Santa Fe.—
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Los uniformados no repararon en que la onda expansiva y el viento llevarían los volátiles gases de bromuro de bencilo y clorobenzilideno malononitrilo, componentes del temible gas lacrimógeno, a viviendas cercanas del barrio, que rodea al Cuerpo Guardia de Infantería (CGI) donde ocurrió el hecho, y provocó un ardor intolerable en los vecinos.
Entre los perjudicados con los gases se contaron cuatro niños, que a raíz del hecho debieron ser atendidos en el Hospital de Niños Alassia, a éstos se les sumó un bebé de tres meses que presentó un caso de alergia y mal estado de salud en general.
Con el correr de las horas la noticia fue variando. Así, lo que en primera instancia pareció encuadrarse como una reprochable travesura impulsada por los efectos del alcohol, en pleno festejo de llegada del nuevo año, se convirtió en un acto reñido con las obligaciones de los uniformados, que tuvo efectos dañinos sobre los ciudadanos, a los que primeros deben cuidar de su integridad.
Por tal razón, el secretario de Seguridad Pública, Carlos Iparraguirre, quien en la tarde de ayer visitó a los vecinos y además recibió los informes médicos del Hospital de Niños local, dispuso el pase a disponibilidad de al menos ocho efectivos policiales de entre de los que se encontraban en la madrugada del martes en la sede del CGI. Esta cifra podría incrementarse. El sumario fue abierto por Ricardo Ruiz, jefe de la policía provincial.
Aunque la versión oficial de la policía expresó originalmente de un "accidente", según pudo investigar este diario fueron más de dos los artefactos detonados de modo deliberado por los policías. Sus consecuencias se hicieron sentir de inmediato alterando al vecindario circundante dos cuadras a la redonda, aproximadamente.
La versión, que dejaron trascender, de un accidente que detonó los disparos de gases, no pareció convencer a la Casa Gris. "Se aplicarán, con todo el rigor, las medidas que indican las normas", dijo molesto el secretario de Seguridad de la provincia Iparraguirre.
Un grupo de policías, aparentemente fuera de sí, despidieron el año y tiraron más de dos granadas de gas lacrimógeno en cercanías al populoso barrio Centenario. La improvisada pirotecnia usada en la madrugada del primer día de 2008 tuvo serias consecuencias.