Fue una ejecución sin medias tintas en el corazón de barrio Moderno y con todos
los condimentos de un ajuste de cuentas entre personas conocidas. Un muchacho de 19 años fue
asesinado ayer de un disparo en el cráneo desde muy corta distancia y que le produjo la muerte en
forma instantánea.
Un detalle elocuente sugiere que se trato de una agresión "puntual, dirigida
hacia una sola persona", según pesquisa policial: el joven manejaba una moto con un amigo por
Biedma en dirección al este. Ambos fueron derribados cuando llegaban a la altura de Solís, desde
atrás, por un auto en el que iban al menos dos personas. Con los muchachos despatarrados sobre el
pavimento, uno de los ocupantes del coche bajó arma en mano y mató a Miguel Benítez con un balazo
que quedó incrustado en el parietal derecho.
Tras la agresión, el homicida volvió al coche y desapareció con el cómplice. Esa
versión preliminar suministrada por fuentes de la investigación, sin embargo, presenta diferencias
con la que aportada por algunos vecinos a este diario. Habitantes de la zona, que pidieron
preservar sus nombres por razones de seguridad, contaron que Benítez fue atacado desde el auto en
movimiento, algo viejo de color oscuro, y aseguraron que no escucharon detonaciones de armas de
fuego, sólo el ruido de la moto derrapando sobre el pavimento, lo que señalaría que el homicida
pudo haber utilizado un arma con silenciador.
Miguel Benítez vivía en Seguí y Cerrillo, a pocas cuadras del lugar donde fue
asesinado. Una mujer contó a este diario que tenía mujer y un hijo de seis meses. Otros vecinos
coincidieron en ubicar al muchacho en un grupo conocido con el apodo de Los caravana, conformado en
su mayor parte por una familia cuyos integrantes son conocidos delincuentes del barrio Fonavi de
Rouillón y bulevar Seguí. "Les dicen así porque siempre están en la joda y viven despiertos",
agregó un hombre como explicación del mote.
Según fuentes policiales, Benítez manejaba una moto Gilera 110. En el asiento
trasero iba un amigo suyo. Todo ocurrió cerca de las 16.45. Los jóvenes iban por Biedma al 5800
hacia la avenida Rouillón. Antes de llegar al cruce con Solís, un auto se les aproximó desde atrás
y con una maniobra de encierro hizo caer a los motoclistas. Luego uno de los ocupantes del auto
bajó y fue hacia Benítez, mientras la otra víctima huía. Fue un disparo certero, a muy corta
distancia, "quizás a unos 20 centímetros", según un pesquisa, que ingresó por el parietal derecho y
quedó alojado en el cerebro. El arma usada sería de un calibre chico, un 22 ó 32.
En la calle. El chico que acompañaba a Benítez alcanzó a escapar y, según
algunos testigos, corrió hasta la casa de su amigo para avisar a la familia. Cuando los primeros
allegados a la víctima llegaban al lugar del crimen, una ambulancia del Sies ya estaba allí pero
los médicos ya no pudieron hacer nada. El cadáver del muchacho quedó tendido sobre una camilla
tapado con una sábana blanca a la espera de la llegada del móvil de la morgue judicial. La mamá de
Benítez y un grupo de amigos se sentaron sobre el cordón de la calle. Otras personas quedaron de
pie muy cerca del cuerpo. La escena parecía un velatorio público, al aire libre.
El trasfondo del crimen se desconocía. Pero los vecinos, más contundentes,
aseguraron que todo venía "por la droga". Otros testigos, que también pidieron no aparecer en el
diario, aseguraron que Benítez y su amigo llevaban una batería de auto segundos antes de rodar por
el pavimento y que los venían persiguiendo por un robo.
El padre del muchacho, en declaraciones a Canal 5, exhibió su dolor. "Esto pasa
porque acá en el barrio se venden drogas en todas partes. Todo el mundo vende drogas y los chicos
andan robando para comprar", manifestó. La investigación está a cargo de la seccional 19ª y de la
Sección Homicidios. Ayer trascendió que el joven que acompañaba a Benítez estaba a punto de
presentarse con su padre en la comisaría del barrio. "Con ese testimonio tendremos más precisiones
como la marca y modelo del auto que los persiguió", agregó una fuente.