Desde hace unos días se exhibe el desfile más obsceno que la corrupción puede mostrar en nombres, procesos y de evidencias. Nada es gratis en economía y estamos pagando la tarjeta de una fiesta de la qué no somos parte. Al menos la inmensa mayoría de los ciudadanos que solo cargamos con las consecuencias.
Este es sin dudas un problema social endémico, con raíces muy profundas, consecuencias indescriptibles y su solución quizás una quimera.
Los primeros registros que documentan este flagelo data de los faraones (1.100 a.c.). En Grecia, Demóstenes 324 a.c. acusado de haberse quedado con los dineros que se destinarían a la Acrópolis, Pericles hizo lo propio con la obra del Partenón, acusado por desvío de fondos. Los antecedentes se multiplican y llegan hasta hoy.
Lo que fue cambiando en el tiempo es el concepto del honor. Los romanos lo salvaguardaban ante todo, de hecho los gobernantes debían presentar al inicio y final de su mandato una rendición de cuentas. Cuando estas no cerraban, el exilio y el suicidio los esperaban. Imagínate.
En la Edad Media, la religión católica propuso un cambio: robar es definitivamente un pecado pero confesarlo dejaba en 0 las cuentas. Una puerta abierta qué fue aprovechada por los malhechores de siempre.
El famoso "roba pero hacen" encontró inspiración en el régimen de Napoleón Bonaparte (1769 – 1821) quien solía decirles a sus Ministros que podían robar "un poco" siempre que la administración sea eficiente.
Winston Churchill emuló la corrupción a un aceite que lubrica la máquina de la democracia, cuando si hay algo que la corrupción genera son vericuetos discrecionales en los que se esconde y crece este mal.
Lo que está claro es que la corrupción es un verdadero obstáculo al desarrollo social y económico (al menos equitativo) porque:
• Retarda y anula el desarrollo económico, espanta valiosos recursos humanos y riega de inseguridad al sistema democrático.
• Desvía los fondos y no se cumplen las metas que los originan. Es injusto y salvaje.
• Transforma los valores sociales, premiando (temporalmente) a quienes todo hacen por sí en la gestión pública y poco por quiénes le confieren su poderío, quedando relegados hasta su olvido.
• Aumenta drásticamente el costo económico. Lo recaudado se esfuma en el público y los privados deben re-pagar nuevamente por los servicios ya tributados.
• Mina la confianza en el sistema y sus instituciones, en sus dirigentes, alimenta la competencia desleal y esto se transforma en "sálvese quién pueda".
Se puede combatir? Los manuales y la experiencia internacional habla de un enfoque conjunto de rendición de cuentas, organizaciones civiles, público general y medios de comunicación trabajando mancomunadamente contra el flagelo. Evitarlo imposible, mitigarlo si.
• Los gobiernos trabajando en reformas de ley anticorrupción, con rendiciones de cuentas publicas y transparentes, con severas penas por incumplimientos.
• Los privados, trabajando sobre la misma dinámica en las organizaciones, delineando conductas e incentivos enfocados en evitar y sancionar la tentación.
• Los medios de comunicación por sus investigaciones y denuncias, jugando un papel decisivo en destapar las cañerías de corrupción.
Soluciones
Armar el rompecabezas es una tarea más cultural que fáctica. No obstante en ese titánico desafío emergen del sentido común algunas aristas:
• El ejemplo de los dirigentes sobre su accionar
• Severas sanciones a funcionarios y empresarios prebendarios
• Un poder judicial qué se quite las vendas de los ojos y cumpla su rol institucional
• La revisión del esquema de incentivos a funcionarios del sector público
• La libertad económica como mecanismo generador decrecimiento y desarrollo.
El costo de la corrupción se calcula por especialistas en el orden de 1% del PBI, algo así como 550 MM u$s. Desde ya que es imposible darlo por cierto pero es una estimación.
La economía se mueve por incentivos. Mientras ser corrupto o delinquir sea más económico que las sanciones (o falta de ellas), el flagelo ganará la pulseada y seguiremos en la lista de los países más corruptos del mundo junto a Suazilandia, Islas Salomón, Kuwait, Kosovo, Benín (ONG Transparencia Internacional).
Creo que estamos para más, pero requiere del compromiso individual, de empezar por nuestra conducta diaria y de los valores que transmitimos, bien vale la pena el intento. Nuestros hijos merecen un país mejor.