¿Te suenan las frases “le hablo y le presta más atención al teléfono que a mi o me contesta cualquier cosa”; “siempre está con el celular y no podemos conversar de temas importantes”; “no me mira a los ojos cuando le hablo, está con su mirada en la pantalla”?
La masividad de los teléfonos inteligentes comenzó en 2007 y su avance fue sin pausa y a toda prisa, creando nuevas formas de relacionarnos. De hecho, la interacción social ha dejado de ser patrimonio exclusivo del contexto presencial para ser cada vez más frecuente a través de las tecnologías. Hoy en día es normal ver cómo la presencia del teléfono es más importante que la compañía de otras personas en una mesa.
Los idiomas son tan dinámicos que se actualizan y se mantienen a tono con los nuevos comportamientos.
Cuando la conducta de ignorar al otro para mirar el teléfono se profundiza, hablamos de phubbing o ningufoneo. La palabra phubbing deriva del inglés de la conjunción de phone (teléfono) y snubbing (desprecio).
Según la Real Academia Española, los acrónimos «ningufonear» y «ningufoneo», resultan alternativas posibles en español para sustituir el acrónimo inglés «phubbing». Ningufonear no sería herir intencionalmente a la persona que tenemos enfrente, pero sí impide conectar con ese otro y otra.
El ningufoneo no sólo imposibilita la comunicación cara a cara, sino que provoca un distanciamiento real de los otros. Como consecuencia aparecen los conflictos, las discusiones. La sensación final es la de estar juntos pero solos, cerca pero lejos.
¿Qué sucede cuándo nuestra mirada se posa en la mirada de las personas que tenemos al lado? ¿Qué pasa cuando dejamos de esperar cuántos “likes” tiene nuestra foto, para estar atentos a quienes nos están hablando?
Comunicar es convertir algo en común y representa el paso de lo individual a lo colectivo siendo una condición fundamental para la vida social.
Los teléfonos serán inteligentes dependiendo del uso que se haga de ellos. En este caso sería importante que establezcamos un límite en los espacios generados de encuentro real con el otro, cuerpo a cuerpo. Así, no pasarán desapercibidos momentos simples o significativos.
La utilidad de la tecnología resulta incuestionable pero puede impedir una real comunicación y, como consecuencia de esto, podemos perder la percepción del mundo, de experiencias verdaderas, de mirarnos a los ojos.
Por eso, si te estás sintiendo frustrado por la interferencia del teléfono en tus relaciones, hablalo, pero hacelo en positivo. Enfatizá los bueno de estar más conectados. En vez de decirle a los demás lo que deben o no deben hacer, intentá con un acercamiento como este: “Me encanta hablar con vos, pero cuando estás revisando constantemente tu celular es difícil tener una buena conversación”.
El primer paso es estar conscientes, atentos y presentes con cuerpo y alma, con todo lo que esto significa.