerta en el marco de una agresión sufrida en la vía pública, un hecho por el cual no hay imputados detenidos pero ya cobró, en principio, otros tres homicidios que al parecer se perpetraron para vengarlo.