Jorge Boasso, compañero de fórmula de Miguel Del Sel a la Gobernación santafesina por Unión PRO Federal, se inquieta y molesta un poco cuando se le pregunta por las razones que lo llevaron a abandonar el radicalismo para unirse a la fuerza que a nivel nacional conduce Mauricio Macri. "Soy radical y moriré radical. Lo que pasa es que quiero una UCR distinta, con vocación de poder, que no se encierre en cuatro paredes y termine negociando cargos con el socialismo", despeja el concejal rosarino.
Ya casi al final de la recta que conducirá a las Paso, Boasso define como "una experiencia maravillosa" la campaña electoral que transita junto al ex Midachi. En ese itinerario político, asegura que en sus recorridas por la provincia advierte "como nunca" el hartazgo y rechazo al socialismo, al que responsabiliza por los problemas de inseguridad que atraviesa toda la geografía santafesina, en especial Rosario y la capital provincial. Al mismo tiempo, está convencido de que después de la interna muchos de sus correligionarios pasarán a tributar y a apoyar la fórmula que él integra. "Si pierde (Mario) Barletta la interna, muchos radicales no van a votar al socialismo", pronostica.
¿Cuáles fueron las razones que lo llevaron a abandonar el radicalismo para unirse al PRO?
—¡Yo no abandoné el radicalismo! No dejo de ser radical y moriré siendo radical. Sí luché muchísimo por otro modelo de radicalismo, por una construcción abierta, con vocación de poder, que no se encierre en cuatro paredes, que no termine negociando los cargos con el socialismo como si fuese una sociedad cuya propiedad le corresponde. Quiero un radicalismo distinto, una UCR como la que discutió el 14 de marzo en la convención de Gualeguaychú, que fue un ejemplo de debate, con posiciones encontradas pero que encontró un camino de amplitud.
Hay una impugnación a ese acuerdo porque muchos sostienen que no hay afinidad ideológica entre el pensamiento radical y el del PRO...
—Eso lo dicen los piensan que todavía existen la izquierda y la derecha, los jacobinos y girondinos de la Revolución Francesa. El mundo cambió mucho, y la Argentina debe adaptarse a esos cambios. Creo que es la propia gente la que elige la ideología, y hoy es una verdad manifiesta que el votante del PRO y de la UCR son similares porque hay vasos comunicantes entre las dos fuerzas políticas. Los votos que perdió el radicalismo terminaron confluyendo en el PRO, y esto no es un descubrimiento mío.
¿Cree que después de las Paso habrá un realineamiento de sectores del radicalismo que puede tributar a la fórmula Del Sel-Boasso?
—No es que lo creo, estoy seguro de eso. Me lo dicen muchos radicales que nos votan a nosotros o que votan a Mario (por Barletta). Si Mario pierde (la interna contra Miguel Lifschitz), muchos radicales no votarán al socialismo. Son los radicales que tuvieron que soportar el sometimiento de todos estos años al socialismo.
¿Cómo es hacer campaña junto a Del Sel?
—En esta etapa de mi vida, es una de las cosas más gratificantes que me pasó. Primero: encontré una muy buena persona, un tipo muy sincero. Segundo: sé que me va a proteger, que me puedo dar vuelta y no me va a clavar un puñal en la espalda. Muchas veces tenía que cuidarme de correligionarios ya que, militando en el mismo partido, temía darme vuelta porque me iban a traicionar, como muchos lo hicieron.
¿Cuáles son las expectativas en el tramo final de la campaña?
—Seguir igual, en contacto permanente con la gente. Es muy gratificante sentir la devolución de la sociedad. Yo percibo muy fuerte la noción de cambio en la gente, no sólo a nivel provincial, sino también a nivel local y nacional. Y el cambio lo representa esta construcción política, que supo ganarse el espacio que hoy interpreta el cambio.
En esos contactos, ¿cuáles son las principales objeciones que escucha al gobierno de Antonio Bonfatti?
—Noto un cansancio importante y un rechazo al socialismo como nunca antes lo había visto. En otras elecciones no notaba un rechazo al socialismo. Ahora hay un cansancio, un rechazo porque la gente se siente defraudada. Hoy los santafesinos son muy demandantes. El tema seguridad es imposible eludirlo; hay una gran defraudación del gobierno socialista, porque no sólo no supo resolver ese problema, sino que lo agravó. Nosotros sentimos y vemos en Santa Fe lo que no sintieron ni vieron los que gobiernan actualmente. Sentimos y vemos la cruda realidad de una inseguridad que percudió el tejido social. Y lo que es una verdad de Perogrullo: el socialismo nunca condujo a la policía por distintas razones, pero la primera es la que está más clara: su incapacidad para hacerlo. Burocratizaron tanto a la fuerza que la inmovilizaron.
¿Cómo van a encarar la lucha contra el narcotráfico?
—Se tiene que trabajar coordinadamente entre provincia y Nación, pero tiene que haber un ente que coordine las actividades, porque hoy hay once institutos con competencia para luchar contra el narcotráfico y cada uno hace lo que quiere. El narcotraficante sabe esa situación y la aprovecha. Si la Justicia provincial no trabaja coordinadamente con la Federal, si la Policía Federal no trabaja coordinadamente con la de la provincia, si los fiscales nacionales no trabajan en coordinación con los fiscales provinciales, si la Prefectura, Gendarmería y la Policía Aeronáutica no trabajan coordinadamente...
Justamente ese es el argumento que dan los funcionarios provinciales para graficar la complejidad para combatir este delito...
—Pero la diferencia entre ellos y nosotros es que los socialistas son relatores de los problemas; son como periodistas especializados. No han actuado frente al problema del narcotráfico. Además, han tenido jefes de policía nombrados y ratificados por ellos que hoy están presos por complicidad con los narcos. No supieron construir una policía eficiente. Y así estamos hoy, con lo peores índices. La provincia no hizo lo suyo, y tanto es así que se vio obligada a llamar y rogarle a la Nación que le mande Gendarmería, que es una fuerza que tiene que andar cuidando fronteras y no ser policía interna.
¿Cuál es la solución que propone para esta problemática puntual?
—Nosotros vamos a replicar lo que es la Policía Metropolitana en la ciudad de Buenos Aires, con los niveles de capacitación y formación, con un gran respeto por los derechos humanos e individuales, pero siendo efectiva en la prevención del delito y del narcotráfico.
¿La inseguridad es el único flanco débil que tiene la administración de Antonio Bonfatti?
—Es el más importante, pero hay otros, como la falta de infraestructura, donde no se invirtió un solo peso. Te encontrás con rutas y carreteras que son las causales de muchas muertes. Santa Fe está tristemente primera en dos estadísticas: 760 muertos en accidentes de tránsito (excluido por volumen la provincia de Buenos Aires) y está primera en asesinatos. También hay carencia habitacional, se sigue inundando la ciudad de Santa Fe y buena parte del territorio.
Sin embargo, el Frente Progresista se promociona con las obras realizadas, como por ejemplo en el área de salud...
—¡Basta de mentiras! Estos (por los socialistas), que son los reyes de la salud, encararon ocho hospitales desde el 2008 y no hay ninguno terminado, salvo el de Las Toscas, que lo inauguraron en 2012 y lo cerraron por falta de equipamiento.