Los libros impresos perdurarán en el tiempo, pese a nuevas formas de comercialización electrónica en la etapa de transición de lo analógico a lo digital, que deberá ser completada en el año 2060. Así lo consideran escritores y editores que participan en la capital panameña en un panel sobre la industria del libro, moderado por el ex presidente colombiano Belisario Betancur, en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española (Cile).
El aserto formulado ayer por los especialistas es compartido por el laureado escritor Mario Vargas Llosa, quien consideró que la literatura que escrita solo para las pantallas "es puro entretenimiento".
El mexicano Raúl Padilla planteó una tercera vía, ya que considera que la digitalización puso un universo de conocimientos al alcance de la mano, mientras que los libros tradicionales se movían en un mercado deprimido, con un número decreciente de librerías y problemas de distribución y venta, aunque propuso que el fenómeno sea mejor investigado.
"Hay millones de maneras de acercarse a la lectura...pero ese acceso jamás lo podremos ofrecer si insistimos sólo en los libros con soporte papel", al margen de los electrónicos (e-books), reseñó Padilla, ex rector de la Universidad de Guadalajara, en México.
Opinó que "lejos de ser una amenaza, el libro electrónico representa una oportunidad para ampliar enormemente la influencia de la lengua española en general, y del libro en español en particular", y "abre las puertas a una transformación".
Indicó que el 90 por ciento de toda la información ha sido creada en los últimos 20 años y el 80 por ciento es información reestructurada procedente de videos, imágenes, correos electrónicos y comentarios en redes que simulan una "Torre de Babel informática".
La argentina Ana Cabanellas planteó que el proteccionismo del libro en países iberoamericanos afecta el acceso a las obras literarias, debido a la significativa variación de precios, y al abandono de lectores en zonas remotas alejadas del conocimiento.
Añadió que "la industria enfrenta dos retos fundamentales: desarrollar un mercado de lectura de manera sostenida, para lo que se requiere el concurso de muchos (gobiernos, empresarios, sistema educativo, docentes, bibliotecas y padres), y desarrollar una oferta adecuada para ese mercado".
En ese sentido, instó a los gobiernos iberoamericanos a promover tratados para el fomento a la libre circulación de los libros.
Al respecto, el escritor chileno Bernardo Subercaseaux resaltó los desequilibrios que hoy operan en los distintos países, así como la protección a la industria y la disparidad del IVA, que imponen una carga a la literatura.
Recordó que en 2004, España exportó a Latinoamérica 236 millones de dólares en libros, pero importó de la región solo siete millones de dólares, lo que encareció obras como las del fallecido escritor y poeta chileno Roberto Bolaño, por ejemplo.
El fenómeno en Argentina
En la Argentina, la venta de libros en formato digital está en crecimiento. Random House-Mondadori, que tiene entre sus sellos editoriales a Sudamericana, vendió en los tres primeros meses de 2013 más libros electrónicos que en todo 2012. La firma Grammata asegura que la venta crece al 100% mensual. Por otra parte, según datos de IES Consultores, en 2012 se produjeron en el país más de 94 millones de ejemplares de libros en el formato de papel.