El Ministerio de Desarrollo Social de la provincia detectó que en Rosario
funcionaban 45 comedores comunitarios truchos. En algunos casos los lugares directamente no
existían, en otros atendían a menos personas de las que acreditaban y hasta hubo sitios en donde se
vendía la leche en polvo que recibían. La mayor parte de las denuncias las hicieron los vecinos de
las zonas sur y oeste y las irregularidades se detectaron en barrios como Las Flores, Santa Lucía y
Vía Honda. También se detectó que 4 mil Tarjetas de Ciudadanía eran utilizadas en toda la provincia
por gente que no necesitaba ese tipo de ayuda social.
El control se realizó durante noviembre y diciembre del año pasado y le
implicaba a la provincia una erogación de 250 mil pesos mensuales. Además de otros insumos, la
cifra representa unas 3.629 unidades alimentarias (cajas de leche) de las que se obtienen cerca de
108 mil raciones.
Los datos surgieron de una auditoría que realizó el Ministerio de Desarrollo
Social de la provincia sobre el final de 2008 en las ciudades de Santa Fe y Rosario, y mediante la
cual se detectaron los casos de aplicación indebida de los dineros públicos. La medida sirvió de
prólogo a una inspección formal que peinará el territorio provincial en busca de nuevos
ilícitos.
"Este año formalizaremos el mecanismo de inspección, se harán visitas sorpresa
que estarán estructuradas y regladas para preconstituir pruebas válidas en el caso de
irregularidades", explicó el ministro de Desarrollo Social de Santa Fe, Pablo Farías. El
funcionario adelantó que en marzo y abril ya estará aceitado el mecanismo de los controles.
Fantasmas. Fueron los propios vecinos quienes alertaron a las autoridades sobre
las copas de leche o comedores truchos que funcionaban en Rosario. "En algunos casos, cuando iba el
camión a dejar mercadería la gente se cansaba de decir que en ese local no funcionaba nada", relató
el representante local de la cartera asistencial de la provincia, Julián Galdeano.
El funcionario recordó el caso de una entrega de mercadería que recogieron
directamente en un vehículo y repasó otro en el que se dio cuenta de la venta ilegal de leche de
las partidas de ayuda asistencial. Ambos están judicializados.
Por su parte, Farías explicó que hubo responsables de comedores comunitarios que
"no pudieron demostrar con sus declaraciones juradas la ayuda que decían dar". El funcionario
ensayó una interpretación de la situación: "En plena crisis del 2001 pesó más la necesidad que las
cuestiones formales para entregar este tipo de asistencia; en aquel momento había grupos informales
que se pusieron al frente de comedores comunitarios o copas de leche", detalló el funcionario.
Con el tiempo, algunos de esos grupos desvirtuaron su tarea solidaria, otros
quedaron con menos comensales y hasta apareció leche en polvo en las góndolas de algunos comercios.
Pero no fue la única sorpresa que depararon los controles realizados.
Los comedores comunitarios y las copas de leche reciben dos tipos de ayuda:
monetario y mercadería. En Rosario esa ayuda ronda 1.300.000 pesos entre dinero en efectivo (500
mil) a través del Programa Social Nutricional (Prosanut) y mercaderías (800 mil). En la ciudad 521
instituciones reciben los víveres para copa de leche.
Según detalló Galdeano, al tiempo que se comprueba que hay comedores fantasmas,
la demanda real de ayuda social viene en aumento en los últimos tiempos. No obstante, convocó a
quienes conozcan más irregularidades a realizar las denuncias al teléfonos del Ministerio de
Desarrollo Social en Rosario, 472-1122.
La cartera de Desarrollo Social también cruzó los datos de los beneficiarios de
la Tarjeta Unica de Ciudadanía, un plástico con el que se puede adquirir 80 pesos en alimentos, con
otros organismos oficiales y detectó 4 mil casos de uso indebido de este subsidio por débito. "Un
40 por ciento de los casos pertenece a Rosario, donde residen 55 mil de los 180 mil que accedieron
al beneficio a través de un informe social", detalló Farías.
También había tarjetas para la compra de alimentos en poder de gente que no las
necesitaba
Silvia Carafa
La Capital