El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, destituyó ayer al ministro de Minas y Energía, almirante Bento Albuquerque, a quien había responsabilizado por los recientes aumentos de combustibles, en un intento de despegarse de las políticas de liberación de precios que su gobierno aplica, de cara a su reelección del 2 de octubre.
En su lugar asumirá Adolfo Sachsida, que deja el cargo de asesor especial del ministro de Economía, Paulo Guedes, siendo un defensor de la política de paritarias cero para los empleados públicos y de la no intervención estatal en la política de precios de la compañía pública petrolera Petrobras.
Bolsonaro reemplazó así a uno de los militares de su gabinete, que lo acompañaba desde 2019 y que era considerado uno de los principales nombres de su gestión, en el marco de las críticas hacia su propio gobierno y a Petrobras por la política de precios que siguen la cotización internacional del crudo en dólares y son repasadas para el consumidor interno.
Sachsida anunció anoche, de inmediato, el inicio de los estudios para la privatización de la principal empresa brasileña, la compañía estatal petrolera Petrobras.
“Como mi primer acto de gestión solicito también el inicio de los estudios tendientes a la propuesta de cambios en la ley necesarios para la desestatización de Petrobras”, dijo Sachsida, quien también expresó el interés de privatizar la administración y exploración de los mega yacimientos petroleros submarinos descubiertos en 2007 frente a las costas de Río de Janeiro y San Pablo.
Esta semana, Petrobras aplicó un aumento del 8,9 por ciento en el gasoil.
Lula ganador
Ayer se conoció una encuesta según la cual el líder opositor y expresidente Luiz Inácio Lula da Silva podría vencer en primera vuelta a Bolsonaro, al obtener más del 50% de los votos válidos. El sondeo de la consultora Quaest para el Banco Genial apunta que Lula tiene una intención de voto del 46%, contra el 29% del presidente Bolsonaro. En la suma de los votos válidos, o sea, sin contar los blancos y los anulados, Lula vencería por 51% en la primera vuelta, lo que permitiría ganar sin necesidad de un balotaje.
La encuesta, la primera en el año que da como ganador a Lula en primera vuelta, contrasta con otra telefónica divulgada ayer, del instituto MDA, que mostró un avance de tres puntos en un mes de Bolsonaro, que se habría quedado con los votos de los que se inclinaban por por el exjuez Sérgio Moro, que desistió de su candidatura a la presidencia.
El sondeo de Quaest fue ampliamente publicado por los medios por tratarse de una encuesta presencial. El director de Quaest, Felipe Nunes, explicó que el favoritismo de Lula está basado en la relevancia de la economía real. “El 50% dice que la economía es el principal problema de país”, dijo.
El 59% de la población, según la encuesta, respondió que tiene problemas para pagar sus obligaciones mensuales. Además, el 61% opinó que Bolsonaro no merece ser reelegido.
Crisis
El jueves pasado Bolsonaro había pedido a Petrobras y al Ministerio de Minas y Energía frenar la ola de aumentos “porque Brasil va a quebrar con otro ajuste”, algo que no ocurrió.
En abril Bolsonaro cambió al presidente de Petrobras descontento con las políticas de precios, sobre todo después del récord e inflación mensual para marzo, el mayor desde 1994.
El mandatario ultraderechista había pedido a Petrobras detener “la violación contra el pueblo” por las ganancias extraordinarias de los accionistas privados, principales beneficiarios del lucro generado por la política de precios internacionales de los combustibles que pagan los brasileños, que cobran en reales.
“Ministro Bento Albuquerque, José Mauro Ferreira (presidente de Petrobras), no pueden aumentar el precio del gasolil. Van a quebrar a Brasil, yo no puedo intervenir pero ustedes tienen ganancias y tienen marcado un rol social de Petrobras en la Constitución”, había dicho Bolsonaro.
Lula da SIlva en cambio prometió cambiar la política de precios de Petrobras y retomar los subsidios que durante 14 años aplicaron los gobiernos de su partido.
La política de precios internacionales fue inaugurada en 2016 cuando fue destituida Dilma Rousseff y asumió Michel Temer, cuyos lineamentos continúan bajo el bolsonarismo.
Sachsida, es uno de los principales teóricos en haber defendido la no intervención en el precio del gas de garrafa para las familias.