El crimen del agente de viajes Hugo Ernesto Oldani, baleado en su oficina en una galería del centro de Santa Fe, abrió una compuerta que permite ver, según los investigadores, el funcionamiento de una cueva donde aparecen delitos diversos contra el orden financiero. De los avances en la Justicia federal se desprende que el asesinado comerciante “manejaba dinero que correspondería a la policía de la provincia de Santa Fe, específicamente de la Unidad Regional I y de la Policía Motorizada”. Y que en ese negocio se celebraban operaciones de gran envergadura con empresarios o personas acaudaladas de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos al margen de la legalidad vigente de operaciones cambiarias o financieras. Como resultado de las indagaciones, un fiscal federal pidió que se investigue a una colega del fuero provincial porque permitió que sacaran una cuantiosa suma de dinero de dudosa justificación.
Si no fuera por el destino que tuvo, Oldani se enfrentaría a una causa penal por delitos económicos. El fiscal federal Walter Rodríguez, que tiene a cargo esta pesquisa, pidió en cambio la formación de una causa por separado para quienes pudieran estar implicados en los ilícitos que salen a la luz a partir de su crimen el 11 de febrero pasado en la galería Rivadavia de la capital provincial.
Uno de los legajos paralelos pedidos por Rodríguez es a fin de investigar “el delito de encubrimiento en que pudo haber incurrido la fiscal del Ministerio Público de la Acusación Cristina Ferraro, en la modalidad de hacer desaparecer los rastros, pruebas o instrumentos del ilícito, agravado por tratarse de una figura penal especialmente grave y por su calidad de funcionaria pública”.
"La suma de dinero hallada en el lugar a minutos del homicidio y luego desaparecida está calculada en 1.100.000 dólares y 3.050.000 pesos
Todas estas revelaciones surgen a partir de que la suma de dinero hallada en el lugar a minutos del homicidio de Oldani y luego desaparecida, calculada en 1.100.000 dólares y 3.050.000 pesos, es desproporcionada para el volumen operativo de un operador turístico en su giro comercial.
Frente a esto, por la importante cantidad de dinero fotografiada y desaparecida en la escena del crimen se instó un trámite penal para establecer si alguno de los responsables de la firma produjo actividades para procurar y hacerse de recursos financieros para terceros, rubro para el que según el Banco Central de la República Argentina (BCRA) Oldani Turismo no estaba inscripta.
En este sentido, señaló la pesquisa federal, pudo reconstruirse que Oldani, quien registró un significativo nivel de gastos mensuales que bordeaban los 300 mil pesos según información policial, se dedicó cuanto menos a compraventa de dólares en transacciones de cambio chico. Pero al ahondar las consultas a testigos y documentos se estableció que eran frecuentes las operaciones de mayor envergadura con personas de gran capacidad económica.
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Ello también es congruente con la organización interna de la agencia ya que, indica la pesquisa federal, Oldani tenía una logística operacional que incluía la utilización de automotores que ingresaban y estacionaban en las dársenas de un garaje ubicado frente a la galería donde lo mataron. Estos autos eran conducidos por sujetos aún no identificados “que bajaban con cajas que eran introducidas a la casa de turismo y luego volvían a llevar esas mismas cajas a sus rodados”, de acuerdo a un informe de la Policía Federal Argentina.
Oldani, bajo la lupa
La investigación se enfocó en Oldani especialmente. En base a lo indagado se supo que el agente de viajes, indicado como responsable de tareas que sobrepasaban el giro comercial de la empresa, tenía conductas llamativas para la pesquisa: se conducía solo, transitaba la capital provincial sin custodia, salía a depositar valores en forma personal, utilizando para ello una caja de cartón del tipo del envase de alfajores.
El fiscal Rodríguez apuntó el detalle de que en los momentos que sucedieron al crimen, cometido por personas que le dispararon y quedaron registradas en imágenes, se advierte una filmación de la agencia que expone una máquina calculadora encendida sobre su escritorio en cuyo visor se ve una cifra (16.800.000) que indica que estaba en plena labor de cálculo cuando fue agredido.
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Las acciones que promueve el fiscal federal obviamente se extinguen en Oldani por causa de su deceso. Pero queda abierta contra aquellos que hubieran participado en lo que para el funcionario es evidente: que en la oficina se hacían actividades financieras sin contar con autorización.
Para contribuir a explicar el delito penal económico se considera vital examinar la escena del crimen de Oldani, a fin de “intentar reconstruir el esquema de negocios paralelos que funcionaba bajo el paraguas protector de una agencia de turismo”.
De allí se deriva el pedido de investigación a la fiscal Ferraro. Esto se debe a que la caja de seguridad en la agencia de turismo, en el momento posterior al homicidio, “no fue registrada por la autoridad competente”.
Según el subcomisario Pablo Molinas, que llegó al lugar tras el hecho, la fiscal de Homicidios Ferraro le indicó a Virginia Oldani, hija de la víctima, que todo el registro de la escena debía desarrollarse en presencia de dos testigos mayores de edad. El informe policial destaca que Virginia Oldani “se niega rotundamente al ingreso de toda persona ajena al negocio, no acatando la orden de la fiscal, la que tomando conocimiento de la negativa accede al pedido de la misma y el procedimiento finalmente se realiza con la presencia en el interior del local de la hija del damnificado y su esposo”.
Del mismo informe se desprende que en el fondo del local, detrás de una puerta, existe un pequeño reducto con una estantería improvisada en madera. En esos estantes había “una gran cantidad de dinero en moneda nacional y extranjera, separados por fajos”. Al verificar eso los policías invitaron a abrir a la hija de la víctima una nueva caja de seguridad, a lo que la mujer se negó rotundamente.
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En declaración testimonial, Virginia Oldani sostuvo que la misma noche del hecho “fui con mi marido a retirar el dinero, porque la fiscal Ferraro nos autorizó a retirar todo lo de valor”. Cómo terminó todo fue aportado también por la mujer. “Entré con mi marido y cargamos todo el dinero en una mochila y dos portafolios que se encontraban en los estantes”.
Tras eso el fiscal federal refiere que le pidió a la fiscal Ferraro si había elementos indicativos sobre quienes concretaron “la sustracción de valores y dinero en efectivo” de la escena del crimen y que en caso contrario le proporcionara filmaciones. La respuesta de su colega, indica Rodríguez, le pareció elusiva. “No solo omitió una respuesta a cada uno de los distintos puntos de interés sino que agregó una suerte de alegato respecto de un planteo de competencia que se encuentra fuera de su órbita”, observó el fiscal federal.
"Fui con mi marido a retirar el dinero, porque la fiscal Ferraro nos autorizó a retirar todo lo de valor
Luego, el 28 de febrero, trascendieron imágenes de la cantidad de dinero desaparecida en el portal online “Zona Crítica”. Fue esa fotografía y no la acción de la fiscal Ferraro, lo que motivó la investigación por alteración del orden económico y financiero en la esfera del MPA.
Si el dinero fotografiado fuera el único elemento material para impulsar la investigación, indica el fiscal federal, eso nunca hubiera ocurrido sin que antes se hubiera quebrantado la cadena de resguardo y custodia de los bienes hallados y esfumados del lugar del homicidio.
Por tal motivo Rodríguez entiende que es razonable que una acción irregular produjo, el mismo día del asesinato y en el mismo sitio, que una importante cantidad de dinero, documentación y anotaciones desaparecieran de la escena del crimen.