Un partido más para lamentar que para disfrutar. La forma en la que se abrió y se cerró la primera presentación canalla en el torneo es el mejor elemento para pararse de frente a las explicaciones y abordar el análisis. Ponerse en ventaja a siete minutos del final y que se lo empaten cuatro minutos después explica todo. Incluso si se toman esas dos jugadas aisladas de lo que fueron los 90 minutos de juego. Pero ocurre que la mirada abarcativa también inclina la balanza a favor de Central. Pero lo que mereció no fue. Por eso el gesto adusto del final, con un ceño más fruncido que con síntomas de alegría. El 1 a 1 fue un castigo para un equipo de Montero al que le costó mantener el ritmo, pero al que siempre le resultó relativamente sencillo sostener las riendas del encuentro.
Hubo un par de jugadas en las que quedó más que claro por dónde pasaban las expectativas de uno y otro. Y en esa puja Central se impuso. Quizá no con una claridad abrumadora, pero sí con la necesaria como para haber logrado un resultado ciento por ciento positivo.
A los 32' Guanca metió un pase en cortada para Morales en el que Ruso Rodríguez debió exigirse al máximo. Fue la única jugada de Colón en el primer tiempo. Y a los 42' del complemento llegó ese embrollo en el área canalla que tuvo un par de pifias en el medio y que terminó con el tanto del empate de Sandoval. Antes de eso había sido prácticamente todo de Central.
Al equipo le faltó más que juego un conductor definido, alguien que maneje los tiempos, que juegue y haga jugar al resto, pero con espíritu colectivo supo sobreponerse a eso. Entre la estabilidad que Romero entregaba en la mitad de la cancha, los largos trayectos de Camacho y Carrizo por las bandas y la fortaleza física de Zampedri arriba Central se las ingenió para marcar presencia.
Eran más arremetidas que jugadas elaboradas, pero alcanzaban, al menos para mantener a Colón a raya. Zampedri lo tuvo para definir por encima de Domínguez (12'), Camacho hizo lo suyo tras una jugada individual por izquierda (24'), Carrizo la metió de emboquillada pero el moreno arquero sabalero la envió al córner y en una de las mejores funciones colectivas de esa primera etapa llegó el tremendo zapatazo de Romero que dio en la base del palo izquierdo. Sobre el final otra vez apareció Zampedri, quien optó por el remate cuando Ruben entraba solo por el medio.
Quizá lo que más contento haya dejado a Montero fue la postura futbolística de su equipo, que nunca resignó el protagonismo. Todo se dio porque el orden nunca se perdió y porque los que mejor pie tienen siempre se buscaron. Siguieron siendo importante Carrizo por un lado y Camacho por el otro. Quizás a quien más extrañó el equipo fue a Ruben, de partido discreto. En medio de toda esa movilidad que Central intentaba imprimirle al partido Zampedri fue el gran batallador de la tarde. Cuando no se podía por abajo siempre estuvo a mano el recurso del pelotazo largo. El cabezazo en el palo de Zampedri (tras córner de Gil) hubiera sido el premio que a esa altura Central merecía. ¿Qué le faltó al equipo en ese tramo del partido? Agregarle a ese dominio una mayor claridad de tres cuartos de cancha hacia adelante. Igual, lo que buscó lo encontró con esa contra que arrancó en Carrizo, que siguió en Herrera y que tuvo los dos cabezazos dentro del área: el de la asistencia de Zampedri y el del gol de Camacho. Por juego no había forma de que a Central se le escapara el resultado. Pero una desinteligencia en un tiro libre fue el castigo. Quizás desmedido, pero castigo al fin. Después no hubo casi tiempo para la reacción. El esfuerzo ya lo había hecho y los merecimientos fueron desplazados abruptamente. Fue un aprobado para el comienzo.