El cine europeo y el llamado "cine de autor" suele estar completamente ausente en Netflix. Pero los milagros ocurren y a veces hay excepciones a la regla, sobre todo en esta época de pandemia, cuando las películas no llegan a las salas. Esto es lo que está pasando con "Hater", la película polaca sobre las las operaciones sucias en las redes sociales que, para sorpresa de muchos, se ubica en el Top Ten de las más vistas en la plataforma. "Hater", que se llevó el premio principal en la Competencia Internacional del último Festival de Tribeca, tiene mucho para atraer al público. Los temas que aborda (la manipulación de las redes sociales, las fake news, las campañas difamatorias de los trolls y las consecuencias en la vida real de generar odio en las redes) son tan actuales como enigmáticos y oscuros, y la invitación a ver por dentro ese submundo es muy tentadora. Además está la calidad cinematográfica de "Hater", que fue concebida para la gran pantalla, y supera por mucho a las producciones que se filman sólo para televisión.
Detrás de las cámaras está Jan Komasa, que a los 38 años es uno de los realizadores más importantes del nuevo cine polaco. El año pasado Komasa estuvo nominado al Oscar a mejor película extranjera por "Corpus Christi" (perdió con la gran favorita, "Parasite") y sus filmes anteriores han recibido premios en distintos festivales internacionales. "Hater" es una especie de spin off de la ópera prima del director, "Suicide Room" (2011), que también reflexionaba sobre el acoso, el odio en redes sociales y los peligros del mundo online.
En el centro absoluto de la trama de "Hater" (odiador) está Tomasz Giemza (interpretado por el excelente actor Maciej Musialowski), un joven universitario que se presenta como "gestor de redes". La película empieza cuando al protagonista lo expulsan de la Facultad de Derecho por presentar un ensayo plagiado. Y sí, Giemza es un mentiroso compulsivo, y de a poco se irá revelando como un personaje complejo. El protagonista proviene de una familia rural de pocos recursos, y sus estudios son pagados por los Krasucki, un matrimonio de progres con plata que actúan como una especie de padrinos. Este matrimonio tiene una hija, Gabi, y Tomasz está obsesionado con ella: la espía todo el tiempo por las redes y, para impresionarla, empieza a buscar un trabajo.
Al "empleo" en cuestión lo encuentra en una agencia de trolls que vende sus servicios al mejor postor, una suerte de empresa de relaciones públicas que difama a figuras en las redes recurriendo a noticias falsas y cualquier artilugio. Apenas empieza a trabajar, Giemza se destaca aniquilando a una instagrammer que promociona una bebida energética, y entonces la agencia lo asciende para que trabaje en el plano más alto: la arena política. Ahí el objetivo es desprestigiar al candidato socialdemócrata a la intendencia de Varsovia, un político que apoya a la comunidad LGBT y a los refugiados islamitas, y además es un amigo cercano de los Krasucki. El protagonista logra infiltrarse en el equipo de campaña del candidato para destruirlo por dentro, y al mismo tiempo se vincula con grupos de ultraderecha para hacer estallar el odio al político.
¿Hay límites en el mundo virtual? ¿Qué pasa cuando los "juegos de guerra" en internet saltan al mundo real? "Hater" se mete con estos temas con un gran guión de Mateusz Pacewicz (que colaboró con Komasa en "Corpus Christi") y la narración fría y precisa de la cámara del director, que con esta estética refleja las características del protagonista. Tomasz Giemza es un villano tecnológico de alto vuelo: esconde sus desequilibrios y su fragilidad detrás de la pantalla, no siente culpa y actúa con la naturalidad de un verdadero psicópata (se nota por momentos la influencia de "Taxi Driver"). Es curioso observar cómo el personaje, a medida que se hunde moralmente, se va empalideciendo hasta parecer a un cadáver, como una autómata desprovisto de humanidad.
Lectura política
La película peca de algunos trazos gruesos que podrían cuestionarse (¿Políticos ingenuos? No existen), pero "Hater" compensa con un ritmo trepidante y un desarrollo de subtramas que funciona como un reloj suizo. Acá no hay trampas para el espectador ni vueltas de tuerca —como en la mayoría de los thrillers contemporáneos hollywoodenses—, porque alcanza y sobra con la crueldad de un sistema que se torna cada vez más retorcido. El director también ensaya una lectura política desesperanzadora de la actual Polonia, y retrata a un progresismo entre superficial y snob y a una ultraderecha racista y extremadamente violenta.
El estreno de "Hater" en Polonia fue demorado por el parecido de una parte de su trama con un hecho real que sucedió en el país en enero de 2019, pocas semanas después de que el rodaje de la película finalizara. Pawel Adamowicz, alcalde liberal de la ciudad de Gdansk, en el norte de Polonia, murió después de ser apuñalado mientras daba un discurso en un evento benéfico. El agresor era un joven de 27 años, muy activo en las redes sociales, y había salido recientemente de prisión.
Un gran momento para el cine polaco
El éxito de “Hater” es otra señal del buen momento que vive la industria cinematográfica polaca. El año pasado, el director de “Hater”, Jan Komasa, fue nominado al Oscar en el rubro mejor película extranjera por su anterior filme, “Corpus Christi”, la particular historia de un joven de 20 años que decide convertirse en sacerdote pese a sus antecedentes penales. “Corpus Christi” se convirtió en la cuarta película polaca en aspirar al máximo premio del cine en los últimos diez años, y eso es todo un dato. Polonia buscó durante décadas el reconocimiento internacional de su cine que, pese a contar con directores como Roman Polanski, Krzystof Kiewlowski o Andrzej Wajda, nunca logró conquistar las grandes salas y, cuando lo hizo, fue en el formato de coproducciones bajo el sello de otro país. Esto cambió en 2013 con el largometraje “Ida”, de Pawel Pawlikowski, que ganó el ansiado reconocimiento al cine hecho en Polonia cuando ganó el Oscar a la mejor película extranjera. Pawlikowski volvió a ser nominado en 2018 a la estatuilla dorada por la excelente “Cold War”, un drama sobre una tormentosa relación amorosa marcada por el fin de la Segunda Guerra Mundial.