Cuando a los siete años Lisandro Battaglia probó por primera vez el sabor del agua tónica, se hizo fanático a tal punto de preferirla por sobre otras gaseosas más populares entre los consumidores. Lo que en ese entonces ignoraba era que en 2018 se convertiría en el primer emprendedor en lanzar una tónica con raíces rosarinas, algo inédito en el mercado. Así nació Nina Q. elaborada de forma artesanal a partir de una receta propia que ideó después de varias investigaciones y pruebas.
Los comienzos no fueron fáciles, según rememora Battaglia en una charla con el suplemento Negocios de La Capital. En tan solo cinco años le tocó atravesar distintas crisis económicas y una pandemia, momentos que trajeron cambios en la matriz productiva del proyecto pero que jamás afectaron las ganas de su creador por animarse a nuevos desafíos. A su sabor original, hoy le suma la producción de dos líneas más, aromatizadas con pepino e hibiscus y una sólida red de 50 vinotecas en la ciudad y zonas aledañas donde concentra la venta de Nina Q.
“Al principio era ir negocio por negocio a tratar de romper esa desconfianza inicial, tenía que explicar la marca, de qué se trataba, dejarles algunas botellas para que la testearan y entendieran el concepto del producto. Realmente no pensé que en poco tiempo iba a lograr la aceptación que tuvo. El auge del gin ayudó y la época de cuarentena en mi caso fue una oportunidad para expandirme, llegué a tener 300 clientes en plena pandemia”, confesó el emprendedor a Negocios.
De la pasión a la profesión
Los recuerdos de las primeras veces que Lisandro tomó agua tónica están vinculados con sus abuelos con quienes solía pasar muchas horas en su infancia compartiendo salidas a comer afuera. En una de esas ocasiones fue que conoció el gusto particular de esta gaseosa que conquistó su paladar y, mientras amigos suyos elegían Coca Cola o Sprite en las tardes de club, la tónica siempre era su preferida.
1000027176.jpg
Lisandro Battaglia, el emprendedor al frente de Nina Q
Cortesía Lisandro Battaglia.
Ya de grande, entró a trabajar a Grupo Campari, donde llegó a desempeñarse como ejecutivo de ventas, trayecto que le dio la posibilidad de aprender cuestiones logísticas y comerciales sobre el mundo de las bebidas. Todo esto fue de gran utilidad al momento de lanzar su marca, trazando una estrategia que le permitió crecer rápidamente y gracias, también, a los vínculos generados con empresarios del sector a los que contactó para ofrecerles las primeras muestras de la marca.
“Yo estaba convencido de que tenía que apostar a un proyecto propio, quería lanzar al mercado algo disruptivo y dejar atrás todos los beneficios que tenía por estar en una compañía grande. Primero elaboré la receta de la tónica clásica y me lancé solo a producirla, pero antes de cumplir un año del proyecto ya tenía en mente la fórmula para lanzar los otros dos sabores que tengo ahora, muy pensados para el sector de la coctelería, sobre todo para acompañar el gin”, explicó Battaglia sobre los orígenes de Nina Q.
Una bebida con sello propio
Los ingredientes que lleva la bebida son de por sí pocos, aunque la receta de Lisandro tiene una vuelta de tuerca para diferenciar su sabor de las marcas estándar del mercado.
En el caso del azúcar, aclara que utiliza calidad premium y sin tacc para diferenciarse del jarabe de maíz de alta fructosa que utiliza la industria masiva. A su vez se le agrega quinina natural, un alcaloide extraído de la corteza del árbol de la quina con propiedades tónicas digestivas y nerviosas, más gas carbónico y algunos cítricos para aportar un toque personal.
“El balance entre todos estos componentes es clave para lograr un sabor equilibrado como el de Nina Q”, consideró el autor.
Nina Q agua tónica nueva.jpg
Costos e insumos
Para Battaglia, el perfil de consumidor es variado, fluctúa entre amantes de la tónica y sibaritas de la coctelería, que buscan darle un toque particular a sus tragos. Por eso, la principal boca de expendio de la marca son las vinotecas, contando con una red de distribución propia que se encarga de realizar la entrega de las cajas local por local. El fuerte está en Rosario y el Gran Rosario, pero hoy llegan también a otras ciudades de Santa Fe además de Córdoba y Buenos Aires.
Los primeros seis meses de Nina Q hicieron una producción de 2800 litros, mientras que en la pandemia llegaron a producir casi 30 mil litros y fue el puntapié para terminar de profesionalizarse. “Fue un momento donde mucha gente apostó a la bebida, a darse sus gustos para disfrutar adentro de las casas, en mi caso aproveché para hacer crecer la estructura, alquilé un depósito para guardar la mercadería además del servicio de entrega que antes hacía yo mismo. También se sumó full time mi mujer Virginia al proyecto, encargándose sobre todo del trato con los proveedores”, destacó el emprendedor.
El plan a futuro es seguir creciendo en el mercado y sumando nuevas líneas ya que muchos consumidores de la tónica piden más sabores a través de redes sociales. Sin embargo, los vaivenes en la economía pusieron un freno a estas ideas, el 2023 no fue un gran año en ventas y el volumen de producción se achicó un 30%, una realidad que se extiende a otros colegas del sector, según contó Battaglia. Otro problema son las botellas, hay tres empresas que se encargan de proveerlas y en el último tiempo no estuvieron entregando unidades a la espera de un acomodamiento de precios.
Nina Q se comercializa en unidades de 355 ml, con un valor de venta al público que ronda los $900, de este monto, un 18% del costo se debe únicamente al envase. La situación lo preocupa, sobre todo frente a lo que será la nueva tanda que encarará dentro de dos meses, pero se mostró positivo en caso de que el gobierno nacional cumpla con ampliar las importaciones. “Es difícil tomar decisiones cuando la coyuntura no acompaña, pero si se resuelve el tema de las botellas podría traer un gran alivio al negocio”, consideró el productor.