Argentina jugó con la historia de saberse superior. Jugó con la chapa del título ganado en el Maracaná. Y jugó sin la mochila de esa tremenda carga de años sin festejos. El combo dio un cómodo 3-1 a una entusiasta Venezuela en Caracas, con Lionel Messi jugando de nuevo todo el partido tras unas largas vacaciones y el debut reciente en su nuevo cobijo francés, generando su fútbol con intermitencias pero obligando a una falta descalificadora que dejó al rival con diez. Con Giovani Lo Celso como el gran armador y asistidor cuando el partido fue partido, con el ingresado Joaquín Correa que lo reemplazó en la misma alta sintonía para definirlo y un Lautaro Martínez intratable siempre. Así, con una diferencia que debió ser mayor tras el descuento en adicional por un dudoso penal, la selección mostró que, lejos de relajarse, sacó a relucir chapa y hambre intacta. Nada mejor para ir el domingo al clásico de siempre, que será más revancha para Brasil.
Una victoria sobre Venezuela no debe tomarse como nada de otro mundo. Más allá de que las últimas dos visitas fueron complicadas y que las distancias futbolísticas se achicaron, lo habitual es que Argentina sume todo en cualquier circunstancia. Pero por supuesto la visita a Caracas no fue una más por varios motivos. Es que más allá del valor de los tres puntos en el camino hacia una nueva Copa del Mundo, había muchas cosas por ver en la selección de Lionel Scaloni.
Una de ellas, si mantenía las ganas intactas. Otra, si Messi seguía al mismo nivel que en la Copa América y con él, un equipo que ya no giraba tanto a su alrededor y que no paró de crecer desde que asumió Scaloni. Y todo eso se vio en un 3 a 1 corto, una diferencia que Soteldo achicó con un penal de compromiso (no pareció pisotón del Papu Gómez) pero que fue más amplia en el desarrollo, más allá de un breve receso en el complemento hasta el segundo gol.
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Y es que Argentina fue superior once contra once. Mereció la ventaja mucho antes de ese final del primer tiempo, cuando Lautaro Martínez mandó de zurda a la red la gran asistencia de Lo Celso. Antes inclusive de que el recién ingresado Luis Martínez le pegara el tremendo planchazo a Messi, dejando a Venezuela con uno menos.
Venezuela hasta esa roja había intentando jugar de igual a igual, lo cual le dio más espacios a Lo Celso y a Messi al principio para sus pases filtrados. Un disparo en el travesaño de De Paul y un mano a mano que el buen arquero Fariñez le sacó a Di María fueron las muestras de un dominio sostenido albiceleste. Pero cuando el rival quedó con 10, optó por agruparse más cerca del área propia y a Argentina le costó un poco más penetrar la defensa, aunque el gol estaba al caer y no sorprendió entonces el gol de Lautaro, muy activo y partícipe de los otros gritos.
Con ventaja en el resultado y en hombres a favor, Argentina se relajó un poco y Venezuela contó con alguna chance, siempre inspirada en Soteldo. Pero bastó que Scaloni entendiera que debía mover la estantería para que la selección recuperara el norte. Y lo hizo con los Correa, Joaquín sobre todo, y el rosarino Angel.
Así, otra vez se hizo de la pelota y definiría el pleito. Y en las dos acciones que los Correa la mandaron al fondo, hubo muy buena combinación previa con Messi y Lautaro. Dos goles seguidos que sentenciaron la historia, más allá de un descuento que sólo fue justo para Soteldo, el mejor local.
Argentina impuso su jerarquía. Individual, sí, pero ante todo de equipo. El mejor escenario para volver por Brasil en su casa.
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