A seis meses del fallecimiento de la reconocida escritora y profesora argentina Beatriz Sarlo, el encargado del edificio donde residía, Melanio Alberto Meza López, se presentó ante la Justicia como heredero del departamento de la intelectual en el barrio de Caballito, Buenos Aires, tras presentar un testamento ológrafo cuya autenticidad será sometida a pericia caligráfica, según informó La Nación.
La muerte de Beatriz Sarlo, ocurrida a los 82 años, dejó en suspenso el destino de su patrimonio y de su legado intelectual. La autora de “Una modernidad periférica” vivía en el último piso de un edificio ubicado en la calle Hidalgo, en el tradicional barrio porteño de Caballito. Allí, el encargado, Melanio Alberto Meza López, presentó a mediados de febrero un testamento ológrafo, es decir, escrito de puño y letra, en el que la escritora le habría legado el departamento y encomendado el cuidado de la gata Nini, mascota que pertenecía a su última pareja, el cineasta Rafael Filippelli.
El caso se encuentra actualmente judicializado y los documentos presentados por Meza López serán sometidos a una pericia caligráfica para determinar su autenticidad. La causa tramita en el Juzgado Civil 91, bajo la dirección del juez Carlos Hugo Goggi. Se trata de dos textos manuscritos en una misma hoja, donde figuran los números de documento de Sarlo y de Meza López. Uno de los escritos, fechado el 9 de junio, expresa: “Yo, Beatriz Sarlo […] quiero dejar certificada mi voluntad de que, en caso de mi desaparición u otro accidente, mi gata Nini deberá quedar a cargo de Alberto Meza […]. Certifico con mi firma”. El segundo manuscrito, fechado el 2 de agosto de 2024, indica: “Alberto Meza quedás a cargo de mi departamento después de mi muerte y también quedás a cargo de mi gata Nini, que te aprecia tanto como te aprecio y valoro yo. Beatriz Sarlo. Hay una firma”.
La relación entre Meza López y la familia de Sarlo se remonta a la muerte de Filippelli en 2023, momento en el que el encargado asumió el cuidado de Nini, la gata mencionada en el testamento. Esta situación complica el proyecto impulsado por el exmarido de Sarlo, el arquitecto Alberto Sato Kotani, y el círculo íntimo de la ensayista, integrado por la albacea de su obra, Sylvia Saítta, junto a Adrián Gorelik, David Oubiña, Adriana Amante, Hugo Vezzetti, Ada Solari y Graciela Silvestri, entre otros. El grupo tenía la intención de crear un “fideicomiso cultural” con los fondos provenientes de la venta de las propiedades de Sarlo, con el objetivo de financiar una fundación cultural, aunque los detalles nunca se explicitaron completamente.
Alberto Sato Kotani se casó con Sarlo el 17 de marzo de 1966. La pareja no tuvo hijos y, tras décadas de residencia en Chile, Sato regresó a la Argentina en diciembre pasado para autorizar la cremación de los restos de la autora. A comienzos de febrero, inició el trámite sucesorio. La presentación de Meza López, realizada por el abogado Carlos Félix Somaglia, impugna a Sato como legatario. En el escrito se argumenta que Sarlo no tuvo descendientes y se encontraba separada de hecho de Sato desde hacía más de 50 años. Además, se señala que desde 1984 convivió en pareja con Filippelli hasta el fallecimiento de este en marzo de 2023, y que adquirió el departamento de la calle Hidalgo en 2004, declarando estado civil soltera. Meza López también afirma que cuidará a la gata Nini “de por vida”.
Fue él quien internó a Sarlo en el Sanatorio Otamendi, a pedido de la propia autora, y asistió a su velorio en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (Cedinci). En el octavo piso del edificio de la calle Hidalgo solo existe el departamento A, no el B, como figura en algunos documentos. Los vecinos confirmaron que Meza López continúa desempeñándose como encargado del edificio.
En el expediente judicial consta la siguiente resolución: “En este contexto, en virtud de los argumentos expuestos por el peticionante Meza López y lo dictaminado por el señor fiscal, teniendo en cuenta que era de público conocimiento que la causante de autos se encontraba separada de hecho sin voluntad de volver a unirse con su cónyuge, entiendo que corresponde acceder a lo solicitado, excluyendo al señor Sato del derecho hereditario en las presentes”. Sato, quien reside en Santiago de Chile, apeló esta decisión ante la Sala E de la Cámara Civil. Consultado por La Nación, el arquitecto manifestó que la sucesión sigue en proceso judicial y que “no se sabe cuál es el estado actual. Se supone que pronto se resolverá”.
El futuro del patrimonio de Sarlo depende de la pericia caligráfica. Si se invalida el reclamo de Meza López y se confirma la falta de legitimación de Sato, la ciudad de Buenos Aires podría convertirse en beneficiaria del resto del legado, ante la ausencia de herederos colaterales. Antes de su muerte, Sarlo confió su biblioteca y archivo personal —que incluye fotografías, cartas, programas de mano de espectáculos, revistas y apuntes— a la profesora Sylvia Saítta. La gestión de estos bienes también ha generado controversias. Un comentario en redes sociales de la influencer británica Vanessa Bell (@cremetours), luego eliminado, sugería que parte del material podría haber sido robado, una acusación que fue señalada por la usuaria @missperezbellas. La discusión en redes sociales puso de manifiesto la sensibilidad en torno al destino del patrimonio cultural de la escritora.
La situación cambió cuando Vanessa Bell publicó en X que la colección de discos de Sarlo, heredada de Filippelli, se estaría rematando en una disquería. Bell escribió: “Se está vendiendo mucho patrimonio cultural -libros, vinilos, CDs que por temas económicas la gente se va desprendiendo en vida o los parientes venden. Ayer fui a una disquería que tiene un lote grande de Beatriz Sarlo, ediciones de época de jazz y música clásica. Oro en polvo”. La incertidumbre persiste respecto a si algunos de los involucrados en la sucesión ya están actuando como herederos legales de los bienes de Sarlo antes de que la Justicia se expida. El caso, que involucra aspectos legales, familiares y culturales, sigue abierto y bajo la mirada atenta de la opinión pública y de los allegados a la escritora, mientras la Justicia determina el destino final de su patrimonio.