la mayoría de los argentinos sabemos que la inflación es un problema complejo, porque es
estructural, propio de los países emergentes. En los últimos cincuenta años hubo varios intentos de
combatir la inflación, pero todos los gobiernos fracasaron. Se sancionaron leyes, decretos,
ordenanzas destinadas a detenerla. Empezamos con las “ferias francas” administradas por
el Estado, las cooperativas de consumo por los sindicatos; la ley contra la especulación, el pacto
social, la devaluación y sobrevaluación del dinero; cambio de denominación de la moneda: pesos ley
18.188, austral, lecop, etcétera. Todos los gobiernos practicaron los mismos métodos, no podían
pretender resultados distintos. Lo utilizaban para maquillar la profundidad de la crisis. El
Instituto de Estadísticas y Censo (Indec) no controla precios, ni costos, no regula el mercado, es
un organismo burocrático. La inflación es el impuesto más perverso e insensible, afecta
directamente a la población con ingresos fijos: obreros, empleados y jubilados. Los aumentos de
precios de bienes y servicios se originan en la crisis de escasez, la falta de oferta para
satisfacer la demanda, la agresividad de los impuestos al consumo popular como el IVA (Impuesto al
Valor Agregado). La inflación es un flagelo que estará presente mientras se combatan los efectos,
no las causas.
Justo José Porteiro, LE 3.168.106