Pero volviendo a Juan y su mamá, ambos dicen que lo que más les dolió fue escuchar las palabras del modisto Roberto Piazza en un programa de televisión. Dijo Piazza al intentar excusar a su amigo denunciado que la pedofilia pudo ser "una calentura momentánea". Luego reconoció su equívoco y se disculpó públicamente ante Benvenutto.
Un conductor de otro programa no se quedó atrás. Puso en duda el hecho bajo la figura del posible "consentimiento de la víctima" cuando el joven había confesado el padecimiento de múltiples abusos a partir de sus 14 años, en momentos en que el denunciado ya tenía más de 30.
La convención de los Derechos del Niño considera "menor" a un niño, niña o adolescente que no haya cumplido aún los 18 años. En cuanto a los delitos sobre Integridad Sexual, el Código Penal Argentino sostiene que hasta 13 años no hay posibilidad de consentimiento alguno, por eso la relación de un adulto con un menor de esa edad es considerada "abuso".
Ahora bien, a partir de los 13 y hasta los 16 años se llama Aprovechamiento de la Inmadurez Sexual (ante se lo mencionaba estupro) por parte de un adulto.
"En estos casos -explica Cerliani- además de la asimetría en la edad se evalúa si hay aprovechamiento de la situación por parte del adulto". Como los casos de intimidación, amenaza o engaño, según aclara el Código.
Y algo que para Juan y su entorno fue un límite: la frase del periodista Roberto (Robertito) Funes banalizando todo como "algo de la vida privada", sobre lo que mejor no hablar.
Con el objetivo de aclarar algunos conceptos erróneos desde lo jurídico y psicológico, La Capital dialogó con la la fiscal Cerliani y la doctora en psicología Bettina Calvi quien trabajó en su tesis doctoral sobre "Efectos psíquicos del abuso sexual en la infancia” y es miembro de la Asociación Civil de Altos Estudios en Violencias y Abusos Sexuales (Aevas) presidida por Carlos Rozanski.
Pedofilia no es orientación sexual
Para Calvi, tanto el caso del adolescente rosarino como el de Benvenutto -y otros tantos a los que se abocó en más de dos décadas de trabajo- plantean varias "paradojas".
La primera que apuntó es que "el discurso televisivo no es diferente al del campo social". Porque, según Calvi, se sigue estando "en un todo de acuerdo" al momento de defender los derechos del niño, pero cuando surge un caso de abuso las "ambigüedades invalidan todo".
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Y eso lo dice en relación a las palabras de Piazza, un hombre que fue abusado de pequeño y militó al punto que se modificaron las prescripciones de estas causas. Pero luego, "la misma persona dice lo que dice invisibilizando con la palabra calentura lo que es a las claras un delito", sostiene Calvi.
Otra paradoja que escuchó la psicóloga -y más de una vez- fue la suposición de que la pedofilia o el incesto paterno filial, como el que sufrió Juan, son orientaciones sexuales.
"Nada más erróneo: una orientación sexual puede ser la bisexualidad, la homosexualidad y esto no implica abusar de niños, otra cosa es una relación asimétrica de poder y saber, donde el niño o la niña son arrojados al ejercicio de la sexualidad adulta".
Para la psicóloga, esa asimetría significa un abuso "sin consentimiento posible" e implica una "lógica enloquecedora" para el niño o niña víctimas.
"El daño inesperado tiene un alto impacto subjetivo, porque los niños y niñas no esperan que el adulto que debe protegerlos y cuidarlos los lastime o agreda y esto es enloquecedor porque se instala en la víctima fundamentalmente la idea de traición: no solo sobre el adulto victimario sino del otro adulto de quien cree que en cualquier momento puede traicionarlo. Entonces, cuando el abusador es un padre es aún peor, por lo cercano, por lo incestuoso".
Un cuadro dramático pinta Calvi si bien para alivio de las víctimas directas, y de quienes les han creído y protegido, se puede sobrellevar con el acompañamiento profesional y terapéutico al que caracteriza como "imprescindible".
Otras de las paradojas que para esta profesional surgieron y surgen en casos de abusos en la infancia fueron estudiadas y contabilizadas hace un tiempo en el Observatorio que crearon en el Ministerio Público de la Acusación de Rosario (MPA).
"La mayoría de los casos de abuso a niños y niñas se dan en el ámbito intrafamiliar. No es cierto que los abusos sean privativos de los sectores marginales o populares: no hay perfil del abusador y basta citar a los muchos casos denunciados en la farándula, o los del psicólogo (Jorge) Corsi, los curas (Edgardo) Storni o (Julio) Grassi. La mayor cantidad de víctimas son niñas si bien hay niños abusados como los que estamos hablando acá y es tan mínima la cantidad de abusadoras mujeres que no se puede estandarizar".
-¿Por qué se registran más casos de varones abusadores, regla que se rompió en el caso Lucio (niñito asesinado por el maltrato de su madre y su mujer)?
-Como dice Rita Segato, creo que los varones abusadores no son "enfermos" como los tilda la gente indignada sino "hijos sanos del patriarcado", perversos que consideran a las mujeres y a los niños y niñas su objeto y no les importa su sufrimiento. En la clínica he dialogado con abusadores sobre lo innecesario e incorrecto de bañarse con una hija o tocar su cuerpo y dicen "es mi hija y hago lo que quiero" y encima apelan al jueguito o secreto mortífero de "esto queda entre nosotros".
-¿Una lógica parecida a los padres que rechazan la ESI porque dicen "con mi hijo no"?
-Sí, un pensamiento muy similar al creer que solo ellos les hablan y enseñan a sus hijos, porque son de ellos. Y esto se da en la cultura patriarcal, por más diferencias de clases que haya. Ahora bien, no todo puede controlar el abusador, en algún momento la víctima aún humillada y traumatizada, se hace escuchar desde el padecimiento, con trastornos de aprendizaje o psicosomáticos. 'Los sonidos del silencio' digo yo en mi segundo libro que relata lecturas clínicas de niños y niñas. La víctima tiene su tiempo, por eso también es paradojal que la gente dude sobre cuánto tardaron en hablar.
-¿En tantos años de clínica encontró algún relato fantaseado de un niño o niña víctima?
-No, nunca. Sí se han retractado algunos por presión, incluso de sus madres, las mujeres de los abusadores. Pero además, en todos estos años vi muchos abusadores con una condena que no es la merecida. Atendí el primer caso de abuso infantil hace años, era una nena de 4 años abusada por su padrastro, a quien tuve posibilidad de volver a ver clínicamente en la adolescencia. El abuso había dejado estragos en su subjetividad. El caso me convocó a pensar mi tesis doctoral. Y algo más que vi en estos años fue a muchos colegas no querer ocuparse de causas de abusos infantiles porque los abogados defensores de los abusadores los querellan en el Colegio de Psicólogos por mala praxis, así que luego deben encima defenderse en un juicio. También vi a muchas madres de niños abusados acusadas de hacerles la cabeza a sus hijos por despecho o problemas en la pareja. Son mujeres muy atacadas que comienzan con sus niños o niñas un camino muy difícil a partir de la denuncia.
El tiempo de la víctima
En cuanto a los dichos de Robertito Funes sobre dejar de lado estos casos porque son "del orden de lo privado", la fiscal Cerliani señaló que esos argumentos son los que "históricamente" invisibilizaron las violencias de género, lo que incluye la violencia sexual.
"Un paradigma -asegura- que solo alienta a no denunciar o amigarse con las parejas violentas".
Pero además, subrayó que en el caso de menores de edad victimas de abusos no rige el "no te metás" desde 2018, en que se estipuló que la Justicia debe actuar de oficio.
Y analizó como un error equiparar los tiempos subjetivos o de padecimiento de la víctima con los procesos penales: "La víctima primero debe reconocer que lo que le sucedió cuando era niño o niña es un delito, pero además hay que ver con qué contexto y adultos cuenta en ese proceso: a veces los adultos no pueden acompañar a denunciar o no pueden ver lo obvio y además hay que ver qué compromiso tienen los operadores que intervienen en los centros de salud o en la escuela. Es cierto que el cambio cultural del movimiento Ni una Menos ayudó a visibilizar y denunciar, pero no es fácil ni inmediato", el tiempo que transcurre desde el o los abusos y las denuncias.
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Hablar de que estas causas prescriben o no tampoco es tan simple para Cerliani, porque hay que tener en cuenta dos reformas y luego, depende cómo cada jurisdicción interprete los casos de acuerdo a principios constitucionales como la aplicación de la ley más benigna al imputado y la adecuación a la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño".
Las dos reformas son las de 2011 y 2015. Hasta antes de la primera fecha, los delitos contra la integridad sexual tenían un plazo máximo de prescripción de hasta 12 años de ocurrido el hecho. Pero en 2011 se sancionó la ley n° 26.705 comúnmente conocida como "Ley Piazza" (por ser impulsada por el diseñador Roberto Piazza).
La norma fue aprobada sin votos negativos en ambas Cámaras del Congreso y resultó un importante avance que permitió que se investiguen innumerables casos. Modificó la prescripción mientras la víctima fuera menor de edad, pasando a computarse el inicio del plazo desde la medianoche del día en que la víctima hubiera alcanzado la mayoría de edad.
Cuatro años después, se sancionó la ley Nº27206 de “respeto a los tiempos de las víctimas de delitos contra la integridad sexual”, que amplio aún más la ley Piazza y suspendió el plazo de la prescripción de los delitos de abuso sexual cometidos contra niños, niñas y adolescentes, no sólo hasta que la víctima adquiriera la mayoría de edad, sino hasta que formulara por sí la denuncia.
Ahora bien, si el hecho se cometió en 2010 o dejó de cometerse en 2010 "no se puede aplicar retroactivamente una ley penal más gravosa y esa es la interpretación que en muchas jurisdicciones se ha puesto en juego", recuerda la fiscal al remarcar que "no hay un único plazo".
No obstante, Cerliani considera que la norma de 2015 es bastante mejor que la anterior, porque tiene en cuenta el tiempo de la víctima y le da a la vez tiempo a la denuncia. Aunque considera necesario que la Corte Suprema de la Nación "unifique criterios" y que todos los operadores que actúan en casos de abuso "cambien su mirada a una perspectiva de género" al momento de "escuchar a las víctimas, evaluar evidencias, valorar las pruebas".
Por otra parte, y en cuanto a las reformas de la ley, la diputada nacional con mandato cumplido por Río Negro, Lorena Matzen, presentó en 2018 un proyecto para que estos delitos sean imprescriptibles.
Primero perdió estado parlamentario y ni siquiera fue tratado en la Comisión de Legislación Penal. Volvió a presentarlo en 2021 y luego un senador lo presentó en el Senado para prolongarle la vida al proyecto. Más tarde la Organización Aralma Derecho al Tiempo presentó un proyecto similar en diputados en 2022, pero "nunca se puso en agenda para tratar y sigue dando vueltas", le dijo Matzen a este diario.