El teatro puede ser una excusa para una salida, un mero entretenimiento, un lugar para contemplar, pero que siempre - de una forma u otra - abre el juego a la reflexión. Y este es uno de esos casos. “Jauría” invita al debate poniendo en escena el juicio a “La Manada”, como se conoce a los cinco hombres que en julio de 2016 violaron a una joven en Pamplona, España, en las fiestas de San Fermín. Escrita por Jordi Casanovas y dirigida por Nelson Valente, esta obra de teatro documental permite viajar dentro de las mentes de la víctima y los victimarios. Un caso que sacudió los conceptos de masculinidad, consentimiento y agresión sexual. Un juicio en el que la denunciante es revictimizada y obligada a dar más detalles de su intimidad, todo delante de las cámaras.
Con las actuaciones de Vanesa González, Gastón Cocchiarale, Lucas Crespi, Juan Luppi, Lautaro Bettoni y Gabriel Beck, la obra llega al teatro La Comedia (Mitre 958), esta noche, a las 21. Ganadora de tres premios ACE a Mejor obra dramática, Mejor dirección y Mejor actriz, las entradas pueden adquirirse en la boletería del teatro y a través del sitio 1000tickets.com.ar.
En diálogo con Escenario, la actriz Vanesa González (“1/2 falta”, “Dulce amor”, “Mujeres asesinas”, “Socias”, “Ciega a citas”) cuenta que la obra ayuda a reflexionar sobre el trato que reciben en los juicios muchas víctimas de abuso, donde “escuchar solamente en palabras cómo fue ese ataque, y ver el trato judicial hacia las víctimas, el trato a las denunciantes, es terrible. Lo interesante es que la obra nos deja pensando acerca de qué apoyo tienen las denunciantes cuando tienen que contar algo así. Es doblemente doloroso”.
—¿Cómo te llegó la obra? ¿Conocías el caso de “La Manada”?
—Sabía muy poco del caso, lo tenía de oído, y cuando me lo proponen, me dio un poco de miedo de que fuera una obra de teatro sobre una violación. Me daba temor la representación de eso en un escenario. Por suerte el material no va por ahí, sino que reconstruye las instancias del juicio de principio a fin, con lo cual, obviamente es bastante crudo todo. Y en cuanto a cómo encararlo como actriz, intenté hacerlo de la manera más objetiva, porque es algo que me toca de cerca como mujer y de algo que me cuesta escaparme. La obra no está ficcionada, sino que los relatos están reconstruidos y ordenados, al material del juicio real se le hizo como con una suerte de edición, no intenta ni bajar línea, ni contar desde una mirada única cómo fueron las cosas. La obra hace preguntas y nos interpela, no solo al público, y eso me gusta.
—¿Cómo es la puesta, y cuál es tu rol y el del resto del elenco en la representación del juicio?
—En principio la propuesta del director, Nelson Valente, como del autor, es que nosotros funcionamos como elementos de la obra, vamos rotando, eso hace que se le pueda aportar una parte teatral, siendo que los actores nos vamos desdoblando. En lo que respecta a la voz de ella, tuve muchos miedos de que no me deje avanzar, porque es un tema que me toca, me interpela y atraviesa desde lo personal como mujer, que vive en esta sociedad. Nuestra tarea como actores es explicar y darle voz al caso, de manera literal, eso me guía a no caer dentro de la necesidad de actuar determinada situación. La propuesta del director fue objetivizar el texto lo más que podíamos. Por otra parte, es la representación de un juicio terrible. Sabemos que cada una habla y denuncia cuando puede, pero ella pudo hacerlo pronto, tuvo el apoyo de sus padres y tuvo una actitud vital, de respetar sus tiempos y su dolor. Ella hizo una terapia alternativa, con la madre de una amiga en una playa. No hizo algo tradicional, se tomó sus tiempos, siguió con algunas de sus cosas de su vida. Y se la juzgó por eso. Vivimos en una sociedad donde parece que la víctima, para ser víctima, tiene que arrastrarse por el piso. A una persona que sufrió, solo se cree su sufrimiento si se la ve terriblemente mal, como si hubiera víctimas aceptables y otras menos aceptables. Esto es justamente uno de los temas que nos preguntamos en la obra. Eso también nos invita a pensar desde otro lugar, y como actriz la obra me llevó a trabajar desde otro lugar.
—¿Es teatro documental?
—Sí, el teatro documental trata de hablar de una situación que en general es un caso real. Trata de ficcionar lo menos posible, a veces nada, a veces solo un poco, a veces se mezcla un poco con la ficción, y a veces no. En este caso en nada, porque lo que hizo Jordi Casanovas, que es su autor original, es solamente reestructurar los testimonios, tanto de la denunciante como de los atacantes, como de los abogados, de los jueces y de la fiscal. Los reestructuró para poder rearmar el juicio en su totalidad, y que entre en una obra de teatro. “Jauría” habla sobre la violación que hubo en una fiesta famosa en Pamplona, donde cinco varones abusaron de una chica de 18 años, y toma el juicio de esta caso, que fue fatal. La víctima fue absolutamente revictimizada, eso es lo crudo. Escuchar solamente en palabras cómo fue ese ataque, y ver el trato judicial hacia las víctimas, el trato a las denunciantes, fue terrible. Lo interesante es que la obra nos deja pensando acerca de qué apoyo tienen las denunciantes cuando tienen que contar algo así. Es doblemente doloroso. Ahora se está haciendo un trabajo muy especial con fiscales, para que las denunciantes puedan tener una instancia previa para saber qué cosas le puede preguntar su propia fiscal, y qué cosas pueden preguntarle los abogados atacantes, porque si no, no hay ni un poco de empatía hacia el dolor. En nuestro caso, el lunes que viene vamos a hacer una función para abogados, fiscales y jueces. Me parece que está buenísimo, el poder empezar a ofrecer esto a modo de escucha y reflexión. Nos lleva a preguntarnos qué cosas podemos cambiar, porque como sociedad somos los responsables de esos cambios, pero también hay partes que constituyen el orden social, que son eslabones muy importantes, como la Justicia, para darnos a nosotros otros modos de vincularnos.
—¿Pensás que el teatro es un lugar privilegiado a la hora de tocar estos temas?
—Es un lugar muy especial para hablar de estos temas, estamos acostumbrados a escuchar estos casos lamentablemente, por eso este tema no nos tiene que ser ajeno, y estas obras hay que hacerlas, porque es algo que sucede. Prendemos la tele y vemos que hay un femicidio, un ataque en grupo, una violación o un abuso, y hay algo que nos empieza a adormecer a causa de tanta información que entra permanentemente. Esto nos empieza a quitar herramientas de un conflicto que viene desde hace mucho, y el teatro invita a escuchar desde otro lugar. Es un espacio donde la información entra de un modo más sensible, más permeable, donde nuestra intención no es señalar con el dedo sino invitar a repreguntarnos. Muchas veces después de la función hacemos debates. Es súper enriquecedor. “Jauría” está buenísima para concientizar, tiene mucho sobre ESI, sobre el consentimiento, sobre qué es. Tuvimos la oportunidad de ir a Tierra del Fuego, presentamos la obra delante de escuelas, tiene mucho de educación sexual. En Buenos Aires vamos a seguir en mostrándola en colegios, nos están declarando de interés cultural, porque creo que el espectáculo lo merece, el material propio que es la obra.