El 7 de abril se cumplen 300 años de la muerte de Juan Bautista de La Salle (1651-1719), sacerdote y pedagogo francés que consagró su vida a formar maestros destinados a la educación de los hijos de artesanos, campesinos y trabajadores.
Por Raúl Pedemonte
El 7 de abril se cumplen 300 años de la muerte de Juan Bautista de La Salle (1651-1719), sacerdote y pedagogo francés que consagró su vida a formar maestros destinados a la educación de los hijos de artesanos, campesinos y trabajadores.
La figura y personalidad de La Salle ha suscitado el respeto y la admiración de historiadores de todas las tendencias. Y nadie puede poner hoy en duda los méritos excepcionales de su obra en el plano histórico, social y civil.
Llevado por la situación de extrema pobreza en que se encontraban los campesinos en las aldeas y los trabajadores en las ciudades de la Francia del siglo XVII, renunció a su canonjía y a sus bienes y fundó en 1680 en Rerims el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que hoy conocemos como Hermanos de La Salle. A lo largo de más de tres siglos se ha extendido en medio de duras pruebas —y grandes dificultades— en el mundo entero, con una progresión que nadie ha podido detener en prueba del dinamismo interior y vitalidad fecunda que lo caracteriza para la época en que surgió, y que conserva y acrecienta su valor educativo pedagógico en la sociedad actual.
En un período en que, de hecho, no existía la enseñanza popular, La Salle fue el verdadero fundador de la escuela popular moderna, tanto de la elemental como para la formación de profesores, de la enseñanza secundaria profesional, de la creación de cursos nocturnos y dominicales para obreros y aprendices, del internado para quienes estaban condenados por los tribunales. Creó talleres de escultura, dibujo, carpintería, prácticas de agricultura, contabilidad, orientación profesional, cursos de capacitación y de rehabilitación psicosocial.
Abrió las primeras escuelas para los niños y jóvenes que vivían en la calle. Introdujo innovaciones importantes en educación: la lección debía ser impartida en grupo, en clase y no individualmente como se venía haciendo. También, se debía enseñar a leer y escribir en la lengua vernácula, el francés, y no en latín. Estos cambios revolucionaron la pedagogía en Francia.
La Salle fue pionero en la formación de maestros rurales (escuelas normales), escuelas especiales, escuelas técnicas y de oficios.
Mostró cómo se debe enseñar y tratar a los jóvenes, cómo ayudarlos y fortalecerlos en la libertad y el espíritu crítico. Los maestros, decía, "no deben ser sólo teóricos sino sembradores de inquietudes con todo el alma. Ser caritativos, justos, dotados de un gran equilibrio temperamental, celosos en la formación de sus alumnos, desarrollarse sus aptitudes y descubrir el rasgo particular de su vocación.
La Salle no estaba familiarizado con la palabra ciudadanía pero sí con aspectos muy similares que aluden a la participación de todo individuo en la ciudad, donde aprende a respetar y hacer respetar las reglas que rigen este espacio en un marco de libertad, justicia, participación y solidaridad, y la preparación específica que debe recibir toda persona antes de acceder a la sociedad social.
La educación, para La Salle, tiene la característica básica de ser práctica y para todos. Es un proceso social que no distingue credo, procedencia o nivel social.
En La Salle tiene una importancia fundamental el aspecto formativo, que parte de su visión universal y comunitaria de la educación y supone que toda persona tiene el derecho de aprender nuevas formas de educarse, comprenderse y desenvolverse de manera auténtica y digna sin que se le margine bajo ningún aspecto.
La búsqueda de la libertad es tal vez el pilar que sostiene la formación del ciudadano. Esa verdad es esencial para humanizar a las personas y hacerlas libres.
La realidad social de la Francia del siglo XVII con profundas injusticias y desigualdades fue un reto para La Salle: el de encontrar un tipo de antropología y filosofía de la educación en el que se vislumbre de manera atenta la creación, organización y multiplicación de maneras distintas y pedagógicas de formar un individuo con valía, una persona en la que se le debe respetar su dignidad, acogido en el seno de la sociedad sin discriminación o exclusión.
La Salle escribió un buen número de obras pedagógicas, entre las que se destacan "La Guía de Escuelas Cristianas", "Reglas de la Cortesía y Urbanidad", el libro "Meditaciones para el Tiempo de Retiro", que traza un itinerario espiritual para los maestros y animación de los Hermanos. A causa de su vida y obra recibió el título de Patrono Universal de los Educadores.
La visión cristiana de educador de La Salle, los Hermanos y seglares en "misión compartida" conserva toda su vitalidad innovadora y fecunda para el mundo de hoy .
La ciudad de Rosario es heredera de la rica historia lasallana a partir del año 1907 con la llegada de los primeros Hermanos.