La historia de siempre. La repetida una y otra vez, al menos desde hace once meses. Newell's está para el psicólogo, como repitió Omar De Felippe días atrás hasta el hartazgo en una entrevista con Ovación. La cabeza juega y, sin dudas, mucho. Aunque también no hay que dejar de soslayar la cuestión futbolística, la baja producción que lo convierte en un equipo endeble. Por momentos fácil de doblegar ante el primer cachetazo. Trata de levantarse y herido en el alma genera acciones, pero falla donde no debe hacerlo. Y si anoche no se fue con un empate en vez del 1-0 abajo fue por la ineficacia extrema en la definición, sobre todo en la última acción con Amoroso como protagonista. Por supuesto que la derrota no fue sólo por el atacante, sino por una seguidilla de errores que decantó en el traspié.
Sin arriesgar demasiado y con mucho cuidado. Así transitaron la primera mitad pinchas y leprosos. Con poco fútbol. Nada por aquí, nada por allá. Demasiado temor a ser lastimado. Por eso, salvo un cabezazo de Schunke al inicio, la media hora inicial del cotejo transitó por el terreno del aburrimiento. Hasta que Formica sacudió la modorra y avisó en el arco de Andújar. Y enseguida nomás Amoroso metió un frentazo que hizo activar al arquero pincha. Ahí pareció que los dos comenzaban a despabilarse y animarse. A "conocer" los arcos. Y así, ante los cachetazos leprosos, el local contestó con un zapatazo de Sánchez que Aguerre mandó al córner.
"Por abajo", gritaba desesperado Don Omar gesticulando desde el banco cuando la pelota volaba por los aires con destino incierto. "Tranquilos", pedía separando las dos manos y moviéndolas de arriba hacia abajo. Buscaba la calma ante una desesperación que invadía. Porque la pelota no llegaba limpia a Leal, quien pasaba desapercibido y perdido entre los centrales. En la Pantera caía el peso de la responsabilidad por ser la carta de gol del equipo, además de Fértoli que no podía sacar provecho de su velocidad ante una defensa dura, pero que a la vez entregaba dudas.
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Sobre que a Newell's también le costaba dominar la pelota y generar juego, un mal pase de Bernardello derivó en que Rivero cometiera otra infracción y se ganara la segunda amarilla y a los vestuarios. De Felippe no lo podía creer. Miraba hacia el centro del campo de juego azorado, sin entender y casi desconsolado. Claro, seguramente se le vino a la mente en ese momento la roja que no le mostró el árbitro a Erquiaga en el primer tiempo.
Y se veía venir. El golpe psicológico. Al ánimo leproso. Pavone esta vez ganó de arriba después de ir una y otra vez y mandó la pelota a la red. 1 a 0 para que Omar sacara al capitán Bernardello y mandara a la cancha a Oviedo. Cacciabue y el debutante Alzugaray (ambos recién ingresados) se pararon como volantes centrales. En ese instante Andújar le tapó una bomba a Leal. Después Amoroso hizo todo para llevarse las loas tras una gran jugada individual dentro del área, pero en el último toque la tiró afuera. Increíble.
"Otra vez sopa", dijo un leproso que pudo ver la presentación del equipo en Quilmes. Tres palabras que reflejan el karma que persigue a este equipo que no puede asomar la cabeza del todo. Cuando parece que se levanta vuelve a caer. Mostrando las dos caras de una realidad. Hace unos días tuvo toda la felicidad ante Tigre. Anoche el rostro de desazón que lo persigue hace casi un año cada vez que sale de casa.