Casi la mitad de los jugadores en el mundo percibe salarios de mil dólares o menos por mes y sólo unos pocos tienen sueldos millonarios, muchos de los cuales cuando se retiran terminan en bancarrota
Por Sergio Faletto
Casi la mitad de los jugadores en el mundo percibe salarios de mil dólares o menos por mes y sólo unos pocos tienen sueldos millonarios, muchos de los cuales cuando se retiran terminan en bancarrota
Una consideración se hizo convicción con los años: los futbolistas son unos privilegiados porque hacen lo que les gusta y tienen el futuro económico garantizado por la alta rentabilidad de su actividad. No obstante, y más allá de que las cifras que se manejan en el fútbol actual son considerablemente superiores a décadas pasadas, los resultados de determinados estudios globales sobre el futbolista y su circunstancia pusieron en crisis esa creencia masiva.
De acuerdo con las conclusiones recientes, casi la mitad de los futbolistas profesionales del mundo tienen un ingreso exiguo, sólo un 2 por ciento tiene haberes contractuales que superan los 60 mil dólares mensuales, mientras que de aquellos jugadores destacados que tuvieron ingresos millonarios, más del 60 por ciento termina en bancarrota a los cinco años de retirarse. Y en este muestreo también están incluidos los futbolistas argentinos.
Un informe originado por la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (Fifpro) más los producidos por distintas organizaciones, entre ellas Xpro, destinada a beneficiencia de jugadores, determina que un alto porcentaje de los futbolistas afrontan serios problemas durante y después de la práctica activa de este deporte.
Los resultados de la investigación desarrollada por la Fifpro en términos globales establecen que la cúspide de la pirámide de los futbolistas profesionales está reflejada en un 2 por ciento del total, un sector minoritario que sí puede encuadrarse en aquel estamento de privilegiados y millonarios. Dos de cada 100 tienen un ingreso anual superior a los 720 mil dólares, no obstante hay otro sector mayoritario comprendido en el 45 por ciento de los futbolistas que sólo tiene un ingreso de mil dólares o menos.
El estudio refleja que ese 45 por ciento que tiene muy bajos ingresos es el resultado promedio de lo mensurado en los continentes. Claro que con diferentes matices. Porque en Africa el porcentaje de jugadores que percibe mil dólares o menos asciende al 73,20 por ciento, en América los guarismos se reducen al 44,60, mientras que en Europa la cifra baja a sólo un 32,20 por ciento.
En Argentina
Sin dudas que en ese mapa económico descripto, la Argentina tiene bien marcados esos extremos, ya que aquellos que componen ese 2 por ciento son quienes habitualmente integran la selección nacional, los que asoman como alternativas y varios más de los que militan en las competencias europeas de mayor nivel, sumados unos pocos futbolistas que actúan en Estados con fútbol emergente como Emiratos Arabes o China, donde estuvo Darío Conca, donde está Ezequiel Lavezzi y probablemente ahora vaya Carlos Tevez. Todos casos testigo de los contratos de magnitud que se rubrican.
En contraposición hay muchisimos jugadores contemplados en el profesionalismo que están en el escalón inferior, en el que habitan aquellos que en primera división por ejemplo rubrican el primer contrato, que no supera los 16 mil pesos, como así otros tantos que militan en divisiones de ascenso y que están por debajo de esa cifra.
Descripta la cúspide de esa pirámide de los ingresos de los futbolistas, hay en el mundo además de esa base del 45 por ciento con ingresos de mil dólares o menos, otro segmento del 30 por ciento que percibe entre 1.000 y 4.000 dólares mensuales, por lo que sumados hacen al 75 por ciento del total. Con estos datos relevados, la Fifpro demuestra que con esos ingresos difícilmente un futbolista pueda asegurarse un futuro de confort debido a lo acotado de su período activo dentro del campo de juego.
Y es aquí donde surge otra problemática para los jugadores de fútbol cuando concluyen su trabajo, porque a excepción de países desarrollados donde las retenciones realizadas a los haberes durante su actividad configuran un seguro monetario en cuotas o en un pago único a manera de jubilación (Holanda o Francia), en la mayoría de los otros países no tienen la posibilidad de jubilarse como futbolistas, aunque haya un derecho previsional vigente como en la Argentina que da cuenta de este problema (ver aparte).
Pero así como hay un 75 por ciento de la población de jugadores profesionales que no son privilegiados económicamente en el marco de la sociedad, hay otro 25 que sí puede edificar un porvenir sin sobresaltos si sólo se tiene en consideración el ingreso neto. Porque alrededor de un 11 por ciento del total percibe entre 4.000 y 8.000 dólares mensuales, mientras que el 13,49 por ciento restante está por encima de los 8.000 dólares.
