Hasta anoche la policia brasileña seguía sin una pista que lleve al esclarecimiento del asesinato de un ciclista argentino que desde hacía casi un año recorría América Latina. Cristian Corizzo, de 44 años, fue ejecutado de tres balazos por dos criminales que escaparon en una camioneta en el estado brasileño de Río de Janeiro.
El cónsul adjunto argentino en Curitiba, Sebastián Bertuzzi, dijo a Télam que Corizzo, oriundo del partido bonaerense de José C. Paz, baleado el sábado a la tarde, murió el martes luego de agonizar tres días en un hospital de la ciudad de Guarapuava, ubicada en el estado de Paraná.
El ataque se registró mientras Corizzo caminaba con su bicicleta por la vera de carretera BR-277, conocida como Grande Estrada, a la altura del municipio de Cantagalo, a 80 kilómetros de Guarapuava.
Algunos testigos del hecho señalaron a la Policía Militar de Brasil que en un determinado momento el argentino fue sorprendido por tres personas a bordo de una camioneta blanca de la que descendieron dos y le dispararon sin mediar palabra, escapando rápidamente del lugar.
El ciclista recibió un impacto de bala en un brazo y dos en el tórax, que le provocaron lesiones en el hígado y el intestino.
Corizzo, al que apodaban "El Flaco", fue encontrado por otros ciclistas que se trasladaban por la carretera y trasladado de urgencia al Hospital So Vicente, de Guarapuava, donde permaneció internado en terapia intensiva durante tres días hasta que murió.
En tanto, Bertuzzi explicó que "no hay antecedentes de este tipo de casos", que los investigadores aún no identificaron a los autores y que en principio descartaron la hipótesis de robo ya que "el teléfono celular, la cámara, el documento y la bicicleta de la víctima quedaron en el lugar del hecho".
Pablo Gugliotti, un amigo de la infancia de la víctima, contó que Corizzo arrancó su viaje desde José C. Paz y que "su intención era recorrer Sudamérica en bicicleta".
"Quería bañarse en las playas de Brasil, seguir para arriba, a Ecuador y Venezuela, y después volver por el lado de Perú", dijo.
Además, agregó que su amigo "no era un pibe de guita ni nada por el estilo, hacía changas, dormía en los refugios de las paradas de colectivo, llegaba a algún pueblo y gente que se enteraba del viaje le daba de comer".
Los mismos deportistas que hallaron al argentino comenzaron a difundir el caso a través de las redes sociales y la noticia alcanzó a Lincoln Grooski, un brasileño que conocía la travesía de Cristian Corizzo.
Grooski comentó al canal de noticias Crónica que la región de la BR-277 donde ocurrió el hecho ha sido "por mucho tiempo una zona de peligro" por problemas relacionadas a la población y las tierras, pero nunca con ciclistas.
"Los cicloviajeros de Brasil están profundamente tristes porque no es común pasar por esta situación, en la ruta los viajeros llevan poca plata, pocas pertenencias, solamente su ropa", agregó.
El hombre confesó estar "asustado" por lo ocurrido y se lamentó por la muerte ya que "es muy malo que le pase algo así a una persona de otro país que está viajando y conociendo el nuestro". El día del ataque, Corizzo cumplía el día 294 de su viaje, que comenzó por provincias argentinas y continuaba en Brasil tras su paso por Paraguay.