“Como bien dijo Borges, en una entrevista que se hizo popular estos días, el amor necesita frecuencia, la amistad, no”, cita de memoria Silvana Savoini, psicóloga y sexóloga, al reflexionar sobre las problemáticas que surgieron en la consulta durante la larga espera en la que se convirtió el aislamiento social, preventivo y obligatorio.
“La cuarentena plateó problemáticas distintas para las parejas convivientes y no convivientes”, apunta Savoini, y amplía: “Para las convivientes lo normal era una alternancia de presencia y ausencia y el aislamiento provocó un exceso de presencia y en las no convivientes se dio una ausencia demasiado significativa del contacto personal”.
No obstante, advirtió que “no hay que ser ingenuo, no todas las parejas que no conviven respetan el aislamiento, hay muchos que van y vienen y no se quedan cumpliendo la cuarentena como deberían”, y añadió: “Lo mismo sucede con los solteros que, incluso por las aplicaciones, tienen encuentros sexuales. La cuarentena no se cumple a rajatabla”.
“La hiperpresencia 24 por 7, que en este caso no es elegida sino impuesta por la pandemia, puede potenciar la conflictividad previa o disparar nuevos conflictos; la cuarentena, en ese sentido, es una prueba de fuego, para las parejas que venían bien es un desafío y para las que venían con problemas, un riesgo de terminar separándose”, explica la profesional.
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“Pasar tanto tiempo, más de 50 días, sin poder tener vínculo social es extremadamente nocivo para la pareja”, señala Savoni, en un esfuerzo por describir la complejidad de la problemática, y añade: “Te quedás sin ventilación social y quedás reverberando con la misma persona, en espacios donde, muchas veces, no hay donde poder estar solo”.
Savoini señala que “hay otras variables que, en una situación de aislamiento social como la actual, también influyen en las parejas: no es lo mismo estar apremiado económicamente que estar holgado, no es lo mismo si tenés hijos o no, por ejemplo, si tienen hijos chicos se encuentran con que tienen menos oportunidades de estar a solas y eso dificulta la relación”.
“Además, dentro de las parejas que conviven, no todas son monogámicas, hay distintos modos de relación que, producto de la cuarentena, quedaron suspendidos”, advierte Savoini, y detalla: “En relaciones poliamorosas se producen conflictos porque lo que se había pactado no contemplaba el aislamiento y deben renovar el contrato”.
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Asimismo, destaca que “la hiperpresencia genera conflicto cuando no todas las personas tienen la capacidad para expresar lo que quieren de manera adecuada y oportuna, en este amontonamiento forzoso hay que saber poner límites, saber decir, cuando se lo necesita, ‘está todo bien, no es con vos, pero necesito ahora estar solo un rato’”.
“Otro problema serio se da cuando no se pueden validar las emociones, no todas las personas pueden respetar que el otro viva la pandemia de formas distintas”, apunta Savoini, y concluye: “Todos estamos experimentando una montaña rusa emocional producto de la crisis, y en esas oscilaciones no todos respetan lo que siente el otro y eso causa conflictos”.
“Se pueden tener ganas o no de tener relaciones sexuales, y si uno no valida la emoción no se va a entender y puede llevar a equívocos”, ejemplifica, y agrega, acaso con la intención de dejar un mensaje esperanzador, que “muchas parejas que no convivían decidieron ‘cuarentenear’ juntos, instalaron una convivencia y les sumó y están bien, mejor que antes”.
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