Irma Berraute Ferreyra de Sosa es una de las egresadas de las primeras promociones de la Escuela Normal de Casilda. Tiene 94 años y se prepara para festejar el 23 de mayo, cuando se cumplan los 100 de su querida escuela. Representa a una generación de estudiantes normalistas que se extendió en sus hijas y nietos, y ahora continúan sus bisnietos. Comparten historias de identidad y pertenencia nacidas en el aula.
Dice que el patio (ahora techado) y los salones permanecen iguales, sólo falta un acuario con peces de colores y una palmera. No pierde nunca la elegancia al expresarse y apenas hace una pausa para controlar su emoción cuando habla de su trabajo como maestra. "Es que tengo tan buenos recuerdos de mis alumnos, todavía algunos me reconocen por la calle, se paran y me abrazan".
Irma egresó en 1938 de la Escuela Normal como maestra de grado. Enseguida consiguió trabajo en San José de la Esquina. "Allí me casaron", bromea para contar que es donde conoció a su marido. Permaneció 8 años enseñando como reemplazante "porque en ese entonces no había concursos y solo se era titular con una cuña política". Luego volvió a Casilda donde siguió dando clases en primer grado.
Oficio de educar. Al oficio de educar se volcó impulsada por su madre, también maestra. Y aunque se fueron a vivir al campo, siempre la impulsó a seguir estudiando, más el magisterio. Para ilustrar los cambios de esa época, cuenta que su mamá siempre le hablaba de un profesor italiano, de apellido Rasia, que en lugar de llamar a los primeros cursos de la primaria como "primer grado, segundo grado, tercer grado... los nombraba como primero Anagnosia, segundo Anagnosia, tercero Anagnosia".
El docente en cuestión aludía al libro usado para enseñar a leer, a través de un método impulsado por el escritor Marcos Sastre y desarrollado en el texto Anagnosia (la primera edición es de 1849). Según sostenía, el niño aprendería con facilidad si se tenían en cuenta ciertas "reglas": no empezar por el abecedario; no deletrear ni nombrar las consonantes; no pasar de una lección mientras no esté bien sabida. Como se explica en el sitio de la Biblioteca Nacional del Maestro, era una fórmula superadora al silabeo y memorización de las letras que se aplicaba desde el tiempo de la colonia.
Los Compañeros. Cuando Irma repasa sus años de alumna, en el primer lugar de sus recuerdos aparecen sus compañeros, "la afinidad y la amistad" compartidas. Varones y mujeres porque, a diferencia de las escuelas normales nacionales, las provinciales habían sido creadas como mixtas. La de Casilda se creó en 1915, pero se oficializó un año después EM_DASHen el gobierno de Rodolfo LehmannEM_DASH junto a las de Venado Tuerto, Cañada de Gómez, Reconquista, Villa Constitución y Rafaela.
Hasta el año pasado, Irma asumía la tarea de convocarlos a una cena aniversario para recordar los tiempos compartidos. "Pero justo cuando cumplimos los 75 años de egresados dejamos de hacer estos encuentros porque ya quedan pocos y muchos están en los geriátricos", justifica con pesar.
La oportunidad de la revancha la tendrán el próximo 23 de mayo, cuando los ex alumnos desfilarán en autos antiguos por el centro de Casilda.
También rememora a sus docentes: "Guardo un buen recuerdo, por el afecto que tengo por la escuela, por lo que he aprendido gracias a ellos. Les teníamos mucho respeto y ellos lo tenían por nosotros".
Nieta y bisnietos. En la sala de la dirección está también María Alejandra Loria, una de las cinco nietas de Irma, también egresada (1983) y mamá de dos alumnos. "Tengo el mejor de los recuerdos, del compañerismo que se vive, de ese espíritu normalista muy fuerte que se transmite y trasciende, que tiene que ver con la historia de la escuela. Son marcas muy fuertes", comparte.
Ese "espíritu normalista" y marcas de la historia de las que habla son de alguna manera las que explican que la institución conserve en el día a día su nombre de origen. Al igual que los otros colegios normales diseminados por todo el país, ha resistido a los cambios de nombres impuestos por las diferentes reformas educativas. De hecho nació como Escuela Normal Nº 2 Manuel Leiva y hoy es Escuela de Educación Secundaria Orientada Nº 202, aunque todos prefieren seguir llamando simplemente "La Normal".
A la charla se suman los bisnietos de Irma. "Siempre hemos escuchado hablar maravillas de la escuela, que emocionan y dan orgullo", cuentan Luna Novello, que cursa el 5º año, su hermano Facundo, que está en 3º, y Malena Fernández, de 4º año. Un rato más tarde abrazarán encantados a su bisabuela Irma para la foto.
Formar personas. Marcela Woods es de la promoción de los 50 años. También pertenece a una familia de normalistas y elige una anécdota para sintetizar el "respeto y cariño" que siente por su escuela: "Tuve un profesor, Hernán Nin, que luego fue director cuando estudiaban mis dos hijas y a quien una vez fuimos a pedirles con otros padres que fuera más riguroso, que les dieran más contenidos a los chicos. Y nos respondió: «La escuela Normal no quiere llenar de contenidos a los chicos, quiere formar personas». Y la verdad es que es así, esa es la formación ofrecida".
La nieta de Marcela sigue los pasos familiares y está a punto de graduarse este año. Es Candela García, de 17 años, que adhiere a los dichos de su abuela al rescatar el valor de "la confianza" que les transmiten directivos y profesores.
Pertenencia. La conversación es seguida con atención por la directora de la escuela, María Alejandra Bustos. Hace poco tiempo que está en el cargo y confiesa que la fiesta del centenario le ha servido "para aprender más sobre la historia de esta institución emblemática, para entender ese sentimiento de pertenencia" que también la llena de orgullo.
Actualmente a esta secundaria asisten 500 alumnos, todos en el turno de la mañana, que pueden elegir entre los bachilleres orientados en ciencias naturales, humanidades y ciencias sociales e informática. El edificio ubicado en Dante Alighieri 2385 es compartido con la Escuela Primaria Bernardo Houssey y el Instituto del Profesorado Manuel Leiva.
Libro centenario. En 1982 los archivos de la escuela Normal se perdieron en un incendio. Para recuperar ese pasado, una de las tareas emprendidas es la confección del libro del centenario. El profesor de historia Hugo Miori es el coordinador de esta iniciativa, en la que trabajan otros docentes del departamento de ciencias sociales.
"Como en Casilda está trabajando muy bien el archivo histórico de la ciudad y se está digitalizando gran parte de los periódicos, lo estamos aprovechando para nuestro trabajo", dice Miori.
La revisión de los diarios de la época la hacen por períodos. "Ya nos encontramos que en los primeros 50 años la escuela Normal era el boom de la ciudad, un centro cultural, con mucha presencia en la vida pública", cuenta de lo que van revelando las crónicas de la época.
La intención es tener listo este libro para el año que viene. Será otro capítulo más en la historia de la centenaria escuela de Casilda que sigue convocando a generaciones de estudiantes.