“Adelantar la adolescencia tiene un montón de riesgos”, advierte el médico psiquiatra y psicoterapeuta Lucas Raspall, escritor y conferencista que aborda en forma habitual temas vinculados a la crianza y la salud mental.
“Adelantar la adolescencia tiene un montón de riesgos”, advierte el médico psiquiatra y psicoterapeuta Lucas Raspall, escritor y conferencista que aborda en forma habitual temas vinculados a la crianza y la salud mental.
El experto fue consultado por La Capital acerca de las consecuencias que pueden tener las conductas que adoptan niños y niñas antes de los 13 años y que no son propias de la etapa biológica y el desarrollo psicológico que están transitando.
Cada vez es más frecuente que madres y padres se sorprendan por el tipo de conversaciones, respuestas y actitudes que tienen sus hijos e hijas a edades tempranas y que son propias de chicos y chicas más grandes.
El hecho de tener un celular a disposición cuando son pequeños (se estima que en la Argentina el primer equipo se tiene alrededor de los 9 años), las exigencias que les plantean a los adultos, el tipo de ropa que quieren elegir, el vocabulario, la música que escuchan, no dejan lugar a la infancia, que se acorta. Esto puede tener consecuencias perturbadoras y dejar marcas a mediano y largo plazo.
Sin una mirada apocalíptica, aclara Raspall, y con la intención de aportar algo más de claridad a las familias que se preocupan por esto y advertir a las que quizá no lo registran, destacó: “La adolescencia, que es una instancia de transición de la infancia a la adultez, se viene adelantando, hecho que observamos en comportamientos que no son acordes a los 9, 10 u 11 años”.
"Lejos de una postura que podría ser tildada de pacata o conservadora, lo cierto es que hay un riesgo en esto. El primero es que se puede perder parte de la infancia, un tiempo que no regresa. Si ese período -fundamental en un montón de sentidos- dura 9 o 10 años, la verdad es que fue o es corto, lo cual es una verdadera pena”, reflexiona el médico psiquiatra.
La “fachada” de adolescencia que transitan muchos niños y niñas suele estar avalada por los adultos, y lo que es más complejo y preocupante, facilitada o incentivada, en algunos casos.
“Cuando vemos a adultos en tik tok, por ejemplo, motivando a sus hijos e hijas a bailar como si tuvieran 20 años, a perrear o cantar canciones con letras que están lejos de su comprensión y con un look que nada tiene que ver con lo infantil, no se están dando cuenta (probablemente) de que están hipersexualizando a un niño o niña”.
"Quien crea que este tipo de cosas no influyen en el desarrollo general de ese niño o niña se equivoca. Los consumos, en todo sentido, están, además, alentados por un mercado que ofrece o vende determinadas cosas que son más propias de la adolescencia, o incluso de la adultez, que de la niñez. Acá son los adultos responsables los encargados de marcar límites, de darles acceso o no y de reflexionar en torno a estas decisiones, ocupando el lugar que tienen que ocupar en el cuidado de sus hijos”, enfatiza Raspall.
“La infancia no se recupera más y vemos con preocupación que se acorta, que niños y niñas comparten poco tiempo con la familia, que se modifican sus conversaciones de una manera muy acelerada”.
En este punto, el especialista se detiene particularmente: "En la adolescencia, papá y mamá dejan de ser las referencias, pero a edades más tempranas (8, 9 o 10 años) no están preparados para esto, pero con ellos con quienes se la pasan hablando o chateando por whatsapp sobre temas y cuestiones para las cuales no están armados. Entonces piensan y resuelven cosas muy complejas con chicos de su misma edad sin tener los recursos necesarios para hacerlo y sin la supervisión de adultos”.
“No podemos verlo como algo que, simplemente, se da en todas partes, que es lo que hay, que es así”, menciona el experto, en respuesta a lo que suele ser un lugar común en el que se “acomodan” muchos adultos frente a estas realidades porque sienten que "no hay nada que hacer” al respecto.
Otro punto es el excesivo uso de las redes o de internet cuando son pequeños. "Estamos acostumbrados a verlos un montonazo de horas con el celu, pero navegan en un mundo en el que hay muchos peligros, donde observan y se presentan situaciones para las cuales no tienen discernimiento. A esas edades, no están en condiciones de tener autonomía”, explica Raspall.
“La exposición a ciertos temas que les llegan a sus pantallas a cada rato, las situaciones que viven famosos y famosas, quienes son ahora nuevos referentes para ellos y ellas (quiero ser y vestirme como Tini, o como tal o cual cantante de moda que tienen entre 20 y 30 años) los ponen frente a fantasías que les quedan muy grandes aún, cuando no a situaciones reales para las cuales ellas y ellos no están preparados aún y no pueden procesar. Si papá y mamá -o el adulto que sea responsable de esa crianza- no están atentos a esto, los dejan solos y, eso, tiene consecuencias”, señala.
¿Es un escenario terrible? “No. No es el final del mundo. Creo que es buenísimo que surjan las preguntas, las inquietudes de los adultos, incluso está muy bien sentirse perdido, porque el que se pierde, busca el camino. Considero también que podemos estar más atentos, intervenir amorosamente y en forma adecuada, buscar ayuda cuando no sabemos leer o manejar la situación. Insisto con esta idea: no se trata de ser pacatos sino de no ser negligentes”, finaliza.