Los Baby Boks volvieron a festejar frente a Los Pumitas, quedándose ayer con el segundo de los amistosos programados al imponerse por 39-28 tras ochenta minutos vibrantes disputados en la cancha de Gimnasia y Esgrima, en el corazón del parque Independencia.
Argentinos y sudafricanos jugaron en un gran nivel ante un marco que rondó las dos mil personas y cerraron de la mejor manera la etapa final de su preparación con vistas su participación en el Mundial Juvenil que se disputará en Italia, en junio. Un expectador de lujo fue, sin dudas, Daniel Hourcade, el DT de Los Pumas.
Cada uno apeló a su libreto, pero en líneas generales podría decirse que los Baby Boks se llevaron el partido porque supieron explotar muy bien los errores de Los Pumitas, ya que a la hora de generar juego Argentina fue superior. Pero lo cierto es que, en este nivel, las equivocaciones se pagan caro y los sudafricanos supieron como capitalizarlas a su favor en momentos clave del partido.
Los primeros minutos fueron de estudio, parejo, con un control repartido y muchas infracciones de ambos lados. Así el apertura sudafricano Brandon Thompson y el centro argentino Emiliano Boffelli empezaron a sacarse chispas, mostrando ambos una gran efectividad. Dos penales por lado daban cuenta de la paridad en el marcador (6-6).
Pasado el cuarto de hora, Sudáfrica empezó a ablandar a Argentina con sus forwards, de gran peso y tamaño. Un error en la marca posibilitó a los sudafricanos instalarse en la última línea. Allí la visita no perdonó. Una infracción (que terminó en amarilla para el ala argentino José Deheza) derivó en un line y éste en un maul que sólo detuvo su marcha dentro del ingoal: try de Jan Van der Merwe. Sudáfrica empezó a distanciarse. Decididamente empezó a plantear un partido bien físico y de mucho contacto con sus delanteros, al punto tal que sus backs eran casi invitados de lujo. Las veces que entraron en acción lo hicieron de una manera simple, sin demasiadas variantes.
Minutos después Van der Merwe volvió a marcar, aprovechando una jugada colectiva de su pack y cerró su hat trick, recogiendo una pelota suelta en la última línea, un verdadero regalo argentino. Fueron veinte minutos letales, donde la visita se hizo fuerte y empezó a construir la victoria. Un penal del centro de Duendes antes del cierre le dio las cifras definitivas al primer parcial, un 9-25 demasiado generoso con la visita, que mostró poco pero fue muy efectivo.
En el complemento las cosas fueron distintas. Argentina salió más decidido, con otra actitud, se animó a más. En ese sentido, el ingreso de Patricio Baronio fue fundamental, ya que el medioscrum de Jockey Club le dio otra dinámica. Esto, sumado al desequilibrio que podían generar Deheza y Ezcurra, por ejemplo, hicieron que Argentina se convierta en el protagonista.
Los Pumitas se instalaron rápidamente en campo rival y ahí intentaron ahogar a su rival, lo obligaron a equivocarse. Y así fue. Los Baby Boks intentaron en defensa sorprender con un line a la cola, pero no lograron salir del asedio argentino. Sudáfrica quiso salir de contra pero la presión hizo que un pase terminara sin destino fuera del campo de juego. Argentina jugó rápido, aprovechando que toda la defensa rival no estaba organizada, y tras una sucesión de pases la jugada terminó en el try de Juan Cruz Mallía, en el otro extremo de la cancha. La recuperación era posible.
Promediando el segundo tiempo Ernesto Olmedo sumó un nuevo try para Los Pumitas y el seleccionado argentino se puso a tiro. El 21-25 daba razones para creer. Y en el mejor momento Argentina se volvió a equivocar. Ezcurra ensayó un rastrón pero Leonlin Zas le adivinó la intención, le interceptó la pelota y con toda la defensa a contrapierna se fue solito al try, cuando al partido le restaban aún diez minutos.
Lejos de rendirse Los Pumitas fueron a buscar el partido. Santiago Resino apoyó y todos los presentes en GER pensaron que el milagro era posible. Pero no fue así, más allá de que Los Pumitas intentaron, Ruan Kramer sentenció la historia y colgó la chapa final, un 28-39 que premió demasiado a los sudafricanos si se tiene en cuenta lo expuesto a lo largo de todo el partido. Argentina mereció un poco más, y más allá de quedarse con el sabor amargo de la derrota, sabe que viaja a Italia estando a la altura de las circunstancias, y eso no es poco.