Hubo un artista que, con su genio y talento, utilizó sus pies para crear en el césped de una cancha de fútbol maravillosos momentos de alegría para un pueblo que lo aclamó. De familia humilde, todo lo que supo hacer con una pelota en sus pies fue asombrar y sorprender. Sin proponérselo participó pasivamente a tapar la grieta que la sociedad argentina tenía. En la incalculable multitud, se formó una extensa fila que esperó pacientemente para darle el último adiós. Vi abrazarse a hinchas con las camisetas de Boca y de River. Ese artista se llamó Diego Armando Maradona. Cuando nacemos en este hermoso país, consta en el acta “nacionalidad argentina” o “argentino”. En esos momentos nos colocan la camiseta de Argentina. Cuando somos niños elegimos un cuadro de fútbol, Central o Newell’s, Boca o River, y ahí nos colocamos la camiseta del club elegido, que nos sirve para separarnos. Y cuando adultos tenemos que votar, optamos por un partido político y ahí nos colocamos otra camiseta y se produce otra separación. A través de mis años vividos, estoy cansado de escuchar cuando se reúnen políticos para solucionar problemas decirse: “¿ustedes qué hicieron en cuatro años?” y la respuesta es: “¿y ustedes en 40 años?”. Posteriormente se retiran y el problema sigue sin solución. Propongo que cuando los políticos van a resolver algo, que dejen en la puerta la camiseta del partido político y la camiseta de fútbol. Entonces en el momento que se sienten alrededor de la mesa y vean que todos tienen la camiseta de Argentina y que todos pateen para el mismo arco.