La noche del domingo Marcelo Aliendro, un albañil de 19 años, salió de una casa de Guillermo Tell al 600 junto a dos amigos. Se encontraba a metros de su casa por la misma calle cuando desde un Chevrolet Corsa negro les dispararon varias veces. Aliendro sufrió una herida de bala en el abdomen y murió pasadas las 23.30 apenas llegó al Hospital Roque Sáenz Peña. Las otras dos víctimas del ataque sufrieron distintas heridas: Marcelo P., de 25 años, recibió un balazo en el hombro derecho, al igual que Nicolás M., de 20. Aliendro quedó tirado en la vereda de su casa, a la que llegó trastabillando, y fue auxiliado por vecinos que lo llevaron al hospital.
Según se comentaba en el lugar al parecer los dos heridos son oriundos del barrio Tablada, en tanto que la víctima vivía allí en el barrio de la Carne hace dos años, aunque había pasado gran parte de su vida en el barrio La Paloma de Villa Gobernador Gálvez.
Los vecinos, testigos involuntarios del ataque, contaron que “cerca de las 23 había mucha gente en la calle, con chicos jugando en la vereda y vecinos en la puerta de sus casas. Los tres muchachos salieron de una casa y se acercó un Corsa negro que estaba dando vueltas por el barrio y en el que iban dos o tres tipos. No dijeron nada y empezaron tirar. Dos de los muchachos salieron corriendo y «El Negrito», como le decíamos a Marcelo, no pudo correr y le dieron en la panza”.
Aliendro trabajaba en albañilería y en una fábrica de alfajores de zona oeste. “Era un buen pibe, no molestaba a nadie y volvía siempre de trabajar a la tardecita, tipo 18. Yo lo veía pasar para el kiosco o a hacer alguna compra. La verdad, no sé que pasó pero él no robaba ni nada, al menos en el barrio”, comentó un comerciante de la zona.
“El Negrito” tenía dos hijos junto a su mujer, también muy joven: uno de dos años y otro de 8 meses. En cuanto a antecedentes sólo contaba con una denuncia por lesiones en febrero de 2019 en perjuicio de un familiar, que no es su esposa.
Como diez tiros
“Se escuchó un auto que venía despacio y se paró donde estaban los pibes y después como diez tiros, parecían dos pistolas”. En tanto desde la cuadra en que sucedieron los hechos, unos cien metros de casas humildes en un barrio donde cartonear se convirtió en una actividad más, otros vecinos dijeron no saber nada. “Ni escuché los tiros”, graficó uno, mientras otro sostenía que “la gente no habla porque tiene miedo. No sabemos qué pasó, por ahí los que tenían problemas eran los pibes que venían de Tablada”.
Desde Fiscalía comunicaron que el caso lo tomó la fiscal de Homicidios en turno Marisol Fabbro, que determinó que el gabinete criminalístico de la Agencia de investigaciones (AIC) relevara la zona del hecho. Los efectivos secuestraron unas diez vainas servidas de los calibres 9 y 22 milímetros.