La apatía como bandera. El sufrimiento por otro arranque abajo en el marcador y una respuesta más anímica que futbolística. Esos fueron los tres grandes tópicos del empate en Tigre, donde el conformismo sólo adquirirá sustento en ese punto logrado porque se remó desde atrás, pero cuando las dudas futbolísticas volvieron a decir presente y, en cierta medida, fueron unas de las causales por las que el canalla sigue sin poder sumar de a tres en la Superliga.
El arranque del partido coqueteó con algunas señales positivas para Central, pero todo resultó un espejismo, en ese primer tiempo en el que las buenas intenciones quedaron lejos de las concreciones que la cosa ameritaba. El débil remate de Herrera a pocos segundos de iniciado el partido, la arremetida de Zampedri tras el fuerte centro de Pereyra y el centro que terminó en un remate en el ángulo izquierdo de parte de Ferrari fueron sólo aproximaciones aisladas, sin un juego por detrás que permitiera creer que el equipo de Montero estaba de una vez por todas en condiciones de levantar el nivel.
Tigre fue haciendo pie en cancha. Sin generar peligro, el local empezó a copar la mitad de la cancha, donde los movimientos de Menossi comenzaron a transformarse en un enigma indescifrable. También fueron traslados sutiles sin mucho peligro, pero el partido ya había tomado otro color. Y la fisonomía cambió definitivamente cuando el propio Menossi tomó un rebote en el borde del área y clavó un tremendo zurdazo contra el palo derecho de Ledesma (15').
A partir de ahí se empezó a ver lo peor de Central. Porque a la liviandad de Pereyra para generar (Carrizo y Camacho también estuvieron ausentes) se le sumó el poco peso de la ofensiva y, además, se potenciaron algunas dudas en el fondo, donde Tobio parecía debutante. Apenas un remate rasante de parte de Carrizo desde afuera del área que lamió el palo izquierdo de Crivelli fue lo que pudo generar el canalla. Partido chiquitito para tan grande expectativa.
Algo más cómodo se sintió con el partido Central cuando decidió pisar un poco el acelerador y cuando Tigre se metió en el juego del golpe por golpe. Ese tipo de juego fue al que le había podido sacar provecho hace unos días en Alta Córdoba. Y así como Tigre tuvo con qué estirar la ventaja (en ese lapso Ledesma tuvo un par de intervenciones acertadas), Central tuvo lo suyo. Pero Joaquín Pereyra erró la volea de frente al arco (52') y Zampedri falló en el mano a mano con Crivelli, en lo que, hasta ahí, había sido lo más claro. Pero hubo otra bola que Central no quiso desaprovechar. Y fue la que cayó justo en los pies del goleador que no hacía goles: Ruben. A los 13 minutos de haber ingresado y pisando los 905 minutos sin convertir el emblema se sacó la mufa y marcó el empate.
Era el mejor momento de Central y del que el equipo pudo sacar un mayor provecho de haber estado fino en la definición. Porque Ruben tuvo la sentencia en sus pies tras una asistencia de Ferrari a espaldas de los centrales, pero después de realizar bien el primer movimiento falló en el toque final y se lució Crivelli.
Y con ese ir y venir, en el que cada uno que avanzaba amenazaba con quedarse con los tres puntos (Central pareció estar un poco más cerca), se consumió un partido en el que Central se sintió cómodos de a ratos, pero que tuvo que esperar que le mojaran la oreja para que ensayara alguna mínima reacción.