La elección a intendente de Rosario terminó arrojando más sorpresas de las esperadas. La macrista Ana Laura Martínez fue la candidata más votada. El socialismo hizo su peor elección local en años. Y la intendenta Mónica Fein necesitó de los votos de su rival interno Pablo Javkin para poder mostrar, cinco horas después de cerrado el comicio, que el Frente Progresista le había ganado al PRO. Consciente de su debilidad, la jefa comunal ya tendió puentes con el diputado del ARI para la general de junio. En el PJ, Roberto Sukerman casi duplicó a Fernando Rosúa. Y el massista Alejandro Grandinetti llegó a los dos dígitos.
Si bien en la previa las encuestas mostraban un escenario de paridad, ningún sondeo pronosticó que la concejala Martínez iba a ser la candidata más votada para gobernar la ciudad los próximos cuatro años.
De esta forma, el PRO, que viene creciendo de manera sostenida en las elecciones municipales en Rosario desde 2009, cuando presentó por primera vez candidatos propios e ingreso un edil al Palacio Vasallo, quedó en inmejorables chances para disputar el poder dentro de dos meses.
Martínez, con sólo un año y medio de actividad en la política rosarina, pasó de salir tercera en la elección de 2013 a ser la más votada en la primaria de ayer. Fue, sin dudas, el dato sobresaliente de la compulsa local.
El otro dato insoslayable para el análisis fue el resultado del choque en el Frente Progresista. Fein terminó venciendo por bastante menos de lo imaginado por el socialismo a Javkin.
Y sin los votos del legislador arista, el PS hubiera quedado detrás del PRO. Recién cerca de la medianoche pudo mostrar que como frente era el más votado de la ciudad, pero con el aporte de un candidato que lo criticó con dureza en la campaña.
En cuatro años de gestión, Fein perdió casi la mitad de los puntos que obtuvo en las generales de 2011. Un claro voto castigo de los rosarinos a su gestión y al impacto de la inseguridad en la ciudad.
La intendenta tardó cinco horas después de cerrado el comicio, más allá de las demoras del escrutinio, para aparecer en el escenario de la Fluvial. Fue un indicio de la pobre elección que había hecho.
Se proclamó ganadora, se mostró abierta a cambiar, saludó a todo su equipo y en especial a su adversario interno, a sabiendas que sin los votos del legislador del ARI difícilmente retenga el sillón principal del Palacio de los Leones.
La primera reacción de Javkin no fue precisamente la devolución de gentilezas. “Se terminó una concepción del poder en el Frente que desprecia a veces con soberbia las opiniones diferentes a las de quienes ejercen el poder”, escribió en su cuenta en la red social Twitter.
Por lo bajo, radicales, socialistas díscolos y aristas planteaban anoche que si el oficialismo municipal y provincial no “abre el juego en serio a conformar un gobierno de coalición en la ciudad”, la gestión comunal cambiará de signo político en junio.
En el PJ, no hubo discusiones. Roberto Sukerman se impuso con holgura al ex edil del Movimiento Evita, Fernando Rosúa. Y como la primaria en el kirchnerismo casi no tuvo cruces, el concejal pronosticó que sumará los votos de su rival interno.
Luego, el ex director de la Ansés fue más allá al deslizar que muchos votos críticos a la gestión municipal que votaron a Javkin podrán apoyarlo en dos meses.
El cuarto en discordia, el massista Grandinetti tuvo un buen desempeño. Logró arañar los dos dígitos porcentuales “en sólo cuarenta días” de campaña como remarcó anoche.
A diferencia del PRO, ningún referente de peso del Frente Renovador se hizo presente en el centro de cómputos que lideraba el periodista. Una señal de la distancia que terminó tomando Sergio Massa de la elección santafesina y rosarina.
El escenario que quedó preconfigurado para las generales de junio, es demasiado abierto. Tanto o más que la previa de ayer. Entrada la madrugada del lunes quedan más interrogantes que certezas en el aire.
¿Podrá Fein sumar todos los votos de Javkin a su candidatura en dos meses? ¿El socialismo cederá posiciones de poder y discutirá estrategias y líneas de gestión con aliados a los cuales casi ignoró durante años y los relegó a cargos testimoniales?
¿Los votos de Ana Martínez son el techo del PRO en Rosario o todavía puede crecer por encima de ese caudal? ¿El PJ podrá sumar votos críticos de la gestión municipal?
¿Grandinetti mantendrá el porcentaje que cosechó ayer, podrá subir en las preferencias o gran parte de esos votos irán al PRO con quien comparten cierta ideología y discursos de campaña?
Las respuestas dependerán del devenir de la campaña que arrancará en breve. Y del sentir de los rosarinos, que ayer cambiaron sus últimas decisiones electorales.