Leo fue esperado por una multitud que lo colmó de afecto, como al Patón Bauza y al resto. El feeling continúa intacto
Leo fue esperado por una multitud que lo colmó de afecto, como al Patón Bauza y al resto. El feeling continúa intacto
Desde muy temprano se apostaron por la avenida Belgrano y desde muy temprano se pusieron las vallas frente al hotel Diplomatic, un 5 estrellas en medio del caso céntrico mendocino. No importó demasiado además que la delegación argentina llegara con casi 35 minutos de demora. Todo valió la pena con tal de ver de cerca, de sentir al menos, que tenían al mejor del mundo ahí nomás. El recibimiento a Lionel Messi fue realmente conmovedor y tuvo su pico máximo cuando bajó del micro y caminó los pocos pasos que lo zambulleron en el hall. La idolatría está intacta y aunque devolvió pocos saludos, como la mayoría, se lo volvió a notar distendido. "Está ansioso por jugar", diría minutos después el Patón Bauza. Quedó claro que todos fueron por él.
La multitud mostraba alguna identificación albiceleste y carteles de agradecimiento para el crack rosarino que capitanea Barcelona por no dejar la selección. La mayor preocupación de la seguridad no sólo fue mantener a la gente tras las vallas, sino correrla cada vez que pasaba uno de los modernos tranvías por detrás, ya que ocupaban sus vías. La espera empezó de día y terminó de noche, cuando el moderno micro de la empresa Chevallier logró girar frente a la cochera del imponente hotel con pericia, estacionó y la delegación nacional empezó a bajar de manera sincronizada.
Uno de los primeros en aparecer fue Bauza, que se mostró feliz y no es para menos. Ayer sintió en carne propia el cariño por la selección que hoy representa y lo retribuyó después de la cena, en un gran gesto, saliendo a saludar a los que entonces se quedaron haciendo el aguante, acompañado por Angel Correa y Lucas Alario. Incluso, bastante antes, cuando abordó una combi que lo llevó al Malvinas Argentinas para la conferencia de prensa, recibió una ovación que seguramente lo debe haber conmovido.
Sentado en uno de los últimos asientos, fue fácil divisar a Messi por su nueva cabellera rubia que lo distingue y prácticamente se quedó ahí, observando todo y devolviendo algún saludo, hasta que bajó la mayoría. Luego entró al lobby y antes de abordar el ascensor accedió a sacarse algunas fotos. Algunos juraron inclusive haberlo divisado en la ventana de su habitación saludando. De fondo, retumbó un conmovedor "Messi, Messi, Messi", sin ninguna otra palabra que acompañara lo que ni siquiera tenía tonalidad de canto, sino que se asemejaba a un grito de guerra.
El recorrido por el interior del país volvió a cumplir con la premisa de que los jugadores sientan el calor de la gente, como lo reflejó Correa apenas en remera en la muy fría noche mendocina que se espera no le traiga consecuencias. La selección volvió a conmover y eso fue la primera buena señal de este ciclo que se inicia y que precisa olvidar rápido las secuelas de las finales perdidas.