Argentina no solo derrotó a la férrea resistencia polaca, que trató de aguantar como pudo para que la arena del Mundial no se la tragara. Ganó un partido chivísimo desde lo emocional. Donde la pesada mochila de la eliminación estaba ahí, a un costado del vestuario. La Scaloneta salió decidido y plasmó su estrategia frente a las torres físicas europeas con éxito. Hacía tiempo que no se veía un partido donde el conjunto albiceleste administrara la pelota bajo un régimen totalitario. El 2 a 0 con gritos sagrados de Alexis Mac Allister y Julián Álvarez representó además un triunfo al rechazo, miedos y dudas del inicio de la Copa del Mundo ante Arabia Saudita. Incluso al penal errado por Messi en el primer acto.