Vale aclarar que cuando se mensuran estos ingresos se remite sólo a lo que está en el contrato entre el jugador y el club, ya que no se imputan los montos que se obtienen por publicidad u otras actividades derivadas por sus inversiones, las que generan cifras considerablemente superiores a las reseñadas por el trabajo de la citada federación.
Los integrantes de este grupo más beneficiado si logran hacer un desarrollo prolijo y ordenado de sus finanzas tendrán un tránsito cómodo y libre de preocupaciones, por lo que podrían enmarcarse en esa brillante definición que formuló el entrenador Marcelo Bielsa en la charla con sus dirigidos en el Athletic de Bilbao tras perder la Copa del Rey: "Son muy jóvenes, son millonarios prematuros, no tienen problemas".
Claro que no todo lo que se gana perdura, porque muchos componentes de ese subgrupo de élite finalmente sí afrontan situaciones traumáticas y hasta irreversibles en materia financiera, a tal punto que muchos de ellos derivan en crisis profundas en las que terminan comprometiendo la vida misma.
Y es esto lo que refleja la investigación que desarrolló Xpro en 2013, organización dedicada a tareas caritativas con futbolistas británicos. Un relevamiento ejecutado entre los futbolistas de Gran Bretaña arrojó como llamativo final que el 60 por ciento de los jugadores millonarios de las islas terminaron quebrados económicamente a los cinco años de haberse retirado, guarismos que se mantuvieron luego pese al notable incremento de ingresos en el fútbol inglés con la llegada de las inversiones asiáticas y rusas.
Esto también tiene correlato con lo que sucede en otros países, como en Estados Unidos, donde ya más allá del fútbol, el 80 por ciento de los deportistas consagrados dilapidaron sus fortunas tras haber dejado la actividad. Y en este número no sólo están los futbolistas sino también los jugadores de básquetbol, béisbol, fútbol americano, hockey sobre hielo y boxeo.
Casos emblemáticos
Entre los casos más resonantes aparecen los de Andreas Brehme, jugador de la selección alemana que hace un tiempo le peleaba a la pobreza cobrando sus presencias en eventos. El chileno Iván Zamorano pasó por momentos de zozobra y tuvo que achicar su patrimonio inmobiliario. La triste imagen del inglés Paul Gascoigne, arrasado por el alcoholismo, es elocuente.
Y la Argentina también tiene ejemplos en este sentido. Varios fueron los jugadores que sorprendieron por sus precarias situaciones financieras tras haber sido muy exitosos en sus carreras. Los casos más renombrados fueron René Houseman, Jorge Comas, Víctor Ramos, José Percudani, entre otros. Y recientemente se viralizó un video de Ricardo Bochini ofreciendo su presencia en diferentes eventos (cumpleaños, reuniones, partidos a beneficio) para así obtener algunos ingresos. Y si bien luego aclaró que lo hizo para organizar su agenda, lo cierto es que también sufre apremios económicos.
Más allá de las diferentes ayudas que recibieron por parte de los clubes y allegados, la verdad es que todos los casos a nivel mundial de los deportistas que colapsaron financieramente están estrechamente vinculadas a causas reiterativas, como las malas inversiones inmobiliarias, equivocados emprendimientos comerciales, problemas judiciales entre los que sobresalen los divorcios, alcoholismo, drogadicción, ludopatía, entre otros tantos inconvenientes sociales o económicos. Y este es el otro lado de la realidad, aunque siempre prevalece la de aquellos protagonistas del fútbol exitoso y más visto.
Poco asesoramiento
Al respecto, este diario consultó a varios agentes futbolísticos sobre si ofrecen algún tipo de asesoramiento a sus clientes sobre qué hacer con el dinero que ganan y por abrumadora mayoría todos coincidieron en que no lo hacen para evitar situaciones conflictivas. Sólo opinan si el futbolista los consulta, pero no van más allá.
Así las convicciones se fueron solidificando con la imagen de aquellos jugadores que navegan en la abundancia merced a sus exorbitantes ingresos, pero son los menos, justamente ese 2 por ciento que más trasciende por las conquistas de sus equipos, habitados por los mejores del mundo. Y los más ricos. Pero no son mayoría. A medida que se desciende en la pirámide se comprueba que muchos conviven en otro contexto, eventual y perentorio, sin proyección, sin reaseguros previsionales ni obra social, y donde están obligados a adaptar sus vidas a otras actividades, vinculadas al fútbol o no, y que en muchos casos son expulsados a la miseria por falta de formación, previsión y contención.
Es por ello que la creencia popular que sostiene que los futbolistas son privilegiados porque ganan fortunas necesita una corrección inmediata. Quienes gozan de ese nivel millonario son muy pocos. Parecen muchos pero sólo por la exposición mediática de su pertenencia. Son la minoría. Otro segmento minoritario logró una calidad de vida gracias a su preparación para emprender otros horizontes. Pero el resto, la gran mayoría, quedó muy lejos de convertirse en esos "millonarios prematuros".