Frutillas del Litoral es una empresa formada por cuatro productores de frutilla de Coronda, formada en 2003 con el objetivo de conquistar mercados para la exportación. Sin embargo, las dificultades propias de los vaivenes de la economía, primero, y la disminución del volumen de la cosecha provocado por la extraordinaria bajante del río, después, tiene en vilo a los planes de producción para este año. La planta de 1.300 metros cuadrados, con tres cámaras de frío, permanece prácticamente vacía.
"La industria de frutillas comienza a trabajar cuando empieza a mermar el consumo de fruta fresca que va a verdulería o a la góndola de supermercado, aún así en agosto solíamos captar algo de fruta para industria", señala Iván Parra, gerente de la empresa.
Este año, en cambio, llegando a los últimos días del mes, la producción aún no pudo arrancar. El plan original de trabajo, afirma Parra, era procesar unas 600 toneladas de frutilla en 2021. "Pero convivimos con la incertidumbre porque no sabemos qué va a pasar con las plantaciones cuando empiece a hacer calor y las matas necesiten más agua", apunta y aún no se anima a afirmar si tendrán materia prima para alcanzar el nivel habitual de trabajo.
"No sabemos cuál será el futuro porque no sabemos cómo van a evolucionar las plantas de frutilla, por lo cual no podemos trazar una dimensión real de qué vamos a hacer", explica el gerente de la empresa.
Como la ciudad
Como gran parte de la economía de Coronda, la fábrica depende principalmente de la mayor producción de la zona, la frutilla. El ingreso a la planta está adornado con un cantero lleno de las mejores variedades de la zona: los bordes de las hojas están marrones, coloración que le imprime la cantidad de sal presente en el riego. El líquido llega desde la red de agua potable, tan salada como el agua del río o de las napas subterráneas.
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La planta ocupa unos 1.300 metros cuadrados de salas de limpieza, clasificación, empaque y congelado de frutillas y otras frutas, ubicados a pocos metros de la ruta Nacional Nº 11. Además, se producen almibares y mermeladas de fruta para repostería y heladería. Los procedimientos tienen certificación de buenas prácticas de manufacturas, de HACCP (Análisis de peligros y puntos críticos de control), para la elaboración de productos Koser y de la FDA de Estados Unidos.
La sala de despalillado es el corazón de la fábrica, una enorme nave donde en épocas normales trabajan unas 80 personas. Sin embargo, apenas aloja a cuatro operarios que pelan y cortan peras.
Parra cuenta que la fábrica llegó a procesar un millón de kilos de frutilla en una temporada. "Actualmente esos volúmenes que hacíamos en 2008 o 2009 cayeron a la mitad. En ese momento, el 60 por ciento de la producción iba al mercado externo, pero competitivamente fuimos quedando relegados porque los costos se elevaron muchísimos, el tipo de cambio no era competitivo y fuimos perdiendo mercado. Los productores se fueron achicando, lo mismo que los volúmenes de siembra".
La bajante del Paraná fue otro golpe de gracia. "El problema impacta a los productores, porque ellos van a tener serios problemas con el rendimiento, pero también afecta a las industrias porque no sabemos cuándo ni en que volumen podremos empezar a recibir frutillas. En épocas normales, a fin de agosto teníamos un panorama más claro", apunta Parra y advierte que esto acarrea mayores costos en los contratos de electricidad o en el mantenimiento de la planta. "Todo se vive con mucha incertidumbre", repite.