De entrada no suele aparecer. Pero Nahuel Valentini siempre termina metiéndose en la foto de los principales protagonistas de Central. Confesó que su fe interna lo mantiene fuerte de alma y cuerpo cuando algunos cuestionamientos florecen en el terruño de Arroyito. El defensor mostró una marcada solidez en las dos últimas presentaciones del conjunto dirigido por Miguel Angel Russo. Claro que Petaco no se relaja por su dulce presente. Aunque aseguró también que “aún hay cosas por mejorar desde el aspecto individual, pero soy una persona que siempre les pongo el pecho a las balas”.
—¿Por qué siempre terminás jugando con todos los entrenadores?
—No sé, es como que no se pueden deshacer de mí (sonríe). La verdad es que estoy muy contento con este presente. Sinceramente siempre me preparo para jugar en Central, sea un mal o buen momento. Trabajo duro para estar bien porque en esta profesión no podés regalar nada porque el que viene atrás te come. Por suerte ahora estoy teniendo la continuidad que buscaba cuando comenzó este nuevo ciclo de Miguel Russo.
—¿Se puede afirmar que ni los reproches de la gente te frenan, ya que hasta hace poquito el propio hincha de Central te maltrataba?
—Sucede que soy una persona que le pone el pecho a las balas y va siempre hacia adelante. Entiendo a la gente y sé que esto es así. Pero la verdad es que me muero por jugar en Central pese a todo lo que se diga. El club está por encima de todo. Los comentarios siempre estarán. Más cuando el equipo pierde.
—¿Lo que te mantiene con ese optimismo es la fe? Otro jugador en tu lugar ya se hubiese ido del club como ya lo hicieron varios.
—Sí, porque me pasaron muchas cosas acá. Siempre recibo críticas, pero igual no aflojo. Tengo bien en claro cómo soy. Pero la fe me da toda la fuerza para seguir así. También es importante el apoyo de mis compañeros, sobre todo los que decidimos quedarnos a pelearla de nuevo tras no haber logrado el ascenso. Se armó un nuevo grupo y ahora tratamos de salir adelante.
—¿Pensás que es justo que al final terminen poniendo la cara los más chicos porque la mayoría de los refuerzos no rindieron?
—No sé si es justo, pero la realidad y sobre todo la historia de este club marca que los chicos de las inferiores siempre salvaron a la institución. También que cuando las cosas no vienen bien se apela a los pibes porque ya saben cómo es Central.
—¿Coincidís con que no es normal ese proceso?
—Desde hace un tiempo al chico que le toca debutar en esta gran institución, lo hace en un contexto difícil. Nos tenemos que acostumbrar a eso. Como pasó con varios de nosotros en su momento. De hecho, por mi experiencia puedo decir que viví muchísimas cosas muy jodidas. Por eso es que cuando se suma algún juvenil tratamos de hablarle para que esté cómodo y sienta lo menos posible esa presión que siempre viene de afuera. Central no es para cualquiera.