Poco había pasado de las 19.50 del viernes cuando un hombre gritó el nombre de Ludmila Torres frente a la casa que la joven de 19 años habitaba en Cepeda 5234, en Saladillo. La chica estaba en la casa con su pequeño hijo de un año y apenas abrió el postigo de la puerta de madera para ver quién la buscaba recibió desde corta distancia al menos seis disparos en la cabeza, manos y piernas. Quedó muerta junto a la puerta. El bebé resultó ileso.
“Escuché unos cinco tiros y el ruido de una moto. Fue aterrador porque mi nietita estaba jugando en el patio, me paralicé. Cuando salí ya estaba la policía. Es un horror cómo estamos viviendo. A esta chica la mataron delante de su hijo de un año y medio. Así Rosario y los rosarinos estamos perdidos”, puso una vecina en palabras el horror vivido en ese momento.
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Keyla Naiara Ludmila Torres, la víctima.
“No puedo creer que te hayan arrancado la vida tan joven, tan chica, dejando un nene sin mamá. ¿Por qué hay tanta maldad? Te conocí desde chiquita. Primero nos tocó despedir a tu hermana mayor, luego tu hermano y ahora a vos. Qué triste todo. Espero que Dios les dé fortaleza a tu familia y a tu hijito”, se despidió en redes sociales una amiga de Keyla Naiara Ludmila Torres mientras dejaba constancia de una trágica historia familiar.
Conflictos
“La casa donde mataron a la piba era de una vecina muy querida que murió hace unos 10 años y se la dejó a su nieto. El muchacho la fue desmantelando hasta que un día no se lo vio más. Hace un par de años apareció esta chica en la casa. Algunos dicen que la usurparon y otros que se la vendieron. Lo concreto es que la casa está destruida como la tenía la dueña original”, contó una vecina.
“¿Si me sorprende que hayan matado a una chica ahí? Es una pregunta difícil. No está bueno que asesinen a nadie y menos ante su hijo. Pero desde que llegó la chica ese lugar fue una fuente de quilombos por una cosa o por otra. Un montón de veces vino la policía porque tenía problemas con la pareja. Después se hacían fiestas clandestinas los sábados y la casa se llenaba de cien personas”, contó otra residente.
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Fuentes allegadas a la investigación de la fiscal Gisella Paolicelli contaron que hay registrados al menos media docena de incidentes de violencia doméstica y de género entre marzo de 2021 y marzo de 2022. El hijo de Ludmila habría nacido a mediados de febrero de 2021 y, al llegar a la escena del crimen su ex pareja, que vive a 90 metros, dijo a los investigadores que hacía dos meses que estaba separado de la víctima.
Usinas de violencia
Cepeda al 5200, entre Anchorena y Regimiento 11, es parte de Saladillo, un barrio de raíz obrera y peronista. Buena parte del vecindario en esta zona ven como un eje de la discordia los monoblocks del Parque del Mercado y del Municipal, también conocido como Pimpilandia, ubicado a unos 120 metros de la escena del crimen.
“Muchos de los quilombos que pasan o pasaron en el barrio tienen que ver con esos Fonavis. Este barrio no es tan complicado. Hay choreos, como en todos lados pero hay más quilombo cuando te acercas al Municipal del Pimpi o al Parque del Mercado”, relató un residente domiciliado a metros de la casa donde mataron a Ludmila.
Vale remarcar que esos barrios fueron, o siguen siendo, una usina de hechos de violencia en el contexto de guerras territoriales y con el marco de la narcocriminalidad.
Cepeda es una especie de avenida troncal que atraviesa los tres barrios: Saladillo, el Municipal y el Parque del Mercado. Una jurisdicción que pertenecía a la seccional 11ª, una de las once comisarías cerradas en los últimos años, y donde hoy funciona la sede de la Policía de Acción Táctica (PAT). “Con la 11ª o con la PAT es la misma cantinela. Nunca ves un patrullero por ningún lado. Esto no deja de ser Rosario, Santa Fe, Argentina”, reflexionó uno de los vecinos que aceptaron charlar con este cronista, algo que la mayoría evitó.
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La casa donde vivía Ludmila con su pequeño hijo de un año y medio tiene un patio delantero y una entrada de vehículos sin portón, lo cual fue disimulado con maderas, cartones y una media sombra mal atada. El patio delantero está resguardado de la vereda por rejas que no impiden ver hacia el interior de la casa.
Eran dos
Diez minutos antes de las 20 es en todo barrio un momento para realizar las compras de última hora para la cena, lo que implica gente circulando. En las inmediaciones de la casa hay, a simple vista, media docena de cámaras de vigilancia privadas. Ni la gente ni las cámaras intimidaron a los atacantes de Torres que, según con quien se hablara, llegaron caminando o en una moto. En lo que sí coincidieron los vecinos es que eran dos.
Luego de escuchar las detonaciones, sobre las 19.54, gran cantidad de llamadas frenéticas llegaron a la central del 911 dando cuenta de la situación. Cuando la policía llegó a la escena del crimen encontró la puerta abierta, con el postigo de la misma manera, y en el piso el cuerpo de Ludmila cuya cabeza estaba tapada con una toalla.
La noticia se propagó rápidamente y la escena de pobló de familiares de la víctima y de su ex pareja. Fuentes cercanas a la pesquisa comentaron que las familias confrontaron con dureza contra los efectivos policiales reprochándoles la muerte de la mujer. En la escena quedaron cinco vainas servidas calibre 9 milímetros. En la casa de se secuestraron dos celulares de la víctima.