Noche de calor y bronca en la ciudad. Rosario se plantó. Basta de que se maten rosarinos. Omar Perotti lo escuchó y fue increpado en el Monumento Nacional a la Bandera. Por suerte no fue agredido físicamente. El intendente Pablo Javkin se quedó charlando con los familiares de las víctimas pese a los reclamos y al clima que lo rodeaba. Tenso, como el de quien le está diciendo: es la última.
La inseguridad en Rosario llegó a su punto límite, ya no basta con intentar blindarse mediáticamente. A la muerte en los barrios entre bandas por acción del sicariato se le agregó la muerte en ocasión de robo, las entraderas violentas. Esto va para atrás, cantaba Moris.
¿Quién le habrá aconsejado a Perotti ir a la marcha contra la inseguridad que organizaron los familiares? Sólo agregó leña al fuego, y corrió riesgo su integridad. Afortunadamente se fue a tiempo. Javkin hizo lo que viene haciendo estos días, conversando con los familiares, conteniendo con un equipo de psicólogos. La familia le pidió que vaya a la marcha. Pero todo fue de la peor manera.
“Que se vayan todos”, volvió a escucharse entre insultos. Casi todo era clase media, gente humilde, trabajadora, de sabor vecinal. Los rosarinos que aman a su ciudad, que no la quieren seguir viendo caer. Pusieron una frontera, una línea. “Hasta acá llegaron, gobernantes”, parecían decir. Era la marcha de la gente. De las víctimas.
Cada vez peor
No puede ser que en casi diez años del récord de homicidios (2013, gestión de Antonio Bonfatti, casi sin patrulleros en la calle) se llegue a casi 200 muertos a octubre de 2021. Nadie se olvida lo malo de la seguridad con el Frente Progresista, pero su gestión parece no haber hecho otra cosa que perder tiempo en aquellos seis meses de la transición en que no hicieron nada. Poner de ministro de Seguridad a Marcelo Saín, a punto de ser echado de la provincia, fue otra de las cuestiones increíbles. Hoy, el actual titular del área, Jorge Lagna, se siente colonizado por el sainismo sin Sain. Cambie, mejore. Si aun así el rosarino lo voto en las primarias. Imagine si hace una gestión buena en Seguridad.
Ayer, mucha gente se retiró del Monumento cuando vio que llegaban los políticos. Se sintió utilizada. como que se intentaba romper la marcha de los familiares. Pero está bien poner la cara hasta el final, aguantarse los gritos. Ese mano a mano que tuvo el intendente hasta el final, ahora debe complementarse con exigencias al gobernador. Y al jefe de Seguridad nacional que mandó 575 gendarmes, que divididos en cuatro turnos no suman más de 120.
Comparaciones trágicas
Así Rosario no da más. Lo peor es no hacer nada. Exploren la chance de tener una Policía Municipal. Para que el lector entienda: el promedio de muertos cada cien mil habitantes en Rosario es 17. En la ciudad de Buenos Aires: 3. Es cierto que el gobierno porteño goza de un presupuesto parecido a Madrid, que tienen todas las fuerzas. Pero también es cierto que la Policía Metropolitana logró que bajen los delitos.
Es aquí, es ahora. Y hora de que la multitud de candidatos deje de pavear con la rosarinidad. No puede ser que alguna candidata a concejala repita como un mantra: “Queremos ponerle un limite a Cristina”. ¿No se dan cuenta los rosarinos?
El único tema que importa en la ciudad es la violencia, la inseguridad, el narcotráfico. Y se deberían exigir que las listas presenten candidatos cada vez más aptos, preparados, con mérito comprobado. No es bueno que un gobernador tenga que retirarse de una marcha expulsado por la gente.
Hagan algo
La política se soluciona con más y mejor política. ¿Pero como decirle a esa gente humillada, dolorida, repleta de ausencias que todo pasa, que todo puede pasar?
Lo primero que tienen que hacer Perotti y Javkin es decirle a Aníbal Fernández que no los pase por tontos, que 575 gendarmes es un insulto para una ciudad que no para de sangrar. Es todo un desorden, nadie sabe qué controla a quién. Anoche, Rosario sumó su cuarta manifestación imponente. Las otras tres parecieron no servir de nada. Todos estamos mas grandes, con menor cantidad de resistencia al umbral de dolor. No sigan por el mismo camino, porque la gente va a reaccionar de otra manera.
Ayer, como en las otras tres movilizaciones históricas que tuvieron lugar en los últimos años, no se podía sentir menos que emoción por esas familias estragadas por el dolor conteniendo a los que querían hacer justicia por mano propia.
Y también se sintió emoción por ver a Rosario de pie frente a quienes no se enteraron de que esta ciudad no es un pueblo, no es una colonia. Ayer se habrá enterado.
Hay que rediseñar todo el esquema de seguridad en la ciudad más importante, que, paradójicamente no tiene calidad de vida a su altura.