Frederic Bastiat (1801-1850) fue un eximio escritor y economista francés, unos de los principales exponentes en la escuela de la libertad económica. Murió a temprana edad (49) a causa de la tuberculosis que contrajo en uno de sus viajes por el mundo en los que divulgaba sus ideas sobre el libre mercado y sus múltiples beneficios.
Entre sus ingeniosas y útiles descripciones del mundo económico de aquellos tiempos, dos de sus principales aportes fueron los relacionados con: 1) las consecuencias en el largo plazo de las decisiones y 2) la inutilidad del proteccionismo, circunstancia en la que empresarios fabricantes de velas echaban la culpa al sol, si al sol de sus malos resultados empresariales y al astro Rey por su competencia desleal ejercida.
Me posicionó en aquella parodia del extinto comediante Leo Rosenwasser quien en el programa de VideoMatch hacia las veces de un operario que se encargaba de romper veredas para luego volverlas arreglar o bien instalar estaciones de servicio adonde no se habían solicitado.
El aporte más importante de Frederic Bastiat apuntó al corazón de las decisiones económicas. Cada una de ellas tiene consecuencias y maduran en sus frutos por lo general en un ciclo de mediano-largo plazo, sean estos buenos o malos y con consecuencias visibles en algunos casos y no visibles en otras.
Estos últimos, deben ser evaluados entonces en esos tiempos y considerando a todos los actores de la sociedad. El hacer un análisis de corto plazo y parcial conlleva a un errores de graves consecuencias porque genera distorsiones que suelen ser muy costosas y causar los efectos opuestos a los deseados.
Este ingenioso economista ejemplificó su idea mediante la escena de un niño que por travesura, rompía la vidriera de una panadería. El panadero, para nada contento con la situación y menos con las consecuencias. Los curiosos clásicos, se juntaban para hacer los análisis típicos de la escena. Uno comentaba al observar la rotura: "es una desgracia" pero también tiene su lado positivo: el vidriero ahora tiene trabajo!
El panadero damnificado ahora debe gastar un presupuesto de $ (que no tenía previsto) para reparar su vidriera. El vidriero en contraposición, se encuentra con trabajo y dinero que va a circular (gastar) para sus consumos personales. Se podría decir que la "desgracia" activó el circuito económico. En el ámbito privado, esta lógica funciona así.
Una realidad un tanto diferente (decía el autor) sucedía cuando se analizaba la problemática desde la óptica pública, situación en la que se ignoran principios elementales (con y sin intención). Poco entendía el porqué profesionales brillantes en la actividad privada, cambiaban su dinámica de pensamiento y ejecución cuando arribaban al ámbito de decisiones públicas.
Pensemos en la época (1800), se estaban formando las ideas que iban cimentando la ciencia economía y como tal, este arte consideraba en su evaluación las consecuencias de largo plazo y de toda una sociedad (públicos y privados), desechando el corto plazo y la segmentación social para considerar una política como útil o inútil.
El corto plazo y el análisis parcial de una situación, forman parte de uno de los sofismas mas "caros" de la economía en términos de postergación. Guardan desde ya una correlación perfecta con el populismo. La demagogia, los slogans vacíos, las promesas de campaña, el no decir la verdad y no asumir que el costo político forma parte de la construcción de un futuro solido y menos atado con alambre (como el actual), nos fue alejando del mundo. Seguimos discutiendo como hace 70 años de inflación y no evolucionamos.
Volvamos a la escena. El panadero se gastó los $ que seguramente tenía pensado en otro destino (vestido, viaje, electrodomésticos, pagar deuda, etc) para arreglar su vidriera. La comunidad como un todo perdió lo que el panadero debió resignar de consumir, produciéndose así un trade-off (intercambio) entre lo que "gana" el vidriero y "pierde" el panadero. Pero hay una tercera parte, que al no estar en la escena visible, por lo general es ignorada, y son aquellos que producen lo que panadero resigna (ej.: fabricante de vestidos).
Éste sofisma de la "vidriera rota" o el "rompé Pepe, rompé" es uno de los argumentos keynesianos que vanagloriaban la ventaja de la destrucción o hacer el pozo para luego taparlo bajo el falso argumento de generar empleo o reactivar la economía, desechando los efectos secundarios de esa política insostenible en el tiempo.
En la misma equivocación se incurre habitualmente al pensar que la "capacidad adquisitiva" pasa por un aspecto monetario y que se resuelve imprimiendo dinero, desconsiderando que a mayor oferta, naturalmente y sin un correlato en la demanda implica un menor valor de la moneda. Repetimos este error como loros.
Siendo que erróneamente confundimos riqueza con monedas, sostenemos la idea que más billetes en mano implican más riqueza cuando en verdad puede que con más, estemos comprando menos, dada la pérdida de poder adquisitivo y asistiendo a una "ilusión monetaria".
Los funcionarios públicos tienen muy presente que cuando se hace un pozo y luego se lo tapa, o se realizan obras vistosas pero no prioritarias, se anulan o desvían proyectos que quizás eran menos vistosos y más necesarios. La ecuación costos – beneficios en acción.
La demanda y oferta son un matrimonio perfecto, en el uno para el otro, partes de una misma pieza indivisa. Una definición propia de economía de libre cambio y apoyada en los principios de Adam Smith y de su división del trabajo, ideas con las que Frederic Bastiat se sentía a gusto.
Continuando un poco mas con las ilusiones del bienestar, la inflación originada en un exceso de dinero por sobre la demanda, empuja hacia arriba salarios y precios generando otra falsa percepción de una demanda creciente, cuando en verdad lo que sucede es que nos deshacemos de los $ rápidamente porque una de sus funciones se trunca: la reserva de valor.
El concepto del "rompe Pepe, rompe", desvía entonces el foco de atención de aquello que es visible, de corto plazo y de beneficios segmentados (para un sector) y en contraposición se desestima lo importante, el largo plazo y los beneficios para toda la sociedad.
Auto engañarnos con salarios y precios más altos en una economía llena de billetes sin valor, equivale a creer que la prosperidad o reactivación vendrán de la mano de la recomposición de bienes destruidos previamente o bien no creados oportunamente.