Cualquier persona que se conmocionó por la muerte de Diego Maradona hubiera pagado hasta lo que no tiene para sentarse a una mesa con el Diez. Hernán Castellano, actual entrenador de arqueros de Central, tuvo la chance de hacerlo y no quiso. ¿El motivo? La “terrible vergüenza” que sintió, en el casamiento de Daniel López (sobrino de Maradona), al que no había confirmado su presencia y en el que, cuando Diego se dio cuenta de que no tenía dónde sentarse “me llamó y empezó a correr las sillas de sus hijas para que lo hiciera con él. «Estás loco»”, le dije. Esa fue una de las varias muestras de afecto que tuvo Maradona con el Rifle, quien dijo sentirse muy “consternado” por lo sucedido.
Aquel penal de 1996 que Castellano le detuvo a Diego en el Gigante, el primero que atajó en su vida, es lo que muchos conocen entre el Rifle y Diego, por la doble atajada y por la camiseta que el Diez le regaló después del partido, pero el ex arquero canalla ubicó ese gesto “entre muchos otros”. “Conmigo tuvo dos o tres actitudes increíbles”, relató Castellano en la charla con Ovación.
“Cuando yo jugaba en Jujuy me invitó al casamiento Dani López. Era de esos casamientos en los que tenías que avisar si ibas y yo no lo hice. Maradona estaba ahí y en el momento en el que nos teníamos que empezar a sentar cada uno en su mesa, yo y otras dos o tres parejas no teníamos dónde hacerlo. Diego de lejos vio que estaba parado y como no sabía lo que pasaba me llamó. Me dijo «vení para acá» y empezó a correr las sillas de las hijas para que nos sentáramos en su mesa. Me dio tanta vergüenza que le dije que no. «Esto te pasa por ser arquero», me dijo, cargándome”, recordó el Rifle, quien ante la consulta si finalmente se había sentado o no en la mesa con Diego fue tajante: “¡Estás loco! Era demasiado para mí”.
El Rifle Castellano le ataja un penal a Maradona
Antes de eso Diego ya había tenido un enorme gesto con Castellano, cuando desestimó los pedidos de varios jugadores de Central para cambiar la camiseta porque quiso dársela al Rifle, inmediatamente después de finalizado el partido (victoria 1-0 de Boca sobre el Central de Angel Zof en el Clausura 96). “Muchos compañeros cuando terminó el partido lo fueron a saludar y le pidieron la camiseta pero se le puso en cabeza que me la quería dar a mí. Recuerdo que yo estaba haciendo una nota para la televisión y Diego se acercó y me la dio. Por supuesto me saqué la mía y se la di”, describió Castellano.
Fue el primer penal que el Rifle atajó en su vida. “Antes de ese penal era «Castellano», pero después pasé a ser «Castellano, el que atajó el penal a Maradona»”, recuerda de manera jocosa. Pero hay una imagen que quedó grabada a fuego después de esa doble tapada (el penal y el rebote, también a Diego), en la que el Rifle se le va encima al Diez y le grita en el oído. “Me lo preguntaron mil veces porque pareció que lo estaba insultando, pero nada que ver, lo estaba alentando. Le dije «¡sos un fenómeno, tuve suerte!»” Y agregó: “Lo hice porque Diego se puteaba a sí mismo porque venía de errar dos penales seguidos”. En el segundo penal que tuvo Boca, Diego justo salió porque sintió una molestia en el aductor. Lo pateó la Brujita Verón y también lo erró (pegó en el travesaño y se fue por arriba).
76694089.jpg
Castellano parece increpar a Diego pero le dice "sos un fenómeno".
Desde ese 29 de junio de 1996 el Rifle Castellano atesora esa camiseta de Boca, la 10 de Diego, que no tiene en su casa, sino “guardada en una caja fuerte de un banco”. ¿El motivo? “Qué se yo, después de Central jugué en Jujuy, en Santa Fe y fueron tantas mudanzas que pensé que podía llegar a perderla y que guardarla en un lugar así era lo mejor que podía hacer”.
Pero el destino le guardó un nuevo encuentro a Castellano con Maradona. Fue hace unos pocos meses (en febrero pasado), en el Gigante, cuando Diego vino a jugar con Gimnasia. A esa altura el Rifle ya estaba reincorporado al trabajo luego de sortear la operación por un cáncer de próstata. “Dudé en ir a saludarlo después del partido porque había perdido y además hay mucha gente que se entusiasmaba con un saludo de Diego. Pensé que debía estar cansado, por eso lo dudé, pero igualmente fui. Fue un abrazo sentido, se acordaba de todas las veces que nos habíamos visto, me preguntó por mi salud, por mi enfermedad y la verdad es que me emocionó. No lo podía creer”. Esa noche también sintió “vergüenza” porque “me quería ir rápido, pero Maradona quería seguir hablando”. La misma vergüenza por la que no se sentó a la misma mesa junto a Diego.