La última noche del 2009 fue de terror para un grupo de vecinos y dos ladrones
en Eva Perón al 4900. Cuando faltaban dos horas para la medianoche, dos individuos aprovecharon que
la puerta de una casa de pasillo estaba abierta y se metieron. A punta de revólver redujeron a
nueve personas, entre las que había tres niños de menos de 10 años, miembros de una familia que se
preparaban para sentarse a cenar. Los ladrones fueron violentos en especial con tres miembros de la
familia, uno de ellos un nene de 10 años.
A las 22 del 31 de diciembre, Cristina, una de las dueñas de la casa de Eva
Perón y Sucre, estaba terminando de acondicionar el patio de la vivienda para despedir el año y
recibir el 2010. Cerca de allí los hombres de la casa preparaban el asado cuando por la puerta de
ingreso —abierta porque acababa de retirarse un familiar— ingresaron dos muchachos
armados. Un tercero quedó en la puerta de campana. Los ladrones entraron por un pasillo y ganaron
el patio de la propiedad, que está dividida en dos pequeños domicilios y un taller de herrero.
Pero la suerte de los ladrones no tardó en cambiar. Uno de los ocupantes de la
casa se trabó en un forcejeo con uno de ellos. El maleante hizo tres disparos en el lugar pero pudo
ser dominado. Mientras su cómplice huía fue sacado de la casa que pretendía robar a trompadas entre
gritos desesperados de las mujeres que pedían ayuda. Al escuchar los pedidos de auxilio, los
vecinos de la cuadra se asomaron. Y al enterarse de que se trataba de un ladrón se asociaron a lo
que terminó siendo una golpiza descomunal.
"Todo el que pasaba, en auto o en moto, bajaba a pegarles", recordó una mujer de
la zona.
Tras huir, el compañero de andanzas del ladrón golpeado regresó a intentar
rescatarlo y también fue aporreado. Cuando llegaron efectivos de la comisaría 6ª se encontraron con
los maleantes atados con alambre de fardo contra una columna de la luz y una escolta de
vecinos.
Uno de los ladrones tenía su rostro desfigurado. Tiene 23 años y un homicidio en
un robo en 2003, cuando era menor de edad. Ayer se les secuestró un revólver 38. Su compañero tiene
18 años y prontuario abierto.
Robo y castigo. "Se lo merecían. Había criaturas y no les importó nada. A uno de
los nenes, de diez años, le pegaron un culatazo en la espalda. Y a mi compadre, de 58, le abrieron
la cabeza de un golpe", dijo Cristina de 33 años. A su lado estaba Mary, su comadre de 54, a quien
tras el robo frustrado atendieron por un pico de presión.
A las 22 del 31 ingresaron dos muchachos armados. "Uno entró y agarró a mi
compadre, de 58 años, junto a la escalera. El otro fue hacia donde estaba mi comadre con el nieto
de 10 años. Los dos estaban armados", recordó Cristina. "Me pedía la plata. Qué plata, les decía
yo, si somos gente pobre y trabajadora. Mi marido es herrero. Mi compadre yesero y yo empleada de
comercio", explicó Mary.
Los ladrones golpearon a los hombres y al nene de 10 años para hacerse con una
cartera y un celular. Pero fue en ese momento, mientras atesoraban tan magro botín, cuando uno de
los dueños de casa se abalanzó y desarmó a uno de los ladrones.
"Forcejearon y el ladrón hizo tres disparos en dos veces. Mi marido le pegó en
la espalda y el choro se iba como gateando. Cuando salió a la vereda íbamos todos detrás de él. Los
otros ladrones huyeron. Yo empecé a los gritos que llamaran al 911. Así se asomaron los vecinos de
la cuadra", recordó Cristina. Así, entre los autos que circulaban por la ex calle Córdoba, el
ladrón sin fortuna cruzó de vereda. Pero los vecinos lo alcanzaron y a las trompadas y patadas lo
volvieron a cruzar. A los golpes lo llevaron unos 40 metros por Sucre entre Perón y Santa Fe.
Calvario del ladrón. El reguero de sangre se detuvo contra una columna a la
altura del 768 de Sucre. Ahí el asaltante fue atado con alambre de fardo que aportó uno de los
vecinos. "Todos los que se quedaron en el barrio salieron a la calle y le dieron", insistió
Cristina. "Pensamos que esto fue un robo al voleo. Venían a robar el almacén que está en Saravia y
Perón, pero como don Tito cerró más temprano, se metieron donde pudieron", recalcó la mujer.
El que peor la llevó de los ladrones fue Emanuel Víctor Velazquez, de 23 años.
"Lo dejaron irreconocible. Tiene la cara como una morcilla", indicó un vocero policial. "Cuando
llegaron los móviles al lugar él y su cómplice estaban atados como chanchos con alambre", precisó.
Se le secuestró un revólver calibre 38.
Entre sus antecedentes policiales Velázquez tiene un homicidio tras un robo
calificado en 2003, cuando tenía 17 años, que está en el Juzgado de Sentencia 2ª. Su compañero de
infortunio fue identificado como Brian Leonel R., de 18 años, también con prontuario según
confiaron los investigadores.