Por Eugenia Langone
"No sabemos nada, pero como está todo, es muy duro quedarse sin trabajo", dijo Daniel, el encargado del bar del cine, que lleva 16 años trabajando en el lugar.
La caída del público y la falta de inversiones fue marcando un deterioro y un endeudamiento que "era difícil de sostener", admitió Grecco y detalló que en apenas cuatro años el número de espectadores en las tradicionales salas cayó de 450 mil al año a la mitad. "Era anunciado, e incluso yo les decía a los empleados que la cosa no se sostenía, pensábamos que iban a quebrar", recordó.
Las vacaciones de invierno fueron un empujón, pero "sólo sirvieron para tapar agujeros y pagar deudas; algunas, porque todavía quedan", contó el gerente, que dijo ser un "empleado más" y mostró el telegrama de despido que había recibido en las últimas horas, el mismo que sus 26 compañeros de trabajo, que van desde los boleteros, porteros, operadores y técnicos, hasta el personal del bar y de limpieza y mantenimiento.
Todos fueron despedidos por la Compañía Monumental, una firma con dueños cordobeses que en lugar de ir a la quiebra decidió en las últimas horas la venta de la sala a empresarios de Buenos Aires, que a última hora de ayer mantuvieron una reunión para ponerse al frente.
Reducción
"Esto es un agridulce", señaló Grecco, apuntando a la angustia que genera entre el plantel de empleados quedar en la calle, pero también a la posibilidad de que algunos continúen trabajando, ya que el cine no cerrará sus puertas.
Es que más allá de la continuidad, dejó en claro que los nuevos compradores plantearon desde el principio que no todos continuarán en sus puestos de trabajo. "Muchos vamos a quedar en la calle, aunque todavía nadie precisó cuántos ni quiénes ni como", afirmó a la espera del encuentro con los nuevos dueños, vinculados según dijo sin más detalles a una distribuidora porteña.
Lo que sí adelantaron los empresarios telefónicamente es que se vendrán cambios también en las salas, y una "remodelación" que, todo indica, se haría en forma paulatina y sin cerrar las puertas.
"Las pantallas y la tecnología que tenemos es la misma que el resto de los cines de la ciudad, todo digital, pero es cierto que hay que mejorar las instalaciones, cambiar las butacas, que en algunas de las salas son de madera y ya no se sostienen, y poner en mejores condiciones todos los espacios", consideró, y especuló al decir que "eso fue algo que no se hizo, no se programó y quizá también por eso en el último tiempo el público le dio la espalda a estas salas".
La espera
Si bien las funciones de ayer y hoy estaban previstas con normalidad, nada se veía como siempre. "Hay temor a quedar afuera, sin dudas", dijo el encargado del bar del cine. El hombre, que siempre se desempeñó en el rubro gastronómico, lleva 16 años en la empresa y lo primero que apuntó fue "el panorama general de crisis. No hay laburo en ningún lado, hay que pagar los gastos fijos que todos tenemos y hay mucha incertidumbre", admitió.
Cintia, con 33 años, hacía apenas un par de meses que estaba en la empresa como personal de limpieza, y el ingreso le había significado su primer trabajo estable. "Yo venía de trabajar por hora en casas de familia, esto era muy importante, sobre todo pensando en mi hija y en algo de estabilidad", dijo la mujer, a cargo de una nena de 12 años.
Hasta ayer la única certeza que tenían era que "sólo parte del plantel" iba a quedar trabajando, y nadie sabía quiénes eran los que quedarían "en la calle", tal como lo planteó el propio gerente despedido.