Los mexicanos no son demasiado populares en Estados Unidos: el presidente Donald Trump los llamó narcotraficantes y violadores, y muchos sólo ven en sus vecinos del sur a jardineros, mucamas y niñeras. Sin embargo, aunque en el día a día tengan que luchar contra la arrogancia y el racismo, hace años que Hollywood se rindió a sus pies.
Entre 2014 y 2016 los directores mexicanos Alfonso Cuarón ("Gravedad") y Alejandro González Iñárritu ("Birdman", coronada también mejor película) se hicieron con el Oscar a la mejor dirección. En esas tres películas la dirección de fotografía estuvo a cargo del mexicano Emmanuel Lubezki, quien hizo historia al ganar el Oscar tres años seguidos en esa categoría, algo que nunca había conseguido nadie.
Después de que el año pasado se rompiera la cadena de éxitos mexicanos en los premios de la Academia, el director Guillermo del Toro quiere tomar el relevo de sus compatriotas. Con 13 nominaciones, su romántica fábula "La forma del agua" es la gran favorita para los Oscar de esta noche. "Ganar el Oscar sería fantástico, pero también sé que en la temporada de los Oscar numerosas cosas entran en juego", dijo Del Toro recientemente en una entrevista con DPA. "Si ocurre será maravilloso. Si no, me iré a casa y seguiré trabajando", agregó.
Cuarón, Iñárritu y Del Toro son buenos amigos, colaboran y coproducen sus películas. Del Toro incluso le dio a Cuarón la idea para el final de su película "Y tu mamá también" —con Gael García Bernal, Diego Luna y la española Maribel Verdú— cuando éste se encontraba creativamente atascado.
Por muy diferentes que sean sus temas y su lenguaje fotográfico, están unidos por la experiencia de la migración, por su capacidad para ponerse en la piel de los demás y por sus raíces culturales mexicanas. "Sus películas han hecho que los críticos reflexionen sobre su clasificación, como la frontera entre las películas artísticas y comerciales, o entre el cine global y el estadounidense", dice Deborah Shaw en su libro "The Three Amigos".
Una periodista preguntó a Del Toro recientemente cómo siendo una persona alegre y cariñosa conseguía poner de relieve el lado oscuro de la naturaleza humana, la fantasía y el miedo de forma tan exacta. A lo que el director respondió: "Soy mexicano". "Nadie ama la vida tanto como nosotros, porque somos conscientes de la muerte. Valoramos la vida porque vivimos con la muerte", explicó. Y en los mismos términos se manifestó ante sus alumnos durante una clase magistral: "Hay que disfrutar de cada segundo de la vida con voracidad", declaró. "Ya sean tacos o ideas para películas. Creo que así he aprendido a vivir", aseguró.
Los alrededor de 11 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos conforman la mayor minoría del país. Mientras que en política y economía aún están poco representados, en la industria del cine experimentan grandes avances. Anthony Quinn ya estaba considerado en los años 50 y 60 uno de los mejores actores de Hollywood, mientras que actualmente se destacan Gael García Bernal, Diego Luna y por supuesto Salma Hayek.
Hace unos años, la campaña #OscarsSoWhite (Oscar tan blancos) criticaba la falta de variedad étnica en el sector. De hecho, aún hay pocos negros entre los galardonados y los latinos siguen encasillados en papeles cargados de estereotipos.
Por eso, los éxitos de estos directores mexicanos podrían significar un cambio fundamental de pensamiento.
"Estamos viviendo cómo la Academia se reinventa ante nuestros ojos", dijo el nuevo presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (Ampas), John Bailey, en una comida para los nominados a los Oscar en un hotel de Beverly Hills.
Según indicó, ahora hay una mayor conciencia y sentido de la responsabilidad para alcanzar un equilibrio de los sexos, las etnias y las religiones.
Por el contrario, afuera de la gala, los miembros de la Asociación de Medios Hispanos (NHMC) exigían más oportunidades para los latinos en la industria cinematográfica, ya que ellos siguen siendo la minoría menos representada en el sector. "Ya basta", dijo el presidente de la NHMC, Alex Nogales.
"Es la hora de acabar con el blanqueamiento y de poner a latinos delante y detrás de cámara", exigió.