Un suboficial de policía de la comisaría 21ª repartía cédulas judiciales a bordo de una bicicleta y vestido de civil por el extremo sur del barrio Las Flores. Habían pasado pocos minutos de las 13 de ayer cuando un par de jóvenes le salió al cruce con la supuesta intención de asaltarlo. Entonces el hombre se identificó como policía y extrajo de entre su ropa el arma reglamentaria. Ante ello los muchachos se le fueron encima y, aunque hasta anoche no se sabía si hubo un enfrentamiento, uno de ellos cayó malherido con varios disparos en su cuerpo. Mientras el joven era trasladado al Hospital de Emergencias, donde falleció poco más tarde, el policía fue agredido por un grupo de vecinos que salió a las puertas de sus viviendas tras escuchar las detonaciones. La llegada al lugar de una dotación del Cuerpo Guardia de Infantería (CGI) que patrullaba la zona puso a salvo al suboficial, quien por orden de la fiscal Gerogina Pairola quedó detenido hasta que se eche luz sobre lo acontecido.
Todo se desencadenó pasadas las 13 de este sábado en un pasillo de Pasaje 513 y Guaria Morada, muy cerca del terraplén que bordea el arroyo Saladillo. Por allí andaba en bicicleta el suboficial Juan C.R. cumpliendo una función que desde hace años se discute si corresponde que la realice la policía o los oficiales de Justicia: repartía cédulas de citación a personas que deben presentarse ante los estrados judiciales.
Juan C.R. iba de civil porque de otra manera no podría haber llegado solo hasta un lugar conflictivo como el que transitaba. Entonces, dicen las primeras versiones, dos jóvenes le cortaron el paso con el supuesto fin de asaltarlo. No se sabe si los muchachos portaban algún arma blanca o de fuego pero sí que amenazaron al ciclista y que éste reaccionó. “El agente se identificó como tal y extrajo su arma pero los pibes se le fueron encima”, confió un vocero de Jefatura.
Ante esa situación el policía habría hecho un disparo de advertencia y luego contra sus atacantes. Los proyectiles calibre 9 milímetros dieron de lleno en el abdomen y las piernas de Kevin Ezequiel Gómez, de 20 años y domiciliado a pocas cuadras del lugar. Los disparos alertaron al vecindario y a una patrulla del CGI que controlaba la humilde barriada y se dirigió al lugar. Cuando los policías arribaron tuvieron que salvar a su camarada de entre los vecinos que le estaba dando una paliza mientras el herido era trasladado al Heca donde falleció.
Personal de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) relevó la escena y recogió una vaina servida calibre 9 milímetros y dos plomos deformados del arma del suboficial pero no hallaron armas de sus atacantes. Tras conocerse el deceso de Gómez la fiscal de Homicidios Dolosos Georgina Pairola dispuso que el agente de la comisaría 21ª quede detenido hasta resolver su situación procesal.
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No es la primera vez que un policía queda expuesto a una situación violenta mientras repartía cédulas judiciales. El sábado 11 de septiembre de 2010 el sargento Rodolfo Sotelo, de 45 años y padre de cinco hijos, salió de la Jefatura de policía manejando un Ford Escort junto al oficial ayudante Fabián Vassano, de 28 años, y la agente Débora Ávila, de 30. Todos iban de civil.
Cuando Sotelo estacionó el auto en Maradona y Campbell, en el límite entre el barrio Toba y la villa La Lagunita, Vassano bajó para entregar una cédula al testigo de un asesinato. Mientras Vassano le daba la citación a una vecina, un muchacho que renqueaba de la pierna izquierda se le acercó y lo encañonó con un arma mientras otro joven se acercó al auto donde esperaba Sotelo y también le apuntó con un arma por la ventanilla.
“Dame la guita”, dijo el maleante a Sotelo creyendo que sus víctimas eran repartidores y tenían dinero, y no que eran policías de civil. “Si sacás el arma, te mato”, agregó cuando el sargento se identificó como tal. Fue en ese momento que las puertas del infierno se abrieron sobre el Ford Escort. El ladrón le disparó a Sotelo sin piedad, y como en un efecto dominó su cómplice baleó a Vassano en el abdomen. El primero de los policías murió en el acto mientras su compañero resultó gravemente herido.
Por aquel hecho, el 1º de junio de 2012 el ex juez de Sentencia Nº 4 Julio Kesuani penó con 23 años de prisión a Patricio Alfredo Rojas como autor de homicidio agravado por el empleo de arma de fuego y lesiones graves calificadas por el uso de arma de fuego en dos hechos; y con 13 años de cárcel a Cristian Leonardo “Chanchito” López, a quien halló partícipe primario de homicidio agravado por el empleo de arma de fuego y lesiones graves calificadas por el uso de arma de fuego en dos hechos.