“Estoy en un entorno laboral muy demandante. Mi jefe no lo dice, pero se nota que puede vivir sin horarios. Es muy común que a cualquier hora me llegue un WhatsApp diciendo “hay que darle una vuelta y resolver esto… y ahí es donde se me dispara el miedo que si no le contesto, me quede sin trabajo”.
“Trabajar home office me impide terminar mis tareas a las 18,19 hs, como antes en la oficina. En mi casa, no desconecto ni mi celular ni mi computadora. A veces tengo jornadas interminables, sin límites. Prácticamente no tengo energía para ver a mis amigos, porque sigo con el trabajo los fines de semana. Trabajar en mi casa ya no era lo que pensaba”. Este testimonio corresponde a Emilia, empleada junior de una multinacional que llegó a mi consultorio luego de haber sufrido una descompensación clínica, con crisis de pánico, fruto de extensas jornadas laborales sin descanso.
El trabajo y la forma de realizarlo, cambio notablemente después de la Pandemia. Trabajar modalidad “home office” generó la posibilidad de estar conectados constantemente, y eso que parece estar buenísimo, para el trabajador plantea un desafío extra, ya que cada vez es más difusa la franja que separa el fin de la jornada laboral con el inicio del tiempo de descanso. De hecho, existen muchas empresas que exigen disponibilidad “full time” y es posible encontrar muchos casos en los que resolver eventualidades fuera del horario laboral es una condición no escrita de los perfiles de trabajo, aún cuando la legislación de muchos países consideraría esta práctica como ilegal.
Esta hiperconexión laboral puede generar ansiedad, disminución de la concentración y afectar a las relaciones interpersonales en casa o con compañeros de trabajo, por lo que resulta fundamental que las empresas comiencen a adoptar medidas reales que fomenten la desconexión digital.
Aunque aún no se implementa como corresponde, en Argentina existe la Ley 27.555 para el teletrabajo que en el artículo 5 menciona: “el empleador no podrá exigir a la persona que trabaja la realización de tareas, ni remitirle comunicaciones, por ningún medio, fuera de la jornada laboral”. Los trabajadores tienen el derecho para no tener conexión a ningún dispositivo profesional o software empresarial durante sus descansos o vacaciones. También refiere a no contestar llamadas telefónicas, correos electrónicos o cualquier forma de comunicación laboral.
La recomendación para mantener la salud mental es apagar esos mismos dispositivos una vez finalizada la jornada laboral.
¿Por qué hay que potenciar la desconexión digital? El exceso de notificaciones hacen que la atención se divida en múltiples puntos y esto impacta de manera negativa en la productividad. Si bien resulta difícil establecer momentos de bloqueo de notificaciones durante la jornada, al menos queda la posibilidad de estar “offline” fuera de la misma. La importancia de que exista un encuadre al respecto es que ampara un derecho y como tal le da a los empleados la posibilidad de hacer valer su necesidad de pausa digital, que es necesario para la salud y el bienestar.
Los trabajadores más descansados son trabajadores más productivos.
Esto también reduce gastos, ya que no habría trabajadores con síndrome de burn out con múltiples pedidos de licencia. El estrés que genera quedar “enganchados” con asuntos laborales, como en el caso de Emilia, puede ocasionar diferentes problemas de salud mental.
Tras estudiar esta ley, los empleadores pueden plantearse la gestión de la desconexión digital como un desafío. La importancia de que existan encuadres al respecto es que amparan un derecho y como tal les da a los trabajadores la herramienta para hacer valer su necesidad de pausa digital que puede dar lugar a prevenir riesgos laborales y frenar la sobrecarga mental que genera la falta de desconexión del trabajo. Una mejor administración del tiempo conduce a mejores resultados en cuanto a productividad y rendimiento. Ojalá se cumpla.