Thomas Hobbes, nacido en el año 1588, fue un filósofo autor de la famosa obra “El Leviathan”(1651) de lectura obligada en las ciencias políticas y en filosofía. Hobbes toma la figura del “monstruo marino” del Libro de Job para representar al Estado. Y fue el precursor del “ Estado de Bienestar”. Hobbes sostuvo que “el hombre es un lobo del hombre”, egoísta y malo por naturaleza. Por lo tanto, decía que la única manera de elaborar proyectos políticos es conociendo la naturaleza humana, porque si no se la conoce no se podía proyectar políticamente una organización social sobre los hombres. Por esta razón, probablemente, fracasan la mayoría de los proyectos políticos. Admiraba a Maquiavelo y compartía el pensamiento que solo cuenta lo que sea más útil para mantener el poder y por eso está justificado. “De manera que daba como primera inclinación natural de toda la humanidad un perpetuo e incansable deseo de conseguir poder tras poder, que sólo cesa con la muerte”. Y sostuvo que “las pasiones que inclinan a los hombres a buscar la paz son el miedo a la muerte, el deseo de obtener las cosas necesarias para vivir cómodamente y la esperanza de que, con su trabajo, puedan conseguirlas”. Estas tres pasiones responden a la tendencia de la autoconservación y ponen en marcha la razón humana para crear “algo artificial” (Estado) que asegure la conservación de la vida.
De ahí es que sostenía la necesidad de un Pacto para buscar la paz y mantenerla, en el que cada hombre renunciara a la libertad en aras de la seguridad. Y es aquí donde aparece la necesidad del Leviathan, el Estado Absoluto, como un poder invisible que mantenga atemorizados a los hombres y que, con la amenaza del castigo o desprotección, los obligue a cumplir sus convenios y a observar las leyes de la naturaleza. Por ello, sostenía que el Estado debía gozar de un poder absoluto, inmenso, para poder imponer su ley y que nadie se rebele contra él. De esta manera la seguridad es condición para la felicidad. Y la seguridad sólo es posible gracias a la creación del Estado, que provee lo necesario y procura la satisfacción de las necesidades más elaboradas. Así entiende Hobbes al Estado protector y asegurador, por lo que puede decirse que se ocupa de la felicidad de los individuos. Se intercambian los derechos individuales por la seguridad, la paz y los servicios. El Estado como “salvador” del hombre miserable, egoísta e incapaz por sí mismo de asegurarse su futuro sin necesidad de luchar contra otros semejantes.
En este punto, muchos de ustedes pensarán y dirán -como me ocurrió a mí- que por la pandemia y durante la misma resucitó Thomas Hobbes. La realidad mostró un cuadro de restricciones y limitaciones de las libertades a cambio de la protección del Leviathan/Estado, quien detentando el poder único y absoluto, e infundiendo temor directa o indirectamente a todos los súbditos, obedecían las órdenes impartidas. Surgió implícitamente el Pacto que Hobbes proclamaba donde la ciudadanía resignaba derechos y las necesidades de todos se canalizarían en el Leviathan. Empresas, trabajadores, desocupados, todos debían ser amparados por el Estado. Sin anunciarlo, Hobbes había resucitado. En todos los países de la comunidad internacional, no sólo en Argentina. En todos, estuvo presente el Leviathan de Hobbes. En algunos con más fuerza que en otros.
Ahora bien, el gran interrogante que surge es si ese Hobbes que resucitó en y por la pandemia, finalizada la misma ¿volvería a su tumba o permanecería entre nosotros?
Si analizamos la realidad de los hechos nos encontramos con un Estado en su total dimensión. Su intervención en la sociedad es total. No existe una actividad, sector, grupo o individuo que no haya recibido centellas de fuego del Leviathan que se asemeja a un Dragón. El fuego se hace sentir en forma de retenciones, presión impositiva, intervención en mercados, regulación de precios, limitaciones al turismo exterior, planes sociales como clientela política, subsidios a distintas actividades industriales y comerciales, ingresos indiscriminados en el sector público, aumento indiscriminado del gasto público, protección de privilegios, etcétera. Acciones no solo aceptadas por los ciudadanos sino con la paradoja de que todos, pero todos, recurren al Leviathan para conseguir su “protección” ante las necesidades. Aún los que proclaman el liberalismo a ultranza. En crisis, a golpear la puerta al Leviathan. En normalidad, a golpear la puerta por sus favores.
Hobbes señala que para tener un conocimiento de los elementos de las leyes naturales y políticas es necesario investigar qué es la naturaleza humana, qué es el cuerpo político y a qué se denomina ley. Tres categorías que se encuentran vinculadas sin perder su independencia, porque no se puede hacer un análisis sobre los aspectos que constituyen la naturaleza humana sin tener presente su relación con el cuerpo político y la ley. Trilogía utilizada como instrumentos para explicar la acción de los hombres como artífices de un Estado. El que da protección, asegura la paz y la felicidad a cambio de aceptar la limitación o supresión de derechos fundamentales.
¿Hobbes resucitó para quedarse? ¿Se hizo realidad su teoría después de casi 400 años? A los hechos me remito.