Frente a unos cuatro mil feligreses en la plaza Libertad, Martín criticó que "se quiere considerar como un derecho el eliminar a toda persona que está en camino por nacer".
Frente a unos cuatro mil feligreses en la plaza Libertad, Martín criticó que "se quiere considerar como un derecho el eliminar a toda persona que está en camino por nacer".
Así, en el marco de la celebración de San Cayetano, el patrono del pan y el trabajo, el arzobispo volvió a pronunciarse una vez más en contra de la despenalización del aborto.
"Queremos que en nuestra Patria también se respete el don maravilloso de la vida", reclamó el sacerdote en la homilía y fue más allá. Tuvo un discurso que estuvo en sintonía con otros realizados por la máxima autoridad local de la Iglesia Católica, que se expresaron ayer en las diferentes ceremonias en distintos puntos del país. "Vamos a rogar por aquellos legisladores que mañana (por hoy)van a tener que tomar una decisión muy importante y grave por sus consecuencias. Por eso le vamos a pedir a Dios y a San Cayetano que los ilumine para poder entender que una vida vale", lanzó ante los fieles, que sólo lucieron pañuelos blancos y apenas uno o dos varones llevaron los de color celeste sobre sus cuellos.
El arzobispo de Rosario sostuvo ayer una posición conocida. Desde que comenzó el debate y llegó a la Cámara de Diputados, la viene considerando como "un retroceso como sociedad", al tiempo que exige "la necesidad de salvar las dos vidas".
Por pan y trabajo
Una vez finalizada la homilía, como es tradición, los feligreses volvieron con la imagen de San Cayetano hasta la iglesia de Buenos Aires al 2100, después de una larga jornada con gente yendo a pedir pan y trabajo.
En este sentido, organizaciones sociales marcharon desde la iglesia hasta la sede de la Ansés y luego fueron hasta el Concejo municipal.
La crisis no ayudó a las ventas
Más allá de estos dos momentos relevantes de la celebración de San Cayetano, desde la noche del lunes hombres y mujeres llegaron hasta la histórica parroquia para renovar su fe "en una época muy difícil", que se reflejó en pocos puestos y menos ventas que las esperadas por puesteros y dueños de negocios linderos. "Vendimos casi lo mismo que el año pasado, que llovió todo el día", graficó un panchero ubicado en la esquina de Ituzaingó y Sarmiento.
"La cosa está complicada, no hay tantas ventas como esperábamos y nosotros, por la situación económica, también debimos aumentar algunos precios", se lamentó Damián, quien desde hace 20 años se llega hasta Buenos Aires al 2100 para vender velas y espigas.
"Si el pan está caro, ¿por qué la espiga va a estar más barata?", intentó explicar otro vendedor, que subió "apenas cinco pesitos el precio de la espiga", detalló.
Más claro lo expresó en la peregrinación de la tarde otro vendedor. "A los pañuelos para saludar al santo, a los pañuelos para salvar la changa", repetía mientras agitaba pañuelos blancos entre los fieles.
Gladys, que tiene un negocio frente a la parroquia, admitió que esperaba más. "A diferencia del año pasado, que llovió, vendimos menos, pero el problema es que no alcanza", estimó.
Una jubilada que asiste desde 1972 a la parroquia de San Cayetano cada 7 de agosto, recordó que "es una tradición venir a pedir por paz, pan y trabajo". Como Alicia, la mayoría que fue a pedir por trabajo lo hizo para sus hijos o familiares.