Juntarse en la esquina del barrio. Pelotear en el portón de la fábrica. Aprovechar cuando no pasa ningún auto para jugar un picadito. Situaciones tan simples como irrepetibles. Y que en esta era de la tecnología y el poco contacto, ya están en vías de extinción. Pero en cada club de barrio, todavía queda un poco de luz.
Muchos profes siguen inculcando el juego en equipo, el compañerismo, los valores, el escuchar al de al lado, atender sus problemas, o sacarle una sonrisa. Es volver a la infancia. Y esos profes trabajan para que esos chicos y chicas se alejen de los vicios callejeros con un salvavidas llamado deporte.
Uno de los tantos que pelean en el día a día para eso es Néstor Dellepiane, un apellido conocido del futsal local, que en Ybarlucea concretó la idea de incluir desde el deporte a un grupo de jóvenes que se recuperan de adicciones y se engancharon en el proyecto. Por un rato se olvidan de todo.
“Después de pasar por tantos clubes de barrios y ver tantos flagelos, estoy seguro que todos pueden salir y tener un futuro”, le comentó el profe a Ovación, que está trabajando en el club Unión Americana, en el corazón de barrio Fisherton, con el objetivo de que los chicos del campo de rehabilitación lleguen a jugar en primera. Aunque a veces te lo quieran hacer creer, nada está perdido.
¿Desde cuándo te relacionás con el futsal y qué te llevó a hoy ser profe?
Yo conocí el futsal a los 9 años gracias a mi hermano (Gustavo Dellepiane) y de ahí pasé por varios clubes, unos 14. También fui profe en varios clubes. Ahora estoy viviendo en Ybarlucea y un día me encontré con un amigo, que es pastor, que me contó todo el trabajo que estaba haciendo en la zona y ahí fue que llevamos adelante la idea de sumar a competir a chicos que estaban recuperándose de adicciones.
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Néstor Dellepiane, junto a chicos de Unión Americana.
En una época viciada por la tecnología y el apego al celular, ¿cómo hacés para que un chico se enganche con el deporte y no lo deje?
Lo importante es cómo uno le transmite la pasión por el futsal a los chicos. Si lo hacés de forma apasionada, ellos se enganchan. Es un deporte en el que se trata de engañar al rival en espacios reducidos. Eso te hace preparar estrategias, te engancha rápido y todos se compenetran. Al trabajar en tantos clubes, pude ver el flagelo en los barrios, de los vicios de la calle. Y estoy seguro que todos estos chicos con los que trabajamos pueden tener un futuro en el futsal, que puedan terminar en clubes que les paguen bien. Además del trabajo que encaramos hace un tiempo en Ybarlucea, ahora estoy en Unión Americana. Ahí estamos armando un proyecto para salir a jugar partidos por todo el país y, en un futuro, también a otros países. Hay jugadores muy interesantes en el grupo. Por eso nos propusimos esos desafíos deportivos. Siempre trabajando con seriedad y fundamentos. Es la única manera de que el proyecto funcione.
Además de ser entrenador, inevitablemente oficiás de contención para muchos chicos que arrastran problemas desde sus casas y la única vía de escape que tienen es el deporte.
Es muy importante que los profes se comprometan con la causa. El otro día se me enojó un muchacho de la categoría súper veteranos. Es muy importante que yo lo llame y le diga "vení y hablamos", por más que esté enojado conmigo. Se trata de la contención. El futsal es contención. Esa persona puede estar con adicciones, con algún problema personal, entonces yo lo tengo que contener. Hace desde 2020 que trabajamos con chicos en recuperación de adicciones, han pasado unos 150, y hoy estamos en 30 o 40.
¿Y cómo lográs, en estos casos, que no se terminen yendo?
Yo no puedo citar 12 jugadores y que dos queden en el banco y no jueguen. Es una falta de respeto. Si me llega un jugador 5 puntos, yo lo tengo que llevar a que sea 6 puntos. Si eso no se logra, entonces fui un mal profe. Hay profes que citan chicos de 13 años, los hacen comer banco y, encima, cuando entran les gritan. Es algo que veo todo el tiempo. Un joven que vos no hacés jugar puede terminar en la esquina fumando, tomando, vagueando, todo porque no lo quisiste poner y se enojó y se fue. El futsal te da disciplina, te ordena. Si no los contenemos, esos pibes se van a la calle. Y un adulto también. Y lamentablemente pueden terminar tirados en una esquina o en la cárcel. No queremos que eso pase. Con el futsal les damos otro futuro.