Lucía Izaguirre vive con su mamá Mariel, su papá Pedro, su hermano Agustín, dos gatos, dos perros y varias vacas, en Larguía, un pueblo de 35 familias ubicado a 7 kilómetros al norte de Totoras. A los 4 años un tío le enseñó a jugar al ajedrez, y ya no paró. Se sumó al taller municipal totorense y allí les dijeron a sus padres que la lleven a un torneo a Rosario. Fue, jugó y salió subcampeona. De allí en más se apasionó y siempre logró buenos resultados. ¿Por qué no compartir ese taller con los chicos de la escuela poligrado Nº 705 Juan Pestalozzi de su pueblo? Así se hizo en 2015, contó la mamá de Lucía, que es cooperadora escolar, desde antes que sus hijos nacieran. Hoy la mayoría de la primaria (25 alumnos) juega ajedrez y compiten con otras escuelas de la región. Lucía, desde hace quince días, es como la Lucha Aymar en su categoría y no sólo en Larguía, sino en todo el país. Cuando se le pregunta si es fácil para un adulto aprender a jugar advierte: "Y... tenés que tener mucha paciencia y pensar mucho", dice esta nena que además toca la guitarra, nombra a Karri Gaspárov entre sus modelos, quiere ser veterinaria, repiensa y alienta: "Mirá, si jugás al ajedrez te vas a divertir, podés conocer muchos países y gente. Intentalo". Habrá que probar.