Han pasado apenas tres días desde el incendio de un edificio de departamentos en Valencia que dejó 10 muertos y 138 viviendas arrasadas. España busca respuestas a semejante desastre, mientras se conmueve con la historia de la familia con dos niños que se encerró en el baño para tratar de sobrevivir y, al darse cuenta de que morirían, se despidieron de sus amigos y familiares a través de sus celulares. Faltan informes periciales, pero es evidente que falló todo en un edificio modelo dotado de la mejor tecnología “domótica”. Fue construido en 2009 por una empresa catalana que quebró al año siguiente.
La desesperación de la familia que falleció en el baño de su casa, en la torre más baja de las dos que formaban el edificio, mientras lanzaba llamadas de despedida a sus familiares y amigos, puso sobre la mesa preguntas sin respuesta aún sobre la seguridad y los medios públicos para garantizarla, señala El Periódico. ¿Cómo pudo convertirse un edificio vendido como el último grito en domótica y exclusividad urbana en una gigantesca antorcha envuelta en llamaradas y humo negro en menos de una hora?
El abecé frente a los incendios de viviendas es, según el ingeniero industrial Fernando Vigara, especialista en ingeniería de protección de incendios, un banco de tres patas. Y todas son imprescindibles y encadenadas. La primera, la prevención, pasa por que no haya una fuente de ignición descontrolada que inicie el proceso de combustión y que los materiales de construcción no añadan o propicien el fuego.
La segunda es la protección. Esto es, que una vez descontrolada esa fuente e iniciado el fuego, funcionen adecuadamente los elementos de seguridad antiincendios que lo detectan y lo controlan, manual o automáticamente. La tercera, que existan vías y planes de evacuación eficaces para poner a salvo a los residentes en el menor tiempo posible.
Los tres fallaron en Valencia, y cuando esos tres niveles fallan, solo queda la entrada en juego de los servicios de extinción, remacha Vigara, una de las máximas autoridades en protección de incendios en España.
Pero ¿respondieron los servicios de emergencia de la manera más idónea? ¿Existe un registro municipal de edificios de especial peligro o dificultad para los servicios de extinción? ¿Cumplía el edificio siniestrado con todas las normas de protección contra incendios? ¿Habría sido posible evitar o reducir el número de víctimas mortales?
Gotas de plástico encendidas llevaron el fuego a todo el edificio con rapidez. El metal se derretía en los pasillos Gotas de plástico encendidas llevaron el fuego a todo el edificio con rapidez. El metal se derretía en los pasillos
La dolorosa historia de esa familia, la de M., su marido R. y sus dos pequeños de 8 días y 2 años, no es la única. Han trascendido despedidas desesperadas de muchos de los 10 fallecidos. La última pregunta es inevitable: ¿Fue acertado pedirles que se quedaran confinados en los baños? El confinamiento es el método de salvación más seguro en la casi totalidad de los incendios urbanos. Pero este recurso está pensado para edificios convencionales, con paredes internas y externas de ladrillo o de hormigón. Como se sabe, el edificio de Sevilla tenía una “piel” de un material aislante plástico recubierto de aluminio. Este tabique separado del frente de mampostería actuó además de “chimenea” para que las llamas se expandieran en sentido vertical (ver infografía). Además las paredes internas también eran de material sintético, que ardió rápidamente. La carcasa del edificio es a la vez horrenda y una prueba evidente de la imprudencia constructiva.
Cuando los bomberos indicaron a los residentes de la torre más baja, 9 plantas y aún sin llamas, que se quedaran en sus departamentos, con puertas y ventanas cerradas y cubiertas con trapos o toallas mojadas y que se refugiaran en el lugar más protegido de la vivienda, usualmente el baño, aplicaron el protocolo más seguro, pero no ante un edificio como este. Tal vez si hubieran salido corriendo algunos se hubiesen salvado, en lugar de morir carbonizados.
Un grupo de bomberos entró en el edificio con tubos de oxígeno para iniciar la extinción habitual, desde dentro hacia fuera. Entraron por la única puerta de acceso de todo el complejo. Primer escollo. Tuvieron que atravesar el vestíbulo del primer edificio, aún sin llamas, y llegar al del segundo para empezar a subir las escaleras hasta la octava planta, donde se situaba el foco primigenio. Pero ya se desataba el infierno. Los mandos empezaron a ser conscientes de que no era un fuego normal. Frente a ellos el edifico se convirtió en una gigantesca pira, alimentada a partes iguales por el potente viento y por el núcleo de polietileno (plástico) inflamado de las placas de aluminio de revestimiento de la fachada. Las planchas metálicas empezaron a volar, cayendo a la calle, mientras las gotas de plástico en llamas propagaron el incendio por toda la fachada a una velocidad de vértigo: donde caían, prendían fuego.
Las llamas se comieron el exterior y se apoderaron del interior de la edificación antes de que los bomberos que estaban dentro se diesen cuenta. El fuego, en contra de lo esperable, se propagó de afuera hacia adentro. La prioridad era salvar vidas,como siempre. Lo consiguieron con la pareja aislada en los balcones del edificio más bajo, que ya estaba envuelto en llamas, pero no con la familia refugiada en el baño.
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Dos bomberos junto a un cadáver totalmente carbonizado en un balcón.
Dos bomberos llegaron hasta el pasillo del departamento de R. y M. pero el calor —en algunos puntos la temperatura superó los 800 grados— había derretido los números metálicos de las puertas, el humo negro impedía ver y de las puertas salían lenguas de fuego. Dos compañeros debieron rescatarlos.
Los vecinos denuncian que no funcionaron las alarmas antiincendios, ni los detectores de humo, ni los aspersores. El complejo de dos torres, albergaba 138 departamentos. Una de las torres tenia 14 plantas, y la otra, 9. Pese a las dimensiones, el edificio solo tiene una salida a la calle, a través de una puerta en la torre más baja que da salida lateral del complejo. No es el mejor sistema de evacuación. La otra salida al exterior, para acceder a la piscina, es una pequeña puerta que también sale del edificio más bajo. La torre en la que se generó el incendio y en la que más personas murieron no tenía ninguna puerta de salida propia.
A ello se suma el voladizo de la base del edificio y que hace que los locales comerciales de la planta baja sobresalgan una decena de metros de la fachada principal, dificultando el acceso de los bomberos. Tampoco el acceso por la parte trasera, la de la piscina, en la que comenzó el fuego, tiene un fácil acceso, así que la propia concepción del inmueble no es acorde con una eficaz evacuación de los potenciales 400 residentes del complejo. Las respuestas definitivas deben darlas el informe técnico de la Policía Científica y el grupo de Homicidios de la Policía Nacional.