Martes 13, vaya qué fecha para que el seleccionado argentino dispute una de las semifinales del Mundial de Qatar frente a Croacia. Será el penúltimo peldaño que deberá subir el equipo de Lionel Scaloni en busca de ese gran sueño que comenzó a gestarse hace tiempo. Argentina se medirá ante un rival que sabe lo que quiere y que trata de ponerlo en práctica, como en el gran triunfo por penales 4 a 2 (1-1) sobre el candidato Brasil. El subcampeón, con su fútbol, dejó atrás ese miedo escénico que anunciaron en la previa algunos de sus futbolistas y el DT Zlatko Dalic, pero esas palabras fueron más “pour la galerie”.
No hubo respeto, el conjunto liderado por Luka Modric salió a jugar su partido, el que más le convenía, y lo cumplió al pie de la letra. Cortó los circuitos de la verdeamarelha, le robó el balón durante casi todo el primer tiempo y en algunos pasajes del segundo y desnudó las falencias brasileñas.
El equipo balcánico, paciente, ordenado, hace un culto de la tenencia, siempre con Modric como eje, acompañado por Brozovic y Kovacic, sus laderos, quienes juegan casi de memoria y al ritmo que les conviene.
Croacia posee jugadores de buen pie en todas las líneas, desde los centrales Lovren y Gvardiol, firmes, de buen juego aéreo y que respetan a rajatabla la salida limpia desde el fondo pregonada por el técnico, aunque a veces arriesgan demasiado. Los laterales, Juranovic (borró de la cancha a Vinicius Jr) y Borna Sosa (hizo lo propio con Raphinha) suelen acompañar con sus escaladas y se asocian al funcionamiento, siendo descarga permanente, de acuerdo a lo requiera cada jugada. Ambos, por cada sector, quiebran líneas y sus centros ponen en situación de gol a los delanteros.
El dibujo 4-3-3 que utiliza a veces es flexible ya que tanto Pasalic por derecha o Perisic por izquierda bajan unos metros para juntarse con los volantes. De los dos, Perisic es el que tiene más ambición y pisa el área constantemente o desborda para enviar el centro. Adelante, Kramaric es peligroso por potencia física, pero además retrocede para rebotar y dejar ese espacio donde Croacia sorprende con la llegada de los volantes.
Todos ellos se sienten seguros porque el arco está bien custodiado por Dominic Livakovic, ayer otra vez la figura, en el partido y en los penales.
Croacia será un exigente rival, de características similares en el juego, del que deberá cuidarse, pero con una diferencia notoria: tienen a Modric, pero Argentina a un tal Lionel Messi